La ría de Vigo esconde mitos y leyendas como tesoros ocultos en sus aguas y botines escondidos en los montes que se alzan en su costa, historias que han perdurado generaciones a ambos lados del camino marítimo que hoy cruzan ferris diariamente. 

Domaio, una parroquia situada en el municipio de Moaña, es una de esas localizaciones que guarda un mito popular entre sus montes y que está íntimamente ligado a una noche ya mágica de por sí: la noche de San Juan.

Siguiendo el curso del Rego da Miñouva, que cuenta con una ruta propia de senderismo, un cambio de nivel en el terreno genera una pequeña cascada. El agua que cae de ella forma una poza que es la protagonista de la leyenda que le da nombre: la Poza da Moura.

Llantos cada noche de San Juan

Cuenta la leyenda que una chica mora se enamoró de un campesino de la zona, pero su padre no aprobaba la relación. Por ello, decidió acabar con la vida del pretendiente en ese mismo lugar; cuando ella se entera de la trágica noticia, decide lanzarse a las mismas aguas en las que fue asesinado su enamorado para desaparecer para siempre. Desde entonces, cada noche de San Juan, la joven aparece en la poza, cepillando sus cabellos con un peine de oro, al tiempo que se escuchan sus lamentos por la pérdida del que fue su amor de juventud.

Más allá del mito, la Poza da Moura brilla por su ubicación; desde las alturas, se puede observar la ría de Vigo y el puente de Rande a mano izquierda. Además, se ha convertido en un lugar perfecto para los calurosos días de verano, ya que está rodeada de piedras planas donde depositar la toalla para darse un chapuzón en sus cristalinas y frescas aguas. 

Poza da Moura. Illa dos ratos

Además de la poza, la ruta a pie en sí misma merece la pena. Un poco más arriba, se encuentra otras pozas, algunas de ellas con cascadas que ofrecen un desnivel mayor que la de a Moura. Hacia el oeste, existe también otra ruta a través del Rego da Freixa que cuenta con más cascadas y media docena de molinos de agua, algunos restaurados y otros de los que sólo se conservan sus restos.

Un mirador original

Surgiendo de la ría hacia el cielo, se alza el Monte do Faro de Domaio, que con 636,20 metros es el de más altura de toda la península del Morrazo. Su elevación y su situación estratégica lo han convertido en un punto indispensable para las telecomunicaciones de la zona. En la cúspide cuenta también con un espectacular mirador desde el que se disfruta de una vista panorámica desde el estrecho de Rande hasta Cabo Home y las islas Cíes.

Mirador con esculturas de madera en forma de mano en Monte do Faro. Thalia García

Para disfrutar de las vistas, además de adecuarse una estructura metálica, también se han instalado dos esculturas giratorias de madera en forma de mano, obra de Jose Antonio Fervenza, Tallas Yosi, artista natural de Moaña. Desde este punto y hacia el norte, se puede visitar también el Parque Lagocheiras, en el que se pueden conocer más obras de este artista local.

En la falda del monte aparece otro lugar mágico: la mámoa de Chan de Arquiña, un dolmen con más de 5.000 años de antigüedad y uno de los mejor conservados de Galicia. En las excavaciones de la zona se encontraron varios útiles y herramientas de piedra y fragmentos de cerámica que formaban parte de un ajuar funerario.

Mamoa de Chan de Arquiña Wikipedia

A orillas de la ría, Domaio también ofrece una oferta hostelera donde prima la gastronomía gallega con vistas al mar en la zona del puerto, y actividades turísticas que permiten visitar las bateas en barco. 

Muy cerca de Domaio está Tirán, una de las localizaciones principales de El último barco, la novela de Domingo Villar, donde destaca la casa azul de Mónica Andrade, la histórica iglesia de San Xoán de Tirán o el mirador de A Mona.

Iglesia de San Xoán de Tirán. Turismo Rías Baixas