Galicia se encuentra repleta de un sinnúmero de muestras religiosas de las diferentes civilizaciones que lograron colonizar toda la geografía. Lo cierto es que el descubrimiento del sepulcro del Apóstol Santiago en el siglo IX atrajo hasta estas tierras a muchas de las principales órdenes monásticas surgidas en Europa, las cuales dejaron en la región una huella imborrable en forma de templos y monasterios. En el caso particular de los conjuntos monásticos, cabe recordar que este tipo de lugares de retiro ya existían antes del hallazgo de la tumba del Apóstol y, de hecho, la historia de dichos monasterios se remonta hasta al menos la época del reino suevo de Galicia, allá por el siglo VI.
Algunos de los cenobios más primitivos todavía perviven en el territorio, destacando casos como el del Monasterio de San Pedro de Rochas, enclavado en la Ribeira Sacra ourensana; o la iglesia monacal de Santa Comba de Bande, uno de los grandes tesoros del arte visigótico.
En cualquier caso, está claro que muchas de estas joyas patrimoniales todavía recorren el grueso de la comunidad como testigos de un pasado consagrado a la
espiritualidad, convertidos en su mayoría en auténticos remansos de paz dada su situación privilegiada en lugares apartados y rodeados por la naturaleza.
En el presente, una buena parte de ellos sobrevive en la más absoluta ruina, mientras otros tantos han sido rehabilitados e incluso reconvertidos más allá de la religión. Sin ir más lejos, en el corazón interior de las Rías Baixas se localiza un histórico cenobio que ahora busca una segunda vida de la mano del turismo y la viticultura. Situado en el municipio de Cerdedo-Cotobade, el conocido como Monasterio de San Pedro de Tenorio inició la pasada temporada estival un complejo proceso de recuperación y puesta en valor de este Bien de Interés Cultural (BIC), cuyo proyecto de futuro también incluye una firme apuesta por el sector turístico, vitivinícola y hostelero.
Breve historia del Monasterio de San Pedro de Tenorio
El monasterio de Tenorio hunde sus raíces en la Edad Media, siendo varios los autores que establecen su primera fundación en el siglo X. De hecho, la primera referencia documental a la citada construcción aparece en un escrito del monasterio de Lérez datado en el año 1073, en el cual el abad de Tenorio se presenta como confirmatorio. Tras varios siglos de historia y actividad religiosa, sería alrededor del XV cuando empezaría el comienzo de su declive. En aquella época es precisamente cuando el caballero feudal Pedro Madruga cambió al abad de Tenorio por un monje del Monasterio de Lérez, lo que provocó el abandono del conjunto monacal por parte de los monjes que no aceptaron el nuevo nombramiento.
En etapas posteriores de su historia, el monasterio de Tenorio llegó a ser empleado como refugio por los guerrilleros durante la Guerra de Independencia. Cabe destacar que en el transcurso de aquella contienda la propiedad resultó parcialmente destruida tras haber sido incendiada por las tropas francesas. No obstante, el abandono definitivo de este cenobio gallego no tendría lugar hasta la desamortización de Mendizábal ya a finales del siglo XVIII.
Retazos de su arquitectura y segunda vida
El Imperio Romano también dejó su huella en este monasterio pontevedrés. La realidad es que de la antigua arquitectura románica apenas se conserva la esquina suroeste de la iglesia, junto con algunos elementos como el Agnus Dei o un rosetón de la fachada convertido actualmente en óculo.
El conjunto monástico de Tenorio presenta asimismo un templo barroco del siglo XVIII, erigido sobre una obra anterior de origen (probablemente) románico a juzgar por la estructura de la bóveda y la forma de algunas de las ventanas tapiadas. Según apuntan los expertos, lo más seguro es que la iglesia primitiva perteneciese al monasterio fundado por la orden benedictina.
En el interio de la capilla destaca el alta mayor de 1702, el cual presenta un retablo policromado con imágenes de San Pedro, la Inmaculada y Cristo Rey. En el extremo derecho de la nave también existe un altar con la Sagrada Familia y la Virgen del Carmen, así como otros dos dedicados a San Antonio y San Cristóbal. En el lado izquierdo se conserva un púlpito y varias figuras de la Virgen del Rosario con el Niño Jesús, San Roque y la Virgen de los Dolores acompañada de las Ánimas del Purgatorio.
Por su parte, el claustro del monasterio encuentra sus orígenes en el siglo XVI, configurado en dos alturas y tres alas que guardan una importante semejanza con las del monasterio del Lérez. Dicho claustro es además de planta rectangular y estilo barroco clásico, compuesto por varios arcos semicirculares que se sostienen sobre columnas exentas en un podio corrido. En el atrio destaca la silueta de un cruceiro con base de tres escalones, en cuyo capital se distingue la figura de la Virgen y el Niño, así como también del Cristo crucificado.
En lo que respecta al proyecto de recuperación y puesta en valor de este importante
patrimonio monacal, la intervención completa del monasterio de Tenorio pretende recuperar varios espacios que fueron cerrados a lo largo del tiempo, los cuales modificaron por completo la estructura y el aspecto original del cenobio. Si bien la
propiedad seguirá siendo parte de la iglesia, su uso fue cedido por un período de 35 años para una iniciativa turística, vitivinícola y hostelera. De hecho, en lo que respecta a su futura actividad, el alcalde de Cerdedo-Cotobade ya había adelantado que la intención de los promotores es recuperar en los próximos años los antiguos viñedos y bancales para la elaboración de un vino de calidad.