Galicia presume de una riqueza fluvial extraordinaria a lo largo y ancho del territorio, con cientos de ríos, pozas y cascadas que dan forma a algunos de los enclaves naturales más bonitos que podemos encontrar en la región. Además, estos lugares enclavados junto a los cursos fluviales gallegos son una alternativa perfecta para disfrutar durante el verano, pues suelen ubicarse lejos de los núcleos costeros más populares y sus masificados arenales. Sin ir más lejos, la cara interior de la Rías Baixas nos oculta tesoros naturales tan increíbles como el de la Fervenza de Callobre, uno de los secretos mejor guardados de la localidad de A Estrada.
La realidad es que A Estrada es una de las joyas turísticas más desconocidas de la comarca de Tabeirós-Terra de Montes, cuyos bonitos paisajes se dibujan entre sistemas montañosos y valles fluviales tan importantes como los de los ríos Ulla y Umia. De hecho, cabe recordar que A Estrada es conocido por ser el municipio con más molinos de toda España, albergando entre sus límites más de 600 de estas estructuras tradicionales según datos aportados a principios del año 2000 por la Asociación Vecinal Virxe Peregrina. No es de extrañar por tanto que los recursos fluviales de los que presume esta localidad gallega nos regala estampas tan bonitas como las del entorno de la cascada de Callobre, un salto de agua de diez metros de altura que vierte sus aguas sobre el legendario Pozo dos Mouros.
Una ruta al corazón fluvial de A Estrada
El paseo hacia las entrañas de la Fervenza de Callobre conforma una ruta perfecta para realizar en familia, pues se trata de un itinerario sencillo, de dificultad baja y apto hasta para los más pequeños de la casa. El sendero en cuestión avanza desde el Castro de Callobre a lo largo de 3,5 kilómetros entre los límites de la parroquia del mismo nombre, siguiendo la estela del río Curantes (afluente del Liñares) en un recorrido circular muy bien señalizado. De hecho, la gran protagonista de esta ruta se encuentra enclavada en un entorno mágico y privilegiado entre bosques de ribera, varios viejos molinos y meandros repletos de pozas, rápidos y otros pequeños saltos de agua.
Pese a lo agradable del paseo, cabe recordar que la Fervenza de Callobre se enmarca en una zona de acceso complicado por causa de la propia orografía del valle. No obstante, tras el acondicionamiento del sendero fluvial con pasarelas de madera y barandillas, en estos momentos es posible llegar hasta los pies de la cascada y disfrutar del espectáculo visual que se forma en este punto del recorrido. En lo referente al recorrido, la ruta de la Fervenza de Callobre presenta dos partes bien diferenciadas: un primer tramo que nos dirige hacia la parte más alta de la cascada y su particular mirador; y una segunda etapa que rodea el entorno hasta alcanzar la parte baja de la misma y su famoso pozo de leyenda. En cualquier caso, ya tras los primeros pasos de la senda el senderista podrá observar a ambos lados del río varios molinos en estado ruinoso así como escaleras y puentes de madera (uno de ellos colocado incluso sobre un tronco) que permiten salvar los desniveles y las zonas más complicadas de transitar.
Un pozo de leyenda
Galicia es tierra de leyendas y misterios. Lo cierto es que son muchas las pozas naturales que esconden en su historia algún que otro relato fantástico. Este es también el caso de la Fervenza de Callobre, en cuya parte baja se forma una pequeña charca conocida como el Pozo dos Mouros. Cabe recordar que los mouros son unas criaturas de la mitología popular gallega que, se dice, suelen vivir en túneles bajo tierra y estar asociados con lugares misteriosos. En el caso particular de Callobre, según explica la leyenda, el extremo derecho de este foso presenta un fondo infinito. De hecho, al parecer en más de una ocasión la gente de la zona trató de comprobar su profundidad arrojando piedras amarradas con cuerdas, aunque estas nunca encontraron el final.