El Pazo Rubianes es uno de esos lugares que habría que recorrer al menos una vez en la vida. Situado en el municipio costero de Vilagarcía de Arousa, la visita a este histórico pazo transcurre a través de hectáreas y hectáreas de viñedos, construcciones de más de 600 años y jardines de camelias, un emblema más de esta bodega.
Es importante destacar que Galicia cuenta con una gran variedad de vinos, con hasta 5 denominaciones de origen de este producto. Hoy nos centraremos en la denominación de origen de las Rías Baixas, reconocida en los años 80, está compuesta por cerca de 200 bodegas situadas a lo largo y ancho de la provincia de Pontevedra. Se encuentra a la cabeza tanto en número de producción como en extensión… No es de extrañar que el enoturismo se haya convertido en uno de los principales reclamos para muchos.
El Pazo de Rubianes ofrece actualmente dos modalidades de visita, aunque nosotros recomendamos la guiada, al menos si es la primera vez, ya que incluye el acceso al edificio histórico y una degustación de vino albariño. Los niños menores de 14 años no tienen que pagar entrada. Además, el personal del pazo los acompañará durante las dos horas aproximadas que dura la visita, acercando la historia de los distintos edificios y zonas verdes.
Este recorrido comienza en el jardín, galardonado como Jardín de Excelencia Internacional de la Camelia en 2014 y que se incluye dentro de la conocida Ruta de las Camelias. El entorno cuenta con más de 4.500 ejemplares diferentes de la flor. La recomendación, llegados a este punto, es que si pueden visitar el pazo lo hagan en invierno, ya que es la época en la que las camelias alcanzan todo su esplendor y colorido, aunque impresiona verlas en cualquier época del año. En el paseo podrán encontrar también todo tipo de especies botánicas como el primer alcanforero que llegó a Europa desde Borneo a principios del siglo XIX o eucaliptos centenarios, además de la zona del estanque de las ranas o el laberinto del jardín francés.
La visita continúa por los viñedos, que actualmente ocupan más de 25 hectáreas de terreno, y su pequeña bodega, equipada con tecnologías modernas para la elaboración. Las cualidades del entorno son óptimas para el cultivo de este albariño con denominación. Gracias, en gran parte, a la composición granítica de sus suelos y la disposición de sus laderas, orientadas hacia el suroeste. La producción de Rubianes es menor a los 60.000 litros, lo que se traduce en una edición limitada de tres vinos de pago albariños, de gran carácter, complejidad y frescura.
Una vez recorrida toda la zona exterior, la entrada al Pazo privado es el siguiente punto de la visita. Como dato curioso cabe mencionar que se trata de uno de los pocos pazos habitados que existen a día de hoy. El edificio se encuentra en perfecto estado de conservación y las diferentes estancias guardan en cada rincón un pedacito de su historia.
Lo mismo pasa con la capilla, de finales del siglo XVI, que todavía mantiene vivo su arte. El resto de la visita transcurre entre construcciones de finales del siglo XV, como son las cuadras o caballerizas, que daban servicio a la finca. El broche final a esta experiencia única lo pone la degustación del propio vino albariño cultivado en el Pazo de Rubianes, que por si no lo habíamos mencionado todavía, también es conocido como el “albariño de las camelias”.
Un breve recorrido por su historia
El origen del Pazo de Rubianes se remonta al siglo XII, a una Torre fortaleza perteneciente a la antigua familia gallega de los Caamaño. Tiempo después, en el siglo XV, el lugar albergó la residencia de Don García Caamaño. La historia del Pazo no puede contarse sin la historia del municipio, ya que fue el mencionado propietario quien en el año 1441 fundó la Villa de García, hoy conocida como Vilagarcía de Arousa.
El pazo original fue transformado tres siglos más tarde por Jacobo Ozores, Señor de la Casa de Rubianes que decide reformarlo a la vuelta de su destierro en Francia y al encontrar la propiedad muy deteriorada. Es entonces cuando el Pazo adquiere su actual aspecto afrancesado, mucho más semejante a un petit chateau que al típico pazo gallego.
En el entorno se conserva una capilla construida en el año 1598 y dedicada a San José. En su interior aún se puede contemplar un antiguo retablo del siglo XVI y varias imágenes de la época. La bodega, las cuadras y las caballerizas, que datan del siglo XV, son las construcciones más antiguas que se conservan del Pazo de Rubianes.
Una pasión heredada
El Pazo debe gran parte de su atractivo al jardín que rodea a la construcción y que deja patente el gusto de los nobles de antaño por la botánica. El ajardinamiento empezó a finales del siglo XVII, en la zona cercana al edificio y que incluía el estanque de las ranas.
Esta pasión se fue contagiando durante generaciones, y hasta el siglo XIX se fueron sucediendo nuevos y diferentes proyectos de jardinería que introdujeron en el entorno un gran número de especies como los magnolios, fresnos, alcornoques, calocedros, criptomerias, camelias y otras muchas especies que hoy dan vida al parque botánico del Pazo.
Pero la especie estrella sin duda es la camelia, que recibe su nombre por el misionero Georg Joseph Kamel, quien el siglo XVII la importó desde Japón a Europa. En el caso de Galicia se dice que esta especie pudo haber sido introducida gracias a los marineros españoles y portugueses ya en un siglo antes, aunque no existen pruebas escritas que respalden esta teoría.