En el paisaje rural de Galicia, los molinos, juntos a los hórreos y los cruceiros, se alzan como emblemas eternos de una cultura profundamente arraigada a la tierra. Estos tesoros etnográficos, esenciales en tiempos pasados para la molienda del grano y el cereal, cuentan con una rica variedad en el territorio gallego. Lo cierto es que en toda la región podemos dinstinguir cuatro tipos fundamentales: los de agua, que aprovechaban la fuerza de los ríos; aquellos movidos por el viento; por las mareas e incluso por el esfuerzo animal, conocidos estos últimos como los molinos de sangre.
Como resulta evidente, los más comunes y númerosos son los pertenecientes al primer grupo de molinos, pues son cientos los ríos y arroyos gallegos que albergan entre sus márgenes estos vestigios de la cultura y tradición popular. Hoy en día, la mayoría de estos conjuntos se han sumido en las más absolutas ruinas, ocultos entre la maleza y la vegetación. Sin embargo, son también muchos los que han podido recuperar su silueta tras ser restaurados con esmero, devolviéndoles el esplendor que alguna vez llegaron a tener en el paisaje rural de Galicia.
En pleno corazón del Salnés, el caso de la Illa de Arousa resulta un tanto particular en comparación a esta tendencia general dominada por los molinos de agua. En esta localidad isleña los ejemplares que se conservan pertenecen a dos de los modelos menos comúnes en la región, los de viento y mareas. No es de extrañar, pues su ubicación privilegiada en las entrañas de la ría de Arousa ha permitido el buen funcionamiento de ambos ingenios, aprovechando tanto las generosas brisas marinas del Atlántico como el pulso constante de las mareas para llevar a cabo la actividad de la molienda.
Un precioso molino a pie de mar
Al suroeste de la Illa de Arousa, a sólo un paso del Parque Natural de Carreirón se levanta el imponente molino de mareas de As Aceñas, cuya silueta de piedra ha desafiado durante décadas los achaques del océano y el paso del tiempo. Situado en la conocida como ensenada Brava, esta majestuosa construcción se mantiene firme frente a las aguas de la ría de Arousa, como guardián silencioso de un pasado en el que su funcionamiento fue vital para el sustento de muchas familias arousanas.
La ingeniosa construcción de As Aceñas aprovechaba los ritmos incansables del mar, cada subida y cada bajada, para hacer mover sus engranajes en cada jornada. Este molino, hoy de titularidad privada, esconde un detalle muy curioso que lo hace especial: sus ruedas, pues cada una de ellas cumplía una función específica. Una de estas ruedas estaba dedicada en exclusiva a la molienda del trigo, mientras que las otras dos eran utilizadas para moler el maíz, reflejando en ambos casos la importancia de estos cultivos para la economía local. Testigo de otros tiempos, el molino de mareas de As Aceñas mantiene su estructura en pie, integrado en un paraje mágico donde la tradición y la naturaleza se funden en una perfecta armonía, recordando la estrecha relación de esta isla con el mar que le rodea.
Los ecos del viento en la Illa de Arousa
El encanto quijotesco de la Illa de Arousa se esconde en las laderas del Monte de Pedrouzos. Allí se encuentra la silueta pétreao de un antiguo molino de viento que fue utilizado como complemento a la ya citada aceña arousana. Su construcción resultó esencial para las épocas en las que la subida y bajada del mar no bastaba para mover los engranajes de la maquinaría ubicada en la enada Brava. Desde las alturas, las corrientes de aire remplazaban los compases de las mareas, garantizando la continuidad de una labor fundamental para la vida isleña.
Ahora bien, su utilidad no se límitada únicamente a la molienda. Para los marineros locales, este molino de viento era también un punto de referencia clave en la navegación. Cuando su robusta estructura se perfilaba tras el Monte Bandeira, el camino hacia la capital arousana se abría paso sin dificultades. "Al encubrir el molino con el Monte Bandeira no hay ostáculo para entrar en Vilagarcía", decían sobre este ingenio de la época convertido en un faro silencioso en la memoria de quienes han habitado y navegado estas costas.