El vecino Portugal siempre es un lugar ideal para escaparse uno o dos días, sin muchas complicaciones y preparando el viaje incluso en el último momento. La hospitalidad y buen humor de los portugueses, su excelente comida y sus infinitos planes culturales y de ocio abren un enorme abanico de posibilidades a todos los vigueses que quieran darse un "paseo express" por las calles empedradas de cualquiera de sus ciudades.
Oporto, la capital del norte luso, gusta por su belleza y enamora por el encanto de su arquitectura, el romanticismo de sus puentes y, por qué no, su delicioso vino dulce. La cercanía a la ciudad de Vigo, además, lo hace el destino perfecto para disfrutar de una jornada fuera de nuestras fronteras a poco más de hora y media de casa.
Actualmente, Portugal ha decretado el ‘Estado de calamidad’, lo que implica que es necesario presentar un resultado negativo de un test PCR realizado en las 72 horas anteriores al viaje o un test de antígenos realizado en las 48 horas anteriores. También se puede presentar un certificado Covid de recuperación, que indica que se ha pasado la enfermedad en los 180 días anteriores a la visita.
Arquitectura de ensueño
La mejor manera de conocer cualquier ciudad es, sin duda, paseándola. Oporto, con sus carreteras empedradas y sus casas bajas se convierte en el emblema del norte de Portugal, donde se pueden contemplar infinidad de edificaciones tradicionales. Puede partirse, por ejemplo, de la majestuosa estación de Saõ Bento, en la que la historia de Portugal está reflejada en un impresionante mosaico con más de 20.000 azulejos.
La catedral de la Sé continúa la tradición con un claustro cubierto de espectaculares azulejos. Es el edificio religioso más importante de la ciudad y muestra una icónica mezcla de estilos arquitectónicos que van desde un edificio original románico hasta un altar barroco, pasando por exteriores y rosetones góticos.
Otro de los edificios imprescindibles de Oporto es el Palacio de la Bolsa, construido en el siglo XIX y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. El patio de entrada acristalado, las enormes escaleras de granito y las habitaciones cubiertas en madera o pan de oro conducen hacia un final, si cabe, más espectacular: la llamada Sala Árabe inspirada en la Alhambra granadina, que esconde 300 metros cuadrados de estilo morisco.
Para ver su arquitectura con perspectiva debe subirse a la Torre dos Clérigos, cuyos 76 metros la convierten en la más alta del país. Sin duda, merece la pena subir todas las escaleras para disfrutar de una de las mejores vistas de Oporto.
Ocio y cultura con vistas al Douro
En la ciudad de los puentes no se puede uno olvidar de la importancia de éstos, que no solo salvan el río Duero (Douro en portugués), sino que se han convertido en el símbolo de Oporto. El más conocido e importante es el Ponte Luís I, construido a finales del siglo XIX, que une la ciudad con Vila Nova de Gaia. Su estructura de hierro ofrece, además de un paseo sobre el río, impresionantes vistas de la ribera y de los barrios más céntricos.
Otra de las opciones para ver Oporto desde una perspectiva diferente es la de navegar en un rabelo, un barco tradicional que antiguamente se utilizaba para llevar las barricas de vino de una orilla a otra. Actualmente se puede reservar un pequeño crucero que recorre los seis puentes que atraviesan Oporto y disfrutar de un original punto de vista.
No se puede abandonar la ciudad sin visitar una de las librerías más bellas de Europa, que se dice que inspiró a una joven J. K. Rowling para escribir la saga de Harry Potter. La Librería Lello e Irmão, muy cerca de la Torre dos Clérigos, resulta impresionante y mágica a partes iguales, bien sea por la cantidad de volúmenes que albergan sus paredes como por la espectacularidad de su arquitectura. Sus emblemáticas escaleras de madera son de parada obligatoria.
Gastronomía para conquistar
Entre las mejores cualidades de nuestros vecinos portugueses, sin duda alguna, se encuentran su increíble mano en la cocina y sus riquísimos vinos. El bacalhau à brás es el plato estrella, pero no el único que los lusos dominan. En Oporto, de hecho, lo típico es comerse una francesinha, una suerte de sándwich de varios pisos relleno de tres o cuatro tipos de carne, con queso a raudales y una salsa en la que se sumerge todo.
En la Ribeira, la zona del río que linda con el Puente Luís I, hay mucha oferta gastronómica que va desde lo más sencillo hasta platos de vanguardia. En esta misma zona se encuentra, por ejemplo, un pequeño restaurante llamado Está-se Bem em Casa, que presume de hacer comida casera y resulta una magnífica opción para degustar cualquier especialidad portuguesa.
Los más recomendados, sin embargo, están más hacia el centro, como es el caso de Casa Guedes, el restaurante típico con mejores críticas de TripAdvisor, con espectaculares francesinhas como "cabeza de cartel". Petisqueira Voltaria, entre los más aclamados también, hace una pequeña revisión de los platos típicos y ofrece una carta más moderna, aunque basada en las recetas de toda la vida. Para sumergirse en el Oporto verdadero, no obstante, se puede visitar el Café Guarany, conocido no solo por su comida sino por sus espectáculos de fado en directo.
Para terminar la visita a Oporto, qué mejor que brindar con uno de sus vinos a orillas del Douro, o incluso visitar alguna de sus bodegas. Ramos Pinto, Sandeman, Ferreira y Calém son las más conocidas y sus magníficas terrazas con vistas al río son una forma perfecta de contemplar la puesta de sol acompañada de un buen oporto.