Turismo rural, naturaleza y gastronomía se dan la mano en una localidad mágica y desconocida para muchos en el corazón de la comarca da Paradanta, justo en el punto de encuentro entre las fronteras naturales de la provincia de Pontevedra, Ourense y Portugal. Desde este rincón privilegiado al sur de Galicia, el municipio de Crecente destaca por ser una de las regiones vinícolas de la D.O Rías Baixas. Hablamos de una joya del interior de la provincia de Pontevedra: un destino verde que presume de un amplio patrimonio y una riqueza paisajística que se extiende por la cuenca del Miño entre frondosos valles y suaves perfiles montañosos como el del Monte da Serra.
De hecho, por su ubicación junto a las aguas del Miño y la naturaleza que envuelve a este municipio, son muchos los caminos olvidados que permiten al viajero disfrutar de un sinnúmero de actividades al aire libre en Crecente. De todas cuantas rutas existen, en la pequeña aldea de Rebordechán se enmarca una preciosa senda fluvial que se sumerge en la exuberante vegetación de ribera, la historia de Crecente y la huella de la molienda a través de su patrimonio etnográfico. Se trata del Regato do Chedeiro y su particular Camiño dos Muíños, una sencilla y agradable para descubrir con toda la familia.
Entre molinos, cascadas e historia
La naturaleza de Galicia conforma un lienzo perfecto en el que se dibujan cientos de paisajes verdes que llaman la atención por su belleza y encanto. Uno de esos lugares nos transporta hasta las entrañas de Crecente, a una pequeña aldea situada a los pies del río Miño. En este rincón de Paradanta, la vida avanza al compás del murmullo del agua, entre los riachuelos y ríos que envuelven con sus trazados a las típicas poblaciones del rural gallego. Lo cierto es que son varias las rutas de senderismo que siguen la estela de los caminos del agua por esta localidad pontevedresa, una de ellas la ya citada senda del Regato do Chedeiro.
El punto de partida de este sendero fluvial en Crecente se sitúa en los alrededores de la aldea de Rebordechán. Los primeros pasos de la ruta siguen la estela de este pequeño regato entre frondosa vegetación y tramos pedregosos en los que la naturaleza ha ido ganando terreno, ocultando importantes huellas del pasado tales como el yacimiento de lo que podría ser un antiguo castro o construcción milenaria. El descenso por los márgenes del río nos va descubriendo antiguos muros y construcciones abandonadas ―como la Casa do Crego― repartidos sobre curiosos terrenos dispuestos en pequeños bancales. Además, cabe destacar que son varios los vestigios y molinos históricos que están señalizados con un código QR y que forman parte del proyecto de O Tempo da Aldea, una iniciativa local que surgió hace algunos años con el objetivo de dinamizar el rural de Rebordechán.
Unos metros más adelante, la senda fluvial comparte trazado con el antiguo itinerario del Camiño Real entre Tui y la Meseta. Es precisamente en este punto del recorrido donde encontraremos un curioso puente de un solo arco por el que cruzaban antaño las personas que trataban de llegar a la histórica villa pontevedresa. Tras la pasarela, la silueta de los primeros molinos y canales en desuso se empieza a dibujar en el horizonte boscoso. En total hablamos de cerca de una docena de estas antiguas y típicas construcciones, la mayoría identificadas con carteles y códigos QR que permiten conocer más sobre su historia.
El Muíño da Brea, de Castaño, da Serra Vella, del Pepe Caravineiro, del Francisco da Chavola, de Canexas o el da Laxiña o A Soledá (el último en activo), son sólo algunos de las muestras de la molienda que sobreviven a los pies de este regato en Crecente, desde su nacimiento hasta su desembocadura. Cobijados por la sombra de estos bosques, dichos molinos se acompañan de todo tipo de rápidos y pequeñas cascadas como la que se observa en las proximidades del Muíño do Escribano, un llamativo salto de agua que salva un desnivel de unos cuatro metros.
Iniciativas para salvar el rural
Rebordechán es una pequeña parroquia de Crecente y, hasta hace no mucho, era también una de esas aldeas gallegas abocadas al despoblamiento. Con el objetivo de evitar ese trágico final nacía O Tempo da Aldea Sociedade Cooperativa Galega, y solo un par de años más tarde, un proyecto para la recuperación integral de la parroquia basado en el aprovechamiento de los recursos propios.
Tras mucho trabajo, aquella iniciativa por fin pudo materializarse en el año 2014, con la aprobación de la licencia para la construcción de una granja (para cabras, porco celta y aprovechamiento Apícola), la instalación de un invernadero para para acoger una huerta ecológica y la puesta en marcha de un campamento con tienda y restaurante incluidos. Además, entre las iniciativas llevadas a cabo en las últimas décadas por O Tempo da Aldea también destacan las andainas y rutas de senderismo que permiten a los más aventureros descubrir el patrimonio natural de este acogedor pueblito de Crecente.