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La sopa contra el frío de las abuelas gallegas: es rápida de preparar y ayuda a sobrellevar los resfriados del invierno
Se trata de un remedio tradicional para el frío: una sopa sencilla y reconfortante, además de que refuerza el sistema inmunológico y combate los síntomas iniciales de los resfriados.
Más información: Esta es la receta de sopa que hacen las abuelas gallegas y que no se conoce en el resto de España: muy rica en fibra
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Las abuelas gallegas tienen una tradición culinaria rica y llena de platos reconfortantes que son ideales para combatir el frío durante los meses de invierno. Estas recetas no solo son deliciosas, sino que también están cargadas de ingredientes locales y de técnicas transmitidas de generación en generación.
El caldo gallego es un clásico indiscutible en las mesas durante los días más fríos. Elaborado con grelos, patatas, alubias blancas y algún tipo de carne como lacón, chorizo o costilla salada, este caldo es una fuente de energía y calor. Su preparación es lenta, permitiendo que los sabores se mezclen perfectamente.
Sin embargo, tampoco puede faltar la sopa de ajo, un remedio tradicional para el frío, esta sopa sencilla y reconfortante lleva ajo, pan duro, pimentón, y a menudo huevo escalfado. Las abuelas gallegas saben cómo transformar ingredientes humildes en un plato lleno de sabor y calidez.
La sopa de ajo es uno de los remedios tradicionales más populares en Galicia, especialmente durante los meses fríos. Las abuelas gallegas preparan esta sopa con ingredientes sencillos y asequibles, pero llenos de propiedades reconfortantes y nutritivas, lo que la convierte en una opción ideal para combatir el frío y prevenir los resfriados.
Ingredientes
Ajo: Es el protagonista indiscutible. Las abuelas suelen usar varios dientes de ajo, ya que, además de su sabor, tiene propiedades antimicrobianas y fortalece el sistema inmunológico.
Pan duro: Es una forma de aprovechar el pan sobrante, cortado en rebanadas finas o en trozos.
Aceite de oliva: Un buen aceite de oliva virgen extra le da el toque aromático y saludable.
Pimentón: Se utiliza pimentón dulce, aunque algunas abuelas añaden una pizca de pimentón picante para un toque extra de calor.
Agua o caldo: Dependiendo de la disponibilidad, se usa agua o un caldo casero hecho con huesos de jamón o verduras.
Huevo: Muchas versiones incluyen huevo escalfado o batido, que se incorpora al final para darle textura y proteínas.
Sal y pimienta: Para ajustar el sabor.
Paso 1
Sofrito de ajo: En una cazuela grande, se añade un buen chorro de aceite de oliva y se doran los dientes de ajo cortados en láminas finas. Es importante hacerlo a fuego lento para que el ajo suelte su aroma sin quemarse.
Paso 2
Añadir el pimentón: Una vez dorados los ajos, se retira la cazuela del fuego y se incorpora una cucharadita de pimentón dulce (o una mezcla de dulce y picante). Se remueve rápidamente para que no se queme, evitando un sabor amargo.
Paso 3
Incorporar el pan: Se agregan las rebanadas de pan duro, dejando que se empapen del aceite con pimentón y ajo. Esto ayuda a que el pan se ablande y aporte cuerpo a la sopa.
Paso 4
Añadir el agua o caldo: Se vierte el agua o el caldo caliente sobre el pan y el ajo. La cantidad varía según la textura deseada: más líquido si se prefiere ligera, o menos si se quiere espesa. Se deja cocinar a fuego medio durante unos 10-15 minutos.
Paso 5
Añadir el huevo: Si se desea, se rompe un huevo por comensal directamente en la sopa, dejándolo escalfar hasta que la clara esté cocida. Otra opción es batir los huevos ligeramente y verterlos en un hilo fino, removiendo constantemente para crear hilos en la sopa.
Paso 6
Ajustar el sabor: Se sazona con sal y pimienta al gusto, y se deja reposar un par de minutos antes de servir.
Esta sopa se sirve bien caliente en cuencos o cazuelas de barro, y muchas veces se acompaña con un chorro de aceite de oliva virgen extra por encima. Algunas abuelas añaden perejil fresco picado para un toque de frescura.
En lo que respecta a las propiedades y beneficios de esta sopa: en primer lugar, destaca por aportar calor reconfortante, es decir, es ideal para entrar en calor rápidamente.
Además, debido a las propiedades del ajo, refuerza el sistema inmunológico y combate los síntomas iniciales de los resfriados. De la misma forma, aporta energía inmediata gracias al pan y al huevo, aporta una buena cantidad de carbohidratos y proteínas.
De la misma forma, esta sopa destaca por el aprovechamiento de alimentos, en tanto que es una receta sostenible que evita el desperdicio del pan duro.
En definitiva, la sopa de ajo gallega es más que una comida: es un abrazo cálido que se disfruta en los días de invierno, con el sabor de la tradición y el cariño de las manos que la preparan.