En el corazón de las Rías Baixas, Vigo se posiciona como la ciudad más poblada e industrializada de toda Galicia. No obstante, esta metrópolis del sur de Galicia puede presumir de encontrarse rodeada por un entorno natural privilegiado, perfilada entre un buen número de arenales paradisíacos, cursos fluviales, parques forestales y un extraordinario horizonte montañoso en su cara más interior. Sin lugar a dudas, un verdadero oasis de naturaleza que convierte a la ciudad Olívica en uno de los mejores destinos a la hora de disfrutar del turismo activo y rutas de senderismo como la conocida Senda del río Eifonso. Lo cierto es que, tanto en el núcleo urbano de Vigo como en sus alrededores podemos encontrar algún que otro remanso de paz que mantiene a la ciudad conectada con los paisajes verdes de Galicia.
Sin ir más lejos, la parroquia de Zamáns esconde otro de los secretos mejor guardados de la urbe viguesa: la Ruta Etnográfica de Zamáns, un pequeño itinerario guiado por los pasos del río Vilaza que descubre a su paso el encanto de las ruinas y los antiguos caminos de la molienda en este rincón de la comarca de Vigo. El conjunto etnográfico que atraviesa la senda está formado por varios puentes de piedra, canales y hasta cinco molinos de agua restaurados por la Comunidad de Montes de la citada parroquia. Además, una vez superado el entorno del embalse la ruta se adentra en otro interesante conjunto etnográfico, el de la Casa-Muíño das Maquías y de Seone, una construcción erigida para acoger el viejo hogar del molinero y que hoy en día se encuentra sumida en un estado absoluto de abandono.
La tradición de la molienda en Zamáns
Los molinos de agua son, sin atisbo de dudas, uno de los elementos más destacados de la arquitectura popular y el paisaje rural gallego. Lo cierto es que en el presente conforman un patrimonio de enorme riqueza histórica y etnográfica, pero en su día fueron un elemento capaz de generar riqueza a las comunidades campesinas. En la parroquia de Zamáns también llevan siglos aprovecharon la fuerza motriz del agua para hacer funcionar los mecanismos de estas construcciones tradicionales que todavía ahora recorren la ribera del río Vilaza. El conjunto etnográfico que da forma a la ruta de Zamáns se compone de varios molinos, puentes e incluso algún que otro lavadero público.
Esta senda circular se extiende a lo largo de unos 3 kilómetros y constituye un recorrido agradable y de baja dificultad. Los primeros pasos de esta ruta de senderismo se abren paso a través del bosque forestal de Zamáns, siguiendo el cauce del riachuelo por una senda empedrada que comunica los cinco molinos restaurados: el Muíño do Bento, el único situado en el margen izquierdo del río; y los Muíños Novo, de Soloeido do Quenllo, Soloeido de Arriba y Soloeido de Abaixo, los cuales comparten la misma infraestructura de agua, la cual comienza en una pequeña presa situada junto al primero de los molinos citados. En cualquier caso, todos ellos presentan unas dimensiones reducidas, construidos con mampostería de granito y cubierta de teja a un agua, con una rueda motriz horizontal así como también una única moa. Cabe señalar que tan solo el Muíño do Bento conserva el rodicio.
Una vez superado el entorno de los molinos restaurados, el camino alcanza un puente rústico de madera justo en la unión del Vilaza con otro curso fluvial. Desde aquí el itinerario se adentra en un bosques mixto formados por todo tipo de especies arbóreas que nos conducirá a los pies del embalse de Zamáns, datado de 1960 y compuesto por una presa con una pared de 29 metros y unas 20 hectáreas de agua embalsada para abastecer el sur de Vigo y O Baixo Miño.
La belleza del abandono
La segunda parte de esta ruta de senderismo es el fiel reflejo del indiscreto encanto de las ruinas. Una vez dejamos atrás el embalse un segundo conjunto etnográfico se empieza a perfilar junto al cauce del río de Zamáns. Los antiguos molinos de Maquías y de Seone sobreviven al paso del tiempo mientras la naturaleza trata de recuperar su lugar y oculta ambos espacios bajo una frondosa masa forestal. La Casa-Muíño das Maquías es una de las construcciones más emblemáticas que podemos encontrar en el sur de Galicia, dadas sus dimensiones y su actividad combinada para acoger el hogar del molinero. La edificación en cuestión se encuentra formada por dos plantas, un llamativo pórtico y los correspondientes canales de agua que suministraron al molino al menos hasta la década de los años 60. A escasa distancia de este conjunto también se localiza el Muíño de Seona, en cuyo interior todavía se conserva en buen estado la moa y su quenlla. Por último, la senda continúa por el antiguo Camino Real que enlazaba Vigo con Tui hasta volver al punto de partido más próximo a los molinos de Vilaza.