Desde lo más profundo de las rías gallegas hasta el corazón interior de Galicia, son muchas las islas y peñascos emergidos entre las aguas oceánicas o fluviales que dan forma a un sinfín de paisajes extraordinarios. Sin ir más lejos, el río Ulla alberga a lo largo de su trazado un enclave mágico formado por seis pequeños islotes conocidos como las Islas de Gres o Insuas de Gres. Este pequeño archipiélago fluvial se enmarca en el límite natural entre las provincias de A Coruña y Pontevedra, justo a la altura de los municipios de Boqueixón y Vila de Cruces. Cabe señalar que el afloramiento natural de estas islas transfronterizas surgió a raíz del embalsamiento de las aguas del río y que, en la actualidad, cinco de ellas se encuentran unidas por pasarelas, puentes o pasos de piedra que permiten a los visitantes disfrutar de un gran área recreativa rodeada de paz y naturaleza.
Para descubrir el origen detrás del nombre de estas islas tendremos que poner el foco en su vertiente pontevedresa, pues el archipiélago fluvial toma su apodo de una parroquia de Vila de Cruces conocida como Santiago de Gres, de donde además es natural el afamado escritor Xosé Neira Vilas. De hecho, las Islas de Gres también son designadas de forma popular como Insuas de San Ramón en honor al patrón de Gres. En cualquier caso, y al encontrarse en la frontera entre dos territorios, el paraje pertenece a ambas localidades gallegas. Cabe destacar que el área recreativa se localiza muy cerca del antiguo puente de Ledesma, por lo que recorrer al lugar también significa adentrarse en la historia y arquitectura de este rincón a medio camino entre A Coruña y Pontevedra.
Un oasis verde sobre las aguas del Ulla
El área recreativa que envuelve a las Islas de Gres está constituida por una serie de islotes más conocidos por los nombres de Insua da Praia, de San Ramón, de Pachín, dos Namorados y das Palletas, todas ellas enlazadas hoy por hoy a través de pequeñas pasarelas o pasos de piedra. Lo cierto es que este pequeño archipiélago fluvial conforma un verdadero pulmón verde en el corazón del río Ulla. De hecho, las Islas de Gres albergan entre sus límites un gran número de carballos centenarios y naturaleza propia de ribera, pobladas en su mayoría por distintas especies florales y arbóreas típicas de este tipo de zonas húmedas. Es por ello que los visitantes de este paraje natural podrán encontrar en mitad de los bosques flotantes ejemplares como los ameneiros, freixos o loureiros, los cuales dan forma a un paisaje salvaje y onírico sobre las aguas del Ulla.
Más allá de la enorme riqueza natural y paisajística del enclave, las Islas de Gres también se presentan como un lugar ideal para una jornada de ocio en familia o con amigos. El grueso del área recreativa cuenta con mesas, bancos, barcabacoas e incluso un palco para la celebración de festividades importantes. De hecho, a finales de agosto se celebra en este punto una de las romerías más importantes de la parroquia de Gres, la fiesta en honor a San Ramón, el santo de las embarazadas e intercesor de las mentiras y chismes. En el entorno también se exhiben varios monolitos y placas dedicadas a personajes relevantes de la villa como el escritor Xosé Neira Vilas o Adolfo Villar Donato, uno de los grandes impulsores y custodios de este parque. Por otro lado, dentro del conjunto de islotes destaca una playa fluvial que es muy frecuentada por jóvenes y familias cuando se acerca la temporada estival.
Qué ver en los alrededores de las Islas de Gres
Arte, historia y tradición conviven en los alrededores de las Islas de Gres. De facto, y tras superar estos pequeños islotes, el río Ulla atraviesa un extraordinario puente de origen medieval conocido como Ponte Ledesma. La pasarela en cuestión permite salvar las aguas del río y entrelaza los municipios de Vila de Cruces y Boqueixón, si bien lo más interesante es que en el pasado formaba parte de un camino real que unía el interior gallego con la ciudad de Santiago de Compostela. Dicho itinerario hace referencia a la famosa Vía Romana XIX del trayecto de Antonio que partía desde A Estrada hasta la actual capital gallega. En cualquier caso, y aunque sus orígenes más remotos podrían establecerse en la época romana, lo cierto es que los primeros escritos históricos en los que se menciona este puente de piedra datan de 1276. También se sabe con certeza que alrededor del año 1574, la estructura fue reformada casi por completo confiriéndole una aspecto mucho más actual.
En los límites de Vila de Cruces, a apenas 10 minutos a pie de los islotes, la Fundación Xosé Neira Vilas conforma una de las paradas obligatorias de todo viajero de paso por esta localidad pontevedresa. El espacio museístico en cuestión se encuentra enmarcado en la propia casa natal del autor de Memorias dun neno labrego (1961), una de las novelas más importantes, traducidas y vendidas de toda la narrativa gallega. En el interior de esta especie de biblioteca pública y centro de estudios se conserva y difunde una buena parte del legado cultural y artístico de Xosé Neira Vilas y Anisia Miranda (escritora cubano-española, hija adoptiva del Ayuntamiento de Vila de Cruces y mujer de Neira Vilas), con todo tipo de manuscritos, correspondencias, fotografías e incluso obras de arte de ambos literatos.