Muchos negocios hosteleros de la ciudad se han visto obligados a echar el cierre como consecuencia de la crisis que ha generado la pandemia en el sector, algunos eran locales novicios mientras que otros llevaban décadas de trabajo a sus espaldas. Sin embargo, en ocasiones, otros factores se juntan para provocar que un propietario decida cerrar; proyectos personales o deseos de embarcarse en una nueva etapa pueden empujar a algunos hacia un final inesperado. El caso de Matina tiene mucho que ver con este segundo supuesto.
En 2013, esta original cafetería situada en el Casco Vello alto abría sus puertas con una apuesta muy diferente que, hasta el momento, no se había explotado en profundidad en la ciudad olívica: el brunch. Con el paso de los años, el local consiguió labrarse un nombre en Vigo, afianzar una clientela consolidada y coronarse como la opción por excelencia de los vigueses en cuestión de desayunos y meriendas con tintes artesanales y ecológicos.
Fueron varios los negocios de restauración que, en torno al año 2013, dotaron de vida la zona vieja de Vigo, gracias a la iniciativa de dinamización que llevó a cabo el Consorcio del Casco Vello, con interesantes y favorables condiciones de alquiler para los propietarios. Desgraciadamente, a día de hoy solo Matina resistía.
Para sorpresa de muchos, el pasado 26 de marzo Matina anunciaba el cierre de su local, alegando la necesidad del equipo de continuar "creciendo en nuevos proyectos vinculados a la cultura y a la salud". Sus habituales respondían con tristeza y mensajes de incredulidad se amontonaron en sus redes sociales. No obstante, un pequeño resquicio de esperanza acompañaba al mensaje de cierre: Matina busca nuevo CEO.
La intención de sus propietarios pasa por dar continuidad a un proyecto que supuso un antes y un después para la cultura gastronómica viguesa. Los desayunos y el brunch, o desayuno tardío, fueron el punto fuerte de Matina, los que marcaron la pauta que muchos otros seguirían después.
Una apuesta por lo ecológico, la cultura y el "brunch"
Siempre con reserva previa, la opción de brunch que ofrecía Matina consiguió atraer a todos aquellos que buscaban una opción diferente en la ciudad y salirse del típico desayuno. Tostas, bollería, quesos, bowls y hasta opciones a domicilio encandilaron a los vigueses, que no dejaban de acudir o solicitar en casa la carta de este adorable local del Casco Vello a pesar de las circunstancias.
Aunque la variedad de opciones y el delicioso sabor de sus alternativas era la razón principal para escogerlos, no era la única. Lo ecológico, la sostenibilidad, la cultura y la apuesta por lo petfriendly convirtieron a Matina en la cafetería del centro por excelencia.
El broche final lo ponía el espacio, con una cuidada decoración llena de colores pastel, toques vintage y un ambiente rústico pero moderno que generaba un aura de calma que acompañaba al que visitaba Matina.
Una despedida siempre es amarga para algunos, en este caso lo es para muchos. No obstante, la intención de los actuales propietarios de Matina es clara, no quieren que esto se convierta en un punto final y buscan preservar aquello que han construido con tanto cariño.
El comunicado de Matina deja una puerta entreabierta, lo que hace confiar a sus clientes habituales, y a todos lo que aún no habían tenido la oportunidad de acudir, que podrán volver a degustar sus deliciosos bollitos de canela. Esperamos que esta "despedida" se convierta en un hasta pronto.