Sanxenxo, Cambados o Combarro son algunos de los pueblos más emblemáticos de Pontevedra, pero más allá de los más conocidos, la provincia esconde auténticas joyas en su interior, como Soutomaior y su imponente fortaleza del siglo XII. Sin embargo, en este artículo de Treintayseis nos vamos a desplazar hasta el municipio de Arbo para hablar de una pequeña aldea de 400 habitantes que oculta un gran secreto.

Se trata de Santa María de Sela y es conocida por el vino y la lamprea, el "dinosaurio" más sabroso de las aguas gallegas con aspecto temible, si bien también alberga tesoros naturales y arquitectónicos que sorprender a cualquiera, como la playa fluvial de Sela en la que existe un manantial de aguas medicinales, que en su momento fueron embotelladas y exportadas a distintas zonas de la geografía gallega.

Aguas con valor terapéutico

El párroco José Pérez Domínguez descubrió a principios del siglo XX el valor terapéutico de las aguas, que era comercializada con el nombre de Aguas Minerales de San Martín de Sela. Estas continúan emergiendo a una temperatura de 20 grados y en la actualidad existe una capacidad de suministro diario de 500 litros.

Por otra parte, a orillas del río Miño se encuentra la playa fluvial de Sela, que cuenta con una zona de ocio con merendero, zona de pesca y un entorno exclusivo para relajarse en verano o en cualquier época del año. Desde este punto se puede acceder a dos bonitos senderos que siguen el caudal del río, la Ruta de las Pesqueiras y la Ruta de los Pescadores.

La Iglesia Parroquial de Santa María de Sela es otro de los grandes atractivos de la aldea de Arbo. Este se encuentra cubierta por una bóveda de cañón, que se divide en un total de 16 casetones, con 15 escenas sobre la Pasión de Cristo, y se dispone en tres calles, con varias pinturas murales que están siendo estudiadas para su posible restauración.

Casa Grande de Sela

Entrada de la Casa Grande de Sela Concello de Arbo

Situada al lado de la plaza de la Capilla de Santa Isabel se encuentra la Casa Grande de Sela, un edificio principal de planta rectangular, cubierta a cuatro aguas y dos plantas edificadas, siendo la planta alta una ampliación del siglo XX.

En la fachada principal encontramos un bonito balcón de piedra y una escalera exterior también en piedra, mientras que en los alrededores se localiza un cruceiro, con capitel geométrico rematado por una cruz, y dos hórreos elevados, uno con el cerramiento de madera y otro de ladrillo.

En último lugar, y no por ello menos importante, la hoja de ruta de cualquier turista también debería incluir una parada en la capilla de Santa Isabel, ya que en la pared del atrio se encuentra un Peto de Ánimas, que muestra las imágenes de Cristo, San Antonio, la Virgen María y cinco amas entre las llamas.