La historia del restaurante A dos Piñeiros empezó a escribirse hace ya casi una década, en el interior de una acogedora casona de piedra muy cerca de las ruinas de Santa Mariña Dozo y el Museo del Vino en Cambados. Detrás de este singular proyecto gastronómico, que fusiona tradición y modernidad a partes iguales, se encuentra el tándem formado ―gracias a los lazos futbolísticos― por Martín Portas y Pablo Andrade.
"La idea surgió de manera espontánea", reconoce Martín. De hecho, fueron los antiguos propietarios del local los que se pusieron en contacto con él para reconducir el restaurante. "Ya llevaba un tiempo que me sentía preparado para hacer frente a mi propio negocio, aunque hasta la fecha nunca me lo había planteado", reconoce. Así fue como finalmente, en las Navidades de 2013, Martín decidió aventurarse con el proyecto en solitario, al que tan sólo unos meses después se sumaría Andrade como socio. "Él es de Cambados y conoce a todo el mundo. Cuando empezó aquí fue como una revolución, no paraba de venir gente continuamente".
Desde entonces, A dos Piñeiros ha ido viviendo una particular y sosegada metamorfosis. El recetario se ha visto modificado en varias ocasiones, pero siempre conservando la base tradicional y añadiendo unos toques de innovación en cada plato. La bodega cuenta ahora con una gran selección de referencias gallegas, nacionales y extranjeras para captar la atención de todo buen amante del vino. Y la capacidad e imagen del local se ha ido ampliando y mejorando gracias a las reformas en zonas como la terraza acristalada o el jardín.
Una buena carta de presentación
Al poco de iniciar la nueva actividad, el concello de Cambados tenía en marcha un concurso de pinchos con la pesca de cerco como temática a poner en valor. Por aquel entonces, A dos Piñeiros presentó una ensalada de xarda marinada con queso fresco que logró conquistar los paladares de la clientela e incluso los jueces. De hecho, tal y como recuerda su propietario, el ganar el concurso les supuso "empezar a sonar por el pueblo y atraer a mucha más gente".
Pero el éxito del A dos Piñeiros no fue sólo cosa del azar, sino también fruto del trabajo bien hecho. Cuando Martín Portas cogió el testigo del restaurante, uno de los primeros cambios que hizo fue introducir un jamonero y empezar a cortar jamón ibérico a diario. "Era algo que no había casi en ningún sitio", recuerda el propietario. La apuesta fue un auténtico triunfo para ellos, como así lo han sido también las tablas de embutidos, quesos e ibéricos que acompañan a casi cualquier comanda del local desde su apertura.
A día de hoy, la carta de presentación del local se basa en una buena materia prima y elaboraciones clásicas "que gustan a todo el mundo, pero también con alguna pincelada de modernidad". "Siempre suele haber sugerencias fuera de carta", afirma Portas, que aclara que funciona como un complemento más a la carta fija. Así, entre los inmutables podremos encontrar desde carnes a la brasa y pescados con recetas tradicionales, a fórmulas más innovadoras que conservan la calidad del producto. El rodaballo con verduritas, un arroz caldoso con centollo y cigalas, secreto a la brasa, navajas en tempura con salsa de piña y mango o una fajita gallega de pulpo y langostinos, son sólo algunas de las opciones.
La guinda del pastel a esta ristra de recetas la ponen los panes artesanos y postres caseros que completan el recetario diario del restaurante. En el caso de las sobremesas, las opciones han ido aumentado ―sobre todo por la buena aceptación de la gente― hasta alcanzar la decena entre tartas, cañitas o filloas. En cuanto a las hogazas, A dos Piñeiros dispone de cinco variedades artesanas elaboradas en raciones individuales para el propio restaurante: "quisimos poner en valor el pan gallego", reconoce el propietario. "Ahora tenemos pan de calabaza, pan de chía, pan de espelta, trigo sarraceno y la barra artesanal de toda la vida", añade.
Y para los wine lovers, el restaurante también cuenta con una cuidada selección de vinos gallegos (en su mayoría), nacionales e incluso referencias extranjeras para todos los gustos y bolsillos. "Desde que reabrimos en junio le dimos un cambio bastante importante a la parte de los vinos", admite Martín. "Ahora mismo tengo actualizada toda la carta salvo los tintos nacionales (…) Estamos cerca de las 230 referencias", asegura.
Con el paso del tiempo, A dos Piñeiros ha conseguido convertirse en un referente de la buena cocina y el buen vino, completando su interesante oferta gastronómica en un ambiente acogedor que entremezcla tradición y modernidad desde el corazón de Cambados.
Más allá del restaurante: los eventos privados
La apuesta del restaurante por la realización de eventos privados surgió de forma natural gracias a la experiencia y el bagaje adquirido por Martín Portas en la hostelería enfocada a eventos. "Desde que empezamos con esto no hemos parado (…) hay algunas épocas en las que no suele haber tantos eventos y aún así nosotros siempre tenemos alguno programado", comenta. Y es que al fin y al cabo, en A dos Piñeiros disponen de la capacidad suficiente como para hacer frente también a las grandes conmemoraciones. Bajo circunstancias normales, incluyendo los espacios interiores y el jardín, el local ronda un aforo que oscila entre las 150 o 200 personas.
Además, hace poco el restaurante ha logrado romper un techo de cristal que tenían impuesto hasta la fecha: la celebración de bodas. Desde el verano, y tras la última reforma para ampliar la zona útil, ya llevan sumados varios eventos de este tipo, el último de ellos hace tan sólo una semana. "Una cosa que siempre me gustó es que este local tiene encanto en verano por la terraza y también en invierno, porque la zona de dentro es muy tradicional y acogedora", admite su propietario. Una suma de factores que han convertido al restaurante en el espacio perfecto para disfrutar tanto a pequeña como a gran escala.
Renovarse o morir
Comedor interior, reservado, terraza acristalada y una amplia zona de jardín que hace las delicias de la clientela sobre todo durante la temporada estival. Desde que Portas y Andrade tomaron las riendas del restaurante en el año 2013, el lavado de imagen ha sido casi total: "la parte de arriba sí que está todo tal cual ahora, ya tenía ese encanto… y en la zona de abajo y de la barra apenas hemos hecho cuatro retoques", relata Portas. El espacio que sí ha vivido una transformación completa ha sido la terraza interior, donde a estas alturas ya sólo faltan por completar un par de detalles en cuanto iluminación y decoración.
Pese a todos los cambios realizados hasta la fecha, en los planes de ambos propietarios está el seguir mejorando los diferentes espacios y capacidades del local. De hecho, la siguiente actualización del restaurante supone dar un salto hacia el mundo de la coctelería. "Tenemos una food truck que queremos rotular, renovar toda la zona de sofás y la idea es convertir la camioneta en un reclamo a la hora de tomar unas copas o combinados tras los horarios de cenas".
Por otro lado, la intención del equipo es reanudar también los conciertos en directo, programados sobre todo durante los meses del verano. "Este año solo pudimos hacer dos, uno al principio y otro a final del verano casi por petición popular", comenta Martín. "La intención es retomarlos en cuanto se pueda (…) quizás nos podríamos plantear hacer alguno en invierno en esta zona cubierta", añade. Más allá de los cambios, las paredes del restaurante se han convertido en el reflejo de su propia historia: pasaportes, visados, escrituras de matrimonio, billetes del extranjero… Son el legado de los antepasados de la vivienda, una familia de emigrados de Argentina cuyo apellido da nombre al local.
También, y siguiendo esta línea de lo cultural, A dos Piñeiros acoge de forma habitual una exposición de cuadros de pintores de la zona. Además, en caso de captar la atención de algún cliente estas piezas pueden ser adquiridas por los mismos. Ahora cuentan con una exposición de Lino Silva que muy pronto dejará paso a las obras de la pintora local Elena Silvoso. En cualquier caso, A dos Piñeiros promete seguir sorprendiendo en todos los ámbitos, desde el menú al vino, pasando por los espacios o la decoración.