En el año 2017, en el municipio pontevedrés de Ponteareas ardieron casi 9.000 hectáreas. Fue un año duro para los montes gallegos, que cobró especial factura a esta pequeña localidad. Sin embargo, a raíz del dolor que trajeron esos trágicos sucesos, acabó surgiendo la primera ruta de relojes de sol de Galicia, la conocida como "Senda de reloxos de sol do Facho".
Así, en la ladera ponteareana del Monte do Facho, se puede encontrar una ruta única en todo el territorio gallego, llevada a cabo gracias a una iniciativa vecinal. La ruta de "se inició como parte de un proyecto de recuperación del monte en 2017, después de que ardiera", explica Ramiro Amoedo, uno de los vecinos implicados en el proyecto y el artesano que talló todos lo relojes que conforman la ruta.
"La idea era recuperar el monte como lugar de encuentro y la tradición de esta zona", explica el artífice. Para los vecinos era muy importante recuperar la historia del monte, "incluso para los niños, porque antes subían con animales o para hacer actividades", dice Ramiro, recordando su propia infancia.
La primera ruta de relojes de sol de Galicia
Con esta idea en mente, y en pleno proceso de ejecución de la incitativa de recuperación de las sendas del monte, a los vecinos se les ocurrió la idea de colocar diversos relojes de sol a lo largo de la ruta. "Fue una casualidad", explica Ramiro, al cual un día se le ocurrió que sería buena idea colocar estos monolitos en la ruta pues son los "grandes olvidados".
Así pues, actualmente la "Senda de reloxos de sol do Facho" cuenta con un total de tres relojes de sol tallados en piedra situados a excasos 300 metros los unos de otros. Sin embargo, pese a la cercanía de los relojes, se puede realizar una ruta más larga por el monte que discurre por "canales de riego antiguos que ahora no se usan o incluso sendas que ya existían para paso de ganado un poco antes, que recogen un poco la tradición de que el monte era", explica el vecino.
Tallados en el propio monte
Ramiro explica que, pese a no ser cantero de profesión, ha ido aprendiendo el hábito como una afición. Y, en el caso de los relojes que conforman esta ruta, el vecino explica que han sido tallados en el propio monte. "Están trabajados en un lugar. Se trata de un trabajo de piedra con martillo puntero", detalla Ramiro, explicando que no le da corte a las piedras.
El vecino sube al monte explica que el proceso consiste en subir al monte, buscar el bloque, y comenzar a tallar la obra in situ. Por eso es normal que "quede alguna imperfección, pero dentro de esa imperfección, es lo que le da ese toque de natural", dice el artesano. Además del trabajo de tratado de la piedra, para que el reloj esté completo, es necesario completarlo con un trabajo técnico de metal.
Los grandes desconocidos
En la era digital en la que vivimos los relojes de sol parecen estar obsoletos y ser un recuerdo del pasado, "vivimos sin preocuparnos de qué es la hora solar, como funciona o qué relación tiene con nosotros", reflexiona Ramiro. El propio vecino reconoce que, hasta que comenzó esta incitativa, él carecía de conocimiento sobre estos monolitos y que, "tuvo que empezar de cero", pues son un "desconocimiento para la sociedad".
Sin embargo, cuanto más aprendía, más le fascinaban. Ya que, cuando uno observa un reloj de sol, no solo puede saber que hora es, sino que también puede conocer la "estación en la que estás, dependiendo de la sombra o en qué parte del plano de exposición se encuentre", dice Ramiro.
Poco a poco, y recabando cada vez más conocimiento, fue tallando los tres relojes que conforman la ruta: uno ecuatorial, uno meridional vertical y uno polar plano.
El reloj ecuatorial es el que tiene doble cara y "tiene la particularidad de que se necesita conseguir instalar en un plano paralelo al Ecuador terrestre", dice Ramiro. Una vez que se conoce la latitud del lugar, que en este caso son 42,15 grados, se instala en ese plano, que es paralelo al Ecuador. La peculiaridad de este reloj es que cambia de cara dos veces al año, coincidiendo con los dos equinoccios "momento en el que el recorrido del sol es exactamente de este a oeste", por lo que ese día "la sombra se traslada de una cara del reloj a la otra", explica el artesano.
"Digamos que a partir de septiembre pasa a la cara de invierno y a partir de marzo pues pasa a la cara de verano, que en este caso es la exposición Norte y la cara de invierno es la exposición Sur", simplifica Ramiro.
Por su parte, el meridional vertical se diferencia porque sus radios de horas no están distribuidos de 15 a 15 grados, que sería la repartición ecuatorial "normal". Para trabajar este reloj hay que "apoyarse "un poco en una plantilla o en la información de un reloj digital para poder aproximar las horas y marcar la fecha correcta porque tienen mucha dificultad", explica su creador.
Por último, el tercer reloj que conforma la ruta, es un polar plano, que se caracteriza por qué el plano de exposición está paralelo al polo. "En este caso la varilla es paralela al plano de exposición, y siempre apunta a la Estrella Polar", finaliza Ramiro.
Al ser preguntado por el futuro, Ramiro apunta que "vamos a año por reloj", y adelanta que ya están preparando "la plataforma para un reloj horizontal" que esperan "que se consiga" durante el año que viene, pudiendo añadir un monolito más al rico patrimonio cultural del municipio pontevedrés.