El Castillo Torre de Tebra, ubicado en la parroquia que lleva el mismo nombre, en Tomiño, permite a sus visitantes experimentar la cultura gallega más tradicional, y también sentirse parte de la realeza. Y es que sus instalaciones acogieron la visita, en el marco de un campamento de verano del Colegio Santa María del Camino de Madrid, de las infantas Elena y Cristina de Borbón, cuando eran unas niñas. También estuvo la reina, que, por aquel entonces, aterrizó en helicóptero en el propio castillo.
Para entender la conexión entre la realeza española y el Baixo Miño hay que retrotraerse al momento en el que parte del equipo directivo del colegio madrileño, que mantenía amistad con el tomiñés Rogelio Piñeiro, veraneaba en A Guarda (Pontevedra). Durante su estancia en tierras gallegas y además de residir en el castillo, Elena y Cristina de Borbón recorrieron todo el entorno, incluido el municipio costero, junto a sus compañeras. Este hecho todavía se recuerda, a día de hoy, en la localidad del Concello de Tomiño.
En la construcción, levantada en el siglo XV por Pedro Madruga y declarada Bien de Interés Cultural , destaca, especialmente, su torre de estilo renacentista. Atesora una larga historia: Con momentos álgidos, como el mencionado, y otros no tanto, ya que, los Reyes Católicos, tal y como recuerdan sus actuales propietarios, ordenaron la demolición del inmueble, que fue reconstruido posteriormente por Juana I de Castilla.
Rogelio Piñeiro, natural de la zona, dedicado a la empresa maderera y vecino de los marqueses propietarios de la fortificación -ésta también lo fue en su momento de la familia Suárez de Deza-; se hizo con ella. Inicialmente su idea pasaba por acometer una inversión junto a dos socios más que, finalmente, renunciaron a la posibilidad. Piñeiro continuó con el plan y, a día de hoy, sus hijos y nietos han reabierto las instalaciones como establecimiento turístico rural de Grupo A. "Para él aquello fue un cambio de vida total. Vendió sus propiedades y convirtió el castillo en vivienda habitual", recuerda Ariadna Campos Piñeiro, su nieta y una de las promotoras para la apertura al público en 2018 de unas instalaciones que siempre habían estado cerradas.
La actividad hotelera se extendió hasta el 2019, sin embargo, la crisis del Covid-19 obligó a la familia Piñeiro a cesarla desde entonces y hasta el pasado mes de junio, momento en el que el complejo reabrió sus puertas. "De momento la cosa va muy bien. Estamos cogiendo reservas y, por lo que nos traslada la gente, las primeras impresiones son muy buenas", asegura Ariadna. "La mayoría de las solicitudes que tenemos ahora proceden de gente de España, pero en 2018 vino mucho turismo internacional", añade.
El Castillo Torre de Tebra dispone de 10 habitaciones dobles, una suite con conexión a la terraza principal y una doble superior con acceso a la torre pequeña, todas ellas repartidas en tres plantas. La estancia incluye desayuno y la posibilidad de disfrutar de la naturaleza. En sus dos hectáreas de terreno, en el que llaman la atención los 200 limoneros existentes y otros árboles centenarios; existe la opción de realizar rutas de senderismo a pie o en bicicleta. También hay un rebaño de ovejas y una zona de huerto, además de un molino antiguo, una capilla y un lagar. "Lo bonito del castillo es experimentar la cultura gallega y la historia. Alojarte en él es alojarte en muros de historia", subraya Ariadna.
Por último, la familia Piñeiro remarca la "buena conservación" de su propiedad. "Al estar catalogado como BIC tenemos que ajustarnos y cumplir una normativa", concluye la nieta de Rogelio Piñeiro.
Las personas interesadas en vivir "a cuerpo de princesa" tienen una nueva opción en Tomiño.