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Así hacen las abuelas gallegas el puré de patata: la mejor guarnición para la cena de Navidad según Berasategui
- El puré de patatas es una guarnición versátil perfecta para acompañar todos los platos de las celebraciones de Navidad: carne, pescado... Y así lo hacen las abuelas en Galicia.
- Más información: El plato típico de Galicia durante la Navidad que no se come en el resto de España: muy saludable y fácil de hacer
- Total: 1 h
- Comensales: 4
El recetario de las abuelas gallegas durante la Navidad es un auténtico homenaje a la tradición culinaria de Galicia. Estas recetas combinan ingredientes locales de gran calidad, como el pescado y el marisco fresco, con elaboraciones artesanales que han pasado de generación en generación. Las abuelas gallegas preparan platos que reflejan el espíritu de la tierra y el mar, adaptándose a las celebraciones navideñas y garantizando comidas abundantes, reconfortantes y llenas de sabor.
Y sin duda, hay un plato que no puede faltar durante las comidas y las cenas de Navidad: el puré de patata, una guarnición que va bien tanto con los platos de carne como con los de pescado. ¿Y como lo hacen las abuelas gallegas?
El puré de patata de las abuelas gallegas tiene un sabor inigualable gracias a su forma tradicional y cuidadosa de prepararlo. Te contamos cuáles son los ingredientes y los pasos a seguir que debes conocer.
El puré de patata de las abuelas gallegas es mucho más que un acompañamiento: es un plato que representa tradición, cuidado y el auténtico sabor de la cocina casera. En Galicia, donde las patatas son un ingrediente esencial de la gastronomía, este puré adquiere una categoría especial gracias a la calidad de los productos locales y a la forma artesanal de prepararlo.
Ingredientes
1 kg de patatas gallegas (preferiblemente de variedades harinosas como Kennebec o de A Limia).
100 ml de leche entera.
50 g de mantequilla (puede sustituirse por 3-4 cucharadas de aceite de oliva virgen extra).
Sal al gusto.
Opcional: una pizca de nuez moscada o pimienta blanca.
Opcional: 50 ml de nata líquida para un puré más cremoso.
Paso 1
Seleccionar las patatas Lavar bien las patatas para retirar cualquier resto de tierra. Puedes cocerlas con piel para mantener todo su sabor o pelarlas si lo prefieres.
Paso 2
Colocar las patatas en una olla grande con agua fría suficiente para cubrirlas.
Paso 3
Añadir una pizca generosa de sal.
Paso 4
Cocer a fuego medio durante 25-30 minutos o hasta que estén tiernas (pincharlas con un cuchillo; si entra fácilmente, están listas).
Paso 5
Escurrirlas y, si no las pelaste antes, retirar la piel con cuidado mientras aún están calientes.
Paso 6
Colocar las patatas cocidas en un pasapurés o machacarlas con un tenedor o prensa de patatas.
Paso 7
Si prefieres una textura rústica, no tritures demasiado; si buscas un puré suave, pásalas por el pasapurés dos veces. Evita la batidora, ya que podría volver el puré gomoso.
Paso 8
En un cazo pequeño, calentar la leche con la mantequilla hasta que se derrita. Si usas aceite de oliva en lugar de mantequilla, caliéntalo ligeramente con la leche para integrar sabores.
Paso 9
Si deseas añadir nata líquida, hazlo en este paso.
Paso 10
Incorporar la mezcla de leche y mantequilla (o aceite) poco a poco al puré, removiendo con una cuchara de madera o espátula hasta conseguir la textura deseada. Ajusta la cantidad de leche según lo espeso que prefieras el puré.
Paso 11
Añadir una pizca extra de sal si es necesario.
Paso 12
Opcionalmente, rallar un poco de nuez moscada o espolvorear pimienta blanca para darle un toque especial.
Paso 13
Servir el puré caliente en una fuente o directamente en los platos.
Paso 14
Para decorarlo, puedes añadir un chorrito de aceite de oliva virgen extra, un poco de perejil fresco picado o incluso unas escamas de queso.
Uno de los secretos de las abuelas gallegas es la elección de las patatas: usan patatas gallegas de calidad, como la patata de Bergantiños o la de la comarca de A Limia, famosas por su textura harinosa y su sabor inconfundible. Además, escogen patatas recién cosechadas o bien conservadas, garantizando una base perfecta.
También hay que tener en cuenta la cocción. Por ello, hay que usar agua con sal: cuecen las patatas en agua abundante con una pizca de sal, pero sin pasarse para no enmascarar su sabor natural. Igualmente, las cocinan a fuego medio para evitar que se rompan y conserven su almidón, lo que aporta cremosidad. Y asimismo, muchas abuelas prefieren cocer las patatas con su piel para que mantengan más sabor y nutrientes, pelándolas después.
En lugar de batidoras eléctricas, utilizan un pasapurés o un tenedor, evitando que el puré se vuelva gomoso. El puré de las abuelas tiene una textura suave, pero no completamente uniforme. De la misma forma, hay que añadir líquidos poco a poco: incorporan los ingredientes líquidos (como leche o caldo) de manera gradual para ajustar la textura a su gusto.
Los ingredientes adicionales que usan en ocasiones las abuelas gallegas son la mantequilla y leche: añaden mantequilla de calidad y leche entera, a menudo calentadas juntas antes de mezclarlas con las patatas. Algunas sustituyen la mantequilla por un buen aceite de oliva virgen extra, especialmente en recetas más ligeras o para realzar el sabor natural. Y de la misma forma, pueden añadir un poco de nata líquida para una textura más cremosa, o incluso un chorrito de caldo casero si quieren un puré más sabroso.
El sabor final del puré de patatas pasa por incorporar sal y pimienta al gusto. Las abuelas gallegas ajustan los condimentos poco a poco, asegurándose de no sobrecargar el puré. Además, algunas abuelas agregan un poco de nuez moscada rallada o ajo cocido para darle un aroma especial y cálido.
Tampoco puede faltar la presentación: siempre lo sirven recién hecho, para mantener su textura y cremosidad óptimas. Pueden decorarlo con un chorrito de aceite de oliva, un poco de perejil fresco picado o incluso un toque de queso rallado.
Más allá de los ingredientes y la técnica, el verdadero secreto es el amor y la paciencia que las abuelas gallegas ponen en cada detalle, haciendo del puré de patata un plato reconfortante que sabe a hogar.