La provincia de Pontevedra es conocida por sus playas, sus larguísimos arenales blancos y las aguas turquesa de sus rías. Poco se habla de lo espectacular de sus paisajes interiores, de sus ríos y bosques infinitos en los que perderse entre altísimos y milenarios árboles. Así son los municipios del interior de Pontevedra, en los que el agua también está presente, pero en su forma más dulce.

Enclavado en la Serra do Suído, que divide las provincias de Pontevedra y Ourense, se encuentra el concello de Fornelos de Montes. Forma parte del área metropolitana de Vigo, pues está a escasos treinta kilómetros del centro de la ciudad. En este municipio se encuentran los dos puntos más altos de la sierra, con más de 1.000 metros de altitud.

También aquí podemos encontrar una de las cascadas más bonitas de Galicia, según dicen aquellos que la han visitado. Se trata de la ‘fervenza de Casariños’, en la parroquia fornelense de Laxe. Su escalinata de piedra en un salto de más de 25 metros de altura la hacen única.

Este paisaje tan característico nace gracias a dos "regos" (ríos de poco caudal) que discurren por sendos barrancos. De la unión de estos dos pequeños ríos, la ‘Barranqueira de Fonte Uceira’ y la ‘Barranqueira do Rego de Casariños’, surge un cauce algo más cargado de agua que remata en la espectacular cascada.

A esto se suma que Fornelos de Montes es el municipio gallego donde más llueve cada año, por lo que quien recorre sus montes se da cuenta de la importancia de los ríos en la localidad. Decenas de pequeños riachuelos, "regos", pozas e incluso dos playas fluviales dan a Fornelos su especial idiosincrasia.

De paseo por la Serra do Suído

Una vez en Fornelos, lo mejor que podemos hacer es explorar los alrededores, que guardan hermosos secretos en forma de otras cascadas, fragas e incluso construcciones medievales escondidas. No muy lejos de Casariños, de hecho, se encuentra el área recreativa y la playa fluvial de A Airoa, perfecta para pasar un caluroso día de verano.

Para disfrutar de los paisajes que ofrece la primavera podemos continuar conociendo la naturaleza de montaña de Fornelos, visitando la ‘fervenza’ de O Coto Grande, también muy cerca de la de Casariños. De hecho, entre ambas hay solamente 12 kilómetros, por lo que se puede hacer una pequeña ruta circular a pie y así aprovechar el día para hacer senderismo.

Chozo en Fornelos de Montes. Foto: Concello de Fornelos fornelos.gal

Una de las rutas más populares del municipio también pasa cerca de la fervenza de Casariños, además de ayudarnos a conocer un poco más cómo discurre la vida del pastoreo en las zonas montañosas de Galicia. La Ruta dos Chozos recorre, como su nombre indica, los ‘chozos’ de la Serra do Suído.

Estas construcciones son pequeñas casas de granito que utilizaban los pastores de la zona. Se sospecha que son medievales, cuando la falta de caminos y vías de comunicación hacía que los pastores pasasen largas temporadas fuera de casa. Así surgió la necesidad de construir lugares en los que resguardarse de las inclemencias del tiempo, que se conservan a día de hoy y se conocen como ‘chozos’.

Las rutas del medievo

En la parroquia de A Laxe, donde se encuentran las cascadas, queda un punto por visitar, pues aunque el mayor atractivo sea la naturaleza existe una construcción que a pocos deja indiferente. Se trata de un altísimo puente medieval, conocido como Ponte Grande o Ponte Medieval de A Laxe, que salva la distancia existente entre Entrerríos y Airoa a diez metros del suelo.

Alejándonos un poco de las cascadas, de camino hacia Vigo otra vez, encontramos una ruta señalizada que discurre con el río Barragán. Aunque es bastante larga (17 km en total) es fácil y apta par hacer con niños, incluso se puede hacer por tramos porque tiene varios puntos de acceso. El camino recorre una hermosísima fraga y termina en la desembocadura del río, pasando por saltos de agua y molinos fluviales: un sendero en la naturaleza que merece la pena recorrer.

Además, esta ruta acaba en otro de los puntos emblemáticos del municipio: ‘o monte da Cidade’. En este lugar encontramos desde construcciones celtas hasta un impresionante acueducto medieval. Un asentamiento de la Edad de Hierro nos transporta a la etapa celta de Galicia, que más tarde dio paso a un asentamiento medieval que se dedicaba a la agricultura y ganadería.