En un recóndito lugar del concello de Nigrán (Pontevedra), en el entorno de la Presa da Regueira, se localiza un curioso parque cuyo origen y construcción se atribuye a un vecino de la zona de A Carrasca. La historia que esconde este singular espacio verde ―conocido también como Parque de Juan Alves (creador) o Recuncho do Amor― comienza y evoluciona en la época del confinamiento.
Durante aquellos meses, Juan Alves decidió invertir parte de su tiempo libre en dar una segunda vida a este rincón, que desde hacía décadas se encontraba sumido en el más absoluto abandono. Equipado con una máquina desbrozadora, Alves llegó a limpiar 5.000 metros cuadrados de maleza para después llenar la Presa da Regueira con diferentes elementos que han devuelto a la zona todo su esplendor, como pasarelas peatonales, bancos de madera, columpios para grandes y pequeños e incluso hamacas.
De proyecto personal a un parque para todos
Lo que empezó como una idea altruista, y vinculada a la faceta más deportiva de su creador, terminó dando lugar a uno de los lugares más especiales y visitados del municipio de Nigrán. La diabetes llevó a Juan Alves a querer ampliar una de las pistas del entorno da Regueira para poder extender sus paseos diarios en bicicleta. De hecho, en la actualidad existe una placa de madera que marca el inicio de esta "Ruta da insulina de Juan Alves", germen colateral del ya conocido parque.
Con cada nueva incursión de limpieza, el proyecto personal de Alves iba virando cada vez más su sentido. Ya no sólo se trataba de confeccionar un camino transitable para él, sino de crear un espacio verde que vecinos y foráneos pudieran disfrutar a diario. Con la ayuda de compañeros e instituciones ―hay otra placa en la que se nombra a una treintena de colaboradores―, a partir de materiales reciclados, Alves llegó a fabricar e instalar todo tipo de atractivos elementos que han colmado de personalidad al entorno de la Presa da Regueira.
En el transcurso de este arduo trabajo de transformación de la Presa da Regueira, Juan Alves llegó a recastar de entre las zarzas y el lodo un sinfín de "objetos perdidos". A lo largo de todo el proceso de limpieza, fueron rescatados del medio un elevado número de zapatos, ladrillos, latas y otros tantos escombros o residuos que llegaron a llenar hasta 40 tractores. Quizás por esta razón también existe un letrero que recuerda a todos los visitantes la importancia de mantener limpio el parque con una frase que reza: "No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti".
A día de hoy, las zonas verdes y área recreativa del bosque, que abarcan unos 500 metros de forma circular, se encuentran repletas de elementos como columpios de madera y bancos hechos con palés de lo más instagrameables; vallas perimetrales que envuelven el estanque y pasarelas que permiten cruzar entre una y otra ribera del arroyo; así como rampas para bicicletas, hamacas, tirolina, asientos de troncos o casetas para pájaros, entre otros. Pero sin lugar a dudas, uno de los espacios más importantes, que también da nombre al segundo designio de este gran parque, es el Recuncho do Amor (Rincón del amor): una plataforma hecha a base de palés cuya construcción esconde una anecdótica situación.
Una oda al amor libre
Hacia el interior del bosque, en una zona un poco más alejada del núcleo de la Presa da Regueira, se ubica la singular construcción bautizada con el nombre de "Recuncho do Amor". Esta plataforma, que por su apariencia recuerda a la forma de una cama matrimonial, supone un guiño en toda regla a una cómica circunstancia vivida por Juan Alves durante la creación del parque.
En una de las jornadas de desbroce de maleza, este vecino de Nigrán pilló in fraganti a una pareja que profesaba todo su amor sobre una manta extendida en el suelo. Los enamorados, como era de esperar, abandonaron rápidamente el lugar tras el sorpresivo encuentro con Alves. Sin embargo ―y sin siquiera pretenderlo―, dejaron atrás una idea en la mente del creador, que convirtió el que iba a ser el banco del amor en un lecho de pasión en honor al amor libre. Esta es la otra gran historia detrás de un lugar que se ha convertido en uno de los emblemas verdes de Nigrán; donde ahora familias, amigos, parejas o lobos solitarios, pueden disfrutar de una amena jornada entre naturaleza.