En España, con la llegada del frío, es común disfrutar de platos que aportan calor y energía. Entre ellos se encuentra el cocido madrileño, la fabada asturiana, el pote, la sopa castellana, la escudella, las lentejas o los callos.

Y en el caso de Galicia, hay un plato que no te puedes perder para los meses de frío: el caldo gallego. Un caldo de grelos (o repollo), patatas, habas o alubias, y a veces con algún tipo de carne (lacón o chorizo).

Se trata de una receta humilde y reconfortante, que refleja el uso de ingredientes locales y la conexión con la tierra. Además, se suele comer una vez llega el otoño y el invierno.

El caldo gallego es una sopa o caldo típico de Galicia, España, siendo además uno de los platos más conocidos de la gastronomía de esta comunidad autónoma. Este consiste principalmente en cocer grelos o nabizas (la hoja del nabo), alubias y patatas en una olla, a veces con algo de carne. 

En consecuencia, los ingredientes principales son los siguientes: En primer lugar, grelos o nabizas. Las hojas de los grelos (la planta de la que también salen los nabos) son uno de los ingredientes clave, aunque en algunas variantes se puede usar repollo o berza.

En segundo lugar, las patatas, que son esenciales para darle cuerpo al caldo. Luego, las alubias blancas (fabas) que aportan consistencia al plato y suelen ser las tradicionales alubias gallegas.

También carne de cerdo. En este caso, se suele utilizar algún corte salado como el lacón, el hueso del jamón, chorizo, tocino, o incluso costilla salada. El cerdo le añade sabor y un toque ahumado, dependiendo del tipo de carne.

Finalmente, el agua que es fundamental ya que se trata de un caldo. En algunas recetas, el agua se puede sustituir parcialmente por caldo de cocido. En cualquier caso, lo normal es añadir agua.

En cuanto a la preparación básica hay que poner a remojo las alubias. Si se utilizan alubias secas, es habitual dejarlas en remojo la noche anterior. Una vez estas ya han estado en remojo el suficiente tiempo, se pasa a la cocción de las carnes y las alubias.

En este sentido, se ponen a cocer las carnes (el lacón o los huesos de cerdo) con las alubias en agua fría. Esto crea una base sabrosa para el caldo. Después de una hora de cocción aproximadamente, se añaden las patatas troceadas y los grelos o el repollo.

El caldo debe cocinarse a fuego lento para que los sabores se mezclen bien y se obtenga un plato bien ligado. Al usar carnes saladas, es importante esperar hasta el final para ajustar la sal.

Dependiendo de la zona de Galicia o de la disponibilidad de ingredientes, el caldo gallego puede variar. Algunas versiones añaden chorizo para darle más sabor, mientras que en otras se evitan las carnes si se busca un plato más ligero. También, dependiendo de la época del año, pueden variar las verduras (berzas, repollo, grelos).

El caldo gallego es espeso, debido a la combinación de las patatas que se deshacen durante la cocción y las alubias, que aportan textura. El sabor de los grelos es ligeramente amargo, equilibrado por la grasa de las carnes y el toque suave de las patatas.

Este plato tiene un gran valor nutritivo, es económico y, sobre todo, tiene un fuerte carácter reconfortante, siendo muy común en los hogares gallegos como plato principal en los meses de invierno.

De hecho, se trata de un plato rico en fibra gracias a las verduras (grelos, repollo) y las alubias, lo que favorece el tránsito intestinal, así como en proteínas, derivadas de las alubias y las carnes como el lacón o el tocino, aunque el valor proteico dependerá del tipo y cantidad de carne utilizada.