Conocida de forma internacional gracias a su multitudinaria Romería Vikinga, la localidad de Catoira se presenta ante sus visitantes como uno de los destinos más completos de las Rías Baixas. Paisajes de contrastes entre mar y montaña, una exquisita gastronomía, buen clima, calles repletas de historia (fue durante siglos una de las fortalezas defensivas más inquebrantable de Galicia) y singulares rincones ―como el de las Torres do Oeste o una antigua cantera convertida en laguna― conforman la estampa de esta histórica villa. 

Más allá de todo este rico patrimonio, Catoira puede presumir de ser el único municipio que posee algún ejemplo de los tres tipos de molinos tradicionales (viento, agua y mareas) presentes en toda Galicia. De hecho, los molinos de viento de Abalo son, según se dice, únicos en toda Europa debido a su doble sistema de aspas. Ubicados en la cima de Pedras Miúdas, este conjunto de molinos goza de una de las mejores vistas de la localidad, que permiten capturar una panorámica completa de la laguna, la ría de Arousa y la propia desembocadura del río Ulla. En definitiva, un entorno extraordinario en el que naturaleza y tradición se entremezclan a partes iguales.

Los molinos de Abalo: historia y naturaleza

Molino de viento en Catoira. Foto: Páxinas Galegas

Los molinos de viento de Abalo, en Catoira, son una rara avis para la comunidad gallega y constituyen un conjunto etnográfico de gran valor histórico-patrimonial para la localidad. Esta modalidad tan poco frecuente en nuestro territorio debe su singularidad a la morfología de la estructura y al doble sistema de aspas que utilizaban para aprovechar la fuerza del viento sin importar la dirección, y que además es señero en toda Europa.

Estas construcciones, datadas entre finales del siglo XIX y principios del XX, se caracterizan asimismo por ser bidireccionales de planta circular y torre fija. Sobre los techos cabe destacar que estaban construidos a base de teja de país. En la cumbre de este pequeño sistema montañoso en Catoira, a unos 180 metros sobre el nivel del mar, llegaron a convivir hasta once molinos de viento diferentes: tres situados en Abalo, otros cinco en San Miguel y los restantes en Monte Cebreira. Todos ellos aprovechaban las corrientes existentes en estas zonas altas para generar energía eólica y poder desempeñar así sus funciones particulares.

Molinos en Catoira con vistas al río Ulla. Foto: Obaixoulla.gal

A día de hoy se puede apreciar como algunos de los molinos han sido reconstruidos mientras otros tantos se mantienen en ruinas, conservando en muchos casos tan sólo sus cimientos. En el lugar se han habilitado varios bancos que permiten, tras una caminata hasta la cima, observar las privilegiadas vistas a la ría de Arousa, el estuario del Ulla, la península do Barbanza e incluso parte del valle do Salnés. Otra de las curiosidades en esta zona tiene que ver con la línea ferroviaria, ya que por el monte de O Mesón, a apenas unos 100 metros de la laguna de Pedras Miúdas, atraviesa mediante un túnel la línea del AVE en dirección Santiago de Compostela.

Laguna de Pedras Miúdas, otra joya en Catoira

En las laderas de estos montes en Catoira, muy cerca del conjunto de molinos de viento ya mencionados, emerge un curioso espacio natural conocido como laguna de Pedras Miúdas. Pese a la singular belleza que envuelve todo el entorno, el origen del humedal ―catalogado como Outeiro da Vila en el Inventario de Humidais de Galicia― hunde sus raíces en una antigua cantera abandonada que de forma natural dio lugar a este paraje cubierto por la naturaleza. 

Laguna de Pedras Miúdas, Catoira. Foto: Shutterstock

La laguna de Pedras Miúdas es uno de los mejores ejemplos del poder evolutivo y regenerativo de la naturaleza. El proceso de metamorfosis que sufrió esta cuenca en Catoira se debe en gran medida a la acumulación de aguas procedentes de las fuertes lluvias y la existencia de varios manantiales bajo los suelos de la cantera. La transformación paisajística vivida le valió a esta zona la distinción como Espacio Natural de Interés Local ya en el año 2008. En la actualidad, el entorno de la laguna ha sido dotado de un aula medioambiental, aparcamiento y áreas de recreo, así como varias pasarelas de madera que culminan su trazado en lo alto de la colina donde se localizan los molinos de viento.