En el municipio de Forcarei, concretamente en la parroquia de Millarada, las neveras ya existían en el siglo XVII. En lo alto de la Serra do Candán, a unos 810 metros de altitud, se encuentran situadas unas antiguas construcciones conocidas como Neveiras de Fixó, de carácter etnográfico y elevado valor patrimonial, que se empezaron a construir a lo largo de la Edad Media como mecanismo para el almacenaje de hielo.
Su historia está ligada también a la de los monjes cístercenses, pues cuando empezaron a aparecer los primeros monasterios de la Orden del Císter en Galicia, la mayoría de ellos contaban con sus propios depósitos de hielo. En el caso de las Neveiras de Fixó, estas fueron explotadas por el Monasterio de Aciveiro y el Cabildo de Santiago, al menos hasta que surgió alrededor de ellas todo un comercio para la conservación de carnes, bebidas e incluso tratamientos médicos.
Origen e historia
Durante la Edad Media, el grueso del territorio que abarca la Serra do Candán ―clasificada a día de hoy como Red Natura 2000 y Lugar de Importancia Comunitaria (LIC)― formaba parte del Coto del Monasterio de Aciveiro, que tenía en su poder hasta otras tres neveras a parte de las de Fixó. Tal y como adelantamos unas líneas más arriba, en esta zona también el Cabildo de Santiago, y otros como el colegio Jesuitas de Pontevedra, la Real Audiencia de Galicia y algún que otro particular, contaban con sus propios refrigeradores naturales.
Por norma general, estás construcciones estaban localizadas en puntos elevados, en los que era habitual que nevase abundantemente durante el invierno; y próximos a transitadas vías de comunicación, como es el caso del Camino Real que enlazaba el Monasterio de Aciveiro y el lugar de O Ribeiro. El hielo solía mantenerse en buenas condiciones durante los meses posteriores a la temporada invernal gracias a un complejo sistema cuyo uso se extendió entre los siglos XVII y XIX.
De hecho, en todo el antiguo Reino de Galicia llegaron a estar censadas hasta 10 neveras: seis de ellas pertenecientes a Santiago, otras dos en Ourense y una ubicada en Betanzos, si bien se sabe que el número extraoficial era bastante superior. Esto mismo sucedía en la Serra do Candán, donde existieron más neveras controladas por monjes, aunque en la actualidad tan sólo se conservan dos depósitos de nieve y la casa del neveiro que se encargaba de controlar la actividad.
Neveiras de Fixó: ayer y hoy
Hace un par de años, los restos de los dos depósitos de nieve que han llegado hasta nuestros días ―Nevera A Vella/Norte y Nevera A Nova― fueron acondicionados y parcialmente rehabilitados para facilitar la visita e interpretación de los mismos. A día de hoy, el espacio arqueológico, visitable a lo largo de todo el año, está rodeado de pinares, molinos de viento que recorren toda la sierra, sendas accesibles ―como la ruta que conduce a la aldea abandonada de Grovas― y diferentes paneles informativos que dan cuenta del hito histórico de las Neveiras de Fixó, construidas entre los años 1625 y 1685. Además de estas construcciones, el conjunto arqueológico se completa con cobertizos anexos y vestigios de la Casa do Neveiro, entre otros.
La primera de las neveras, conocida popularmente como A Vella o Norte, cuenta con unas dimensiones de unos 7,5 m de diámetro por 8 de profundidad. Las medidas de la segunda en cambio rondan los 7,75 m de diámetro de boca y 4,5 m de profundidad. Ambas neveras se encuentran rodeadas de varios muros de contención que servían asimismo para salvar el desnivel y como aislante térmico. En cuanto a su recubrimiento se ha especulado sobre el uso de piedras o tejas sobre armazón de maderos (existían varias fábricas de tejas tradicionales en las cercanías), aunque la realidad es que no se sabe con absoluta certeza el material utilizado para la cubrición.