Personalización, exclusividad y sobre todo, confort, son tres de los pilares que buscan ofrecer los "hoteles boutique", un concepto en auge vinculado al nuevo turismo que ha llegado también hasta las Rías Baixas. En la comarca do Salnés, el Abuelo de Arcos es uno de esos espacios desbordantes de identidad propia, donde el recogimiento y la decoración de cada estancia ―y rincón exterior, incluyendo la piscina― conforman un lugar único en el que los huéspedes pueden disfrutar de una experiencia completa, sintiéndose al mismo tiempo como en su propia casa.
En el verano del 2020, las puertas de este oasis en el corazón de Meis se abrieron para recibir a sus primeros visitantes. Una oda a la tranquilidad y el buen gusto, de tan sólo 7 habitaciones dobles, que empezó a gestarse unos años antes con la voluntad de convertirse en un auténtico proyecto de vida. Y es que parte de la esencia del Abuelo de Arcos ―o "la maison de mon grand-père", en honor a las raíces francesas de sus propietarios― reside en su origen familiar. Fredie fue el principal impulsor de esta singular casa rural, pero para él la etiqueta de alma máter la abanderan sus abuelos: José Manuel y Josefa. "Mis abuelos nos dejaron esta maravillosa casa. Él no vive, pero mi abuela sí. Ella es la columna del proyecto y de la que más orgulloso me siento de que lo pueda disfrutar", confiesa.
Un lugar para disfrutar y relajarse
"Somos un hotel en servicios, pero esto es una casa", afirma Fredie sobre el carácter intrínseco del Abuelo de Arcos. Este alojamiento en el lugar de Arcos en Meis, alejado de todo bullicio y distracción, aboga por compartir una filosofía slow y sostenible en sus cerca de 5.000 metros de terreno. La propiedad original, datada del año 1866, ha ido viviendo su particular metamorfosis en las últimas décadas, desde reformas puntuales a todo un plan de rehabilitación en el que cada miembro de la familia ha podido dejar su sello particular. "Todo el mundo ayudó y puso su granito, sino sería imposible hacer esto. Y el 70%, mis padres, porque realmente sin ellos yo no estaría aquí. Yo soy la continuación de la idea y del proyecto", asegura el propietario.
¿El resultado? El haberse consolidado en tan sólo dos años como uno de los alojamientos con mayor encanto de las Rías Baixas. La casona principal con sus zonas comunes, un patio interior y una cabaña independiente, así como una piscina infinita con vistas al valle do Salnés y un jardín repleto de rincones en los que tumbarse a desconectar conforman parte de la estampa idílica y familiar del Abuelo de Arcos. Desde la entrada, un vistazo rápido a la estética y el cuidado que reflejan sus exteriores permite vaticinar que de puertas para dentro, las habitaciones y zonas comunes no podrán dejar a nadie indiferente. Cada estancia de esta casa rural emana una mezcla de portada de revista ―podría incluso haber salido en alguna decana de decoración como AD o FRAME― y esa calidez tan inherente a los hogares.
Entre estos límites, el único requisito para poder disfrutar de la tranquilidad y exclusividad del espacio es ser mayor de edad, ya que en este alojamiento rural no se admiten niños. "Buscamos lo que es la tranquilidad (…) Nos encantan los niños, pero muchos de nuestros clientes vienen aquí a descansar, sobre todo los fines de semana", comenta Fredie. "No tenemos habitaciones triples, ni supletorias, siempre dobles con camas matrimoniales. Al final está muy enfocado a parejas que quieren desconectar", agrega. Tal y como nos aclara el propietario, el perfil mayoritario de clientela que visita el Abuelo de Arcos es de "parejas de entre 40 y 60 años", aunque también existe un sector joven e incipiente que ronda los 20 o 30 años. Del mismo modo admite que el grueso de las reservas las atienden de forma directa por redes sociales y las restantes a través de booking.
En lo que respecta a las instalaciones, la casa rural de Arcos dispone de siete habitaciones dobles, cinco estándar y dos suites, una de las cuales se sitúa en una casita al estilo cabaña anexa a la propiedad principal. Estas habitaciones superiores cuentan con camas grandes (1,80) y una estupenda bañera de relajación, además de los servicios comunes al resto de estancias, como wifi, aire acondicionado y televisión. También, la propiedad tiene habilitado un parking privado gratuito para clientes y en el precio de reserva está incluido un desayuno buffet asistido. "Nosotros servimos todo en la mesa, tanto en exterior como en interior. Tú te sientas, te servimos y si quieres repetir puedes hacerlo sin problema", aclara.
Más allá de los packs integrados en cada reserva, desde el alojamiento ponen a disposición de sus huéspedes una carta de servicios que les permite añadir algún extra, previa solicitud, a su experiencia en el Abuelo de Arcos. Uno de los más interesantes son los masajes y terapias de bienestar en colaboración con Sendeiro. "Están enfocados a primavera-verano en exterior. Es bajo reserva y hay un número de tratamientos a escoger que incluso se puede hacer en pareja", explica Fredie. En definitiva, un espacio de lo más singular donde cada detalle te hace sentir aquello que fue y que en parte sigue siendo: una casa.
Cocina orgánica en el menú del Abuelo de Arcos
En los servicios y extras del Abuelo de Arcos es donde gana fuerza la apuesta por el producto de cercanía y la cocina orgánica. Tanto los desayunos, como los snacks del día o las cenas del alojamiento están preparados ―al menos en la medida de lo posible― con productos no procesados y que pueden presumir de la etiqueta de kilómetro 0: de la huerta a la mesa en un abrir y cerrar de ojos. "Tengo la suerte de tener una vecina que tiene un huerto aquí al lado y que todas las mañanas, durante el verano, me deja una bolsita con lechugas, tomates y otras hortalizas", relata Fredie. "Después la carne la compro siempre en la carnicería del pueblo y los sábados voy a la feria de Mosteiro a coger pan de maíz y otros productos", añade a su retahíla de espacios gastronómicos de culto.
También en lo que a repostería se refiere, todos los productos que ofrecen en el primer menú del día del hotelito están hechos artesanalmente. Croissants, bizcochos, granola casera… la lista ni termina ni descansa. Todo un recetario de manjares dulces que se completa con otros para los paladares salados, como tostas o sandwiches en bases de pan artesanal. "Fuera de temporada mi novia viene y me echa una mano con la repostería, que es la que realmente me enseñó y se dedica a ello", reconoce Fredie, quien durante el resto del año se pone el mandil del Abuelo de Arcos para servir a aquellos huéspedes que lo soliciten un menú, que él mismo define como, "informal y tradicional".
Además, en épocas muy concretas y seleccionadas, la casa rural también abre sus puertas, fuera del horario de servicio de clientes, para recibir a personas no alojadas que quieran disfrutar del entorno y un desayuno completo al más puro estilo Abuelo de Arcos. "Es un extra que está enfocado a gente más bien de la zona que quiera conocer la casa", reconoce el propietario. Una vía muy exclusiva, apenas publicitada a través de sus redes sociales, que permite a unos pocos vivir de una forma diferente la experiencia de este alojamiento con encanto en O Salnés.
El futuro del Abuelo de Arcos
Dos años han sido más que suficientes para que el Abuelo de Arcos haya logrado poner su nombre en el mapa de place to be de Galicia. Una de las singularidades que marcan el carácter especial de este espacio es, sin lugar a dudas, la raíz familiar que envuelve ―literal y metafóricamente― el grueso de la propiedad. De puertas para fuera, el Abuelo de Arcos es conocido y reconocido por su nombre comercial, pero en el interior de la finca: "la maison de mon grand-père", escrito bajo una lavanda (típica del sur de Francia) con la caligrafía de la abuela Josefa, recorre cada rincón y extensión del negocio.
De hecho, en una de las zonas comunes, junto a algunos productos propios y de la zona (como vinos, miel o chorizos) que también se encuentra a la venta; las velas, mandiles y demás textiles serigrafiados con esa simbólica frase en francés están disponibles para ser adquiridos por los visitantes que así lo deseen. Mientras la familia del Abuelo de Arcos sigue creciendo dentro y fuera de Galicia, la propiedad al completo también espera poder expandirse poco a poco. "Hay mucha finca por explotar. La intención, a la larga, es ofrecer 3 o 4 estancias del estilo a la cabañita", reconoce Fredie. "Quiero tener unas 18 o 20 personas como máximo, porque al final la gente viene aquí buscando tranquilidad y sino perdería su esencia", agrega. Un proyecto en movimiento que nació de una ilusión y que ahora busca crear legado desde el corazón rural de Meis.