Periodista de formación, Juan Rey siempre fue un apasionado de la música. "A mi hermano le regalaron una televisión por sus buenas notas, pero yo no era tan buen estudiante, así que nunca me tocó ese premio", confiesa a Treintayseis el vigués, que ejerce como director de marketing en la empresa Kauman. A cambio, Juan se dormía escuchando Pink Floyd y pasaba las horas aprendiéndose las letras de las canciones de Michael Jackson.
Esos eran los primeros contactos con la música, que se fueron acrecentando con el paso del tiempo, especialmente al llegar a la universidad; en la residencia comenzó a tocar instrumentos que le dejaban sus compañeros, aunque lo que realmente ya se le daba bien era cantar. "Me encantan los karaokes, lo malo es que a mis amigos no, así que los convencía para que me acompañasen a cambio de que eligiesen ellos las canciones".
Empezó a subirse a los escenarios con el grupo en el que su tío tocaba la batería. Mientras, descubrió en un local a otro grupo del que le habían hablado: La Mafia; en él, tocaba la guitarra Kike Carrera, con el que "se arrodilló" al verle tocar el solo de Sultans of Swing, de Dire Straits. Precisamente, La Mafia se quedó sin cantante y Juan, tras una prueba, fue el elegido para hacer las veces de frontman del grupo.
La casualidad quiso que, a un bolo, solo pudiesen asistir Juan y Kike, ya que el resto del grupo se habían comprometido con otra formación en esa fecha, la mítica Club Naval, así que los dos acordaron subirse juntos al escenario con un nombre: La mitad de La Mafia; un nombre que, por cierto, no gustó demasiado a los otros componentes. Puesta la primera piedra, ambos terminaron por desvincularse del grupo, con los que terminaron muy decepcionados, y decidieron repetir aquel dúo pero de manera asidua.
Un síndrome con síntomas
Así nació El síndrome de Penny Lane. El nombre tiene su razón de ser, como explica Juan: "Primero, estaban de moda nombres como El sueño de Morfeo o El Canto del Loco; además, la palabra me hacía gracia y también se habla de muchos síndromes, como el de Estocolmo". Así, los que se ven afectados por este síndrome tienen los mismos síntomas: "Somos los enfermos de la música, especialmente de los años 60, 70 y 80". Casualmente, en su repertorio tienen varias canciones de The Beatles y ninguna es Penny Lane. "No es que nos guste especialmente, nos gusta hacer canciones que nos emocionen".
En su repertorio manejan un amplio abanico de canciones de todas las épocas que seleccionan según el público y el evento en el que tocan. Pero hay dos cosas que los diferencia, entiende Juan, del resto de dúos de versiones. En primer lugar, porque no son un dúo al uso que suena con guitarras acústicas; así fue al principio, pero poco a poco fueron añadiendo, gracias a la tecnología, nuevos sonidos.
"Kike sabe mucho, es un animal", explica Juan sobre su compañero, que es profesor de música en el colegio Montecastelo y tiene una amplia formación musical. "Empezó a traer pedales de efectos que hacía que su guitarra sonase como un teclado, a eso le añadió un looper, otro pedal que hacía de batería y así nos hemos convertido en dos en el escenario que sonamos como una banda de cinco o seis. Podemos sonar como U2 gracias a la tecnología", presume, y admite que los dos se han sorprendido de lo parecidos que suenan a sus grupos favoritos.
Ese es otro elemento diferenciador y que está en su eslogan: Tus canciones favoritas tal como las recuerdas. "Muchos hacen sus propias versiones de las canciones, nosotros tratamos de ser lo más fieles", señala Juan, que destaca que muchos les dicen lo de "pensé que era el disco". Un logro que no solo se reduce al componente musical, sino que Juan es capaz de adaptar la voz a cada cantante: más grave si es Mark Knopfler, más rota aguda si es Freddy Mercury y así una larga lista.
Las canciones, en su gran mayoría, son en inglés. "Las típicas más típicas también las tocamos si nos las piden, como Déjame, de Los Secretos, pero eso es lo que hacen los demás dúos. Lo que nos gusta es hacer las de Pink Floyd, Sting, Dire Stratis, son las que más disfrutamos", apunta Juan.
Eventos y bodas
El hábitat natural de El Síndrome de Penny Lane son las bodas y eventos, donde han encontrado un nicho que ocupan desde hace tiempo. En el caso de las primeras, han pasado de hacer unas 12 al año a 30, lo que demuestra que la música en directo es uno de los grandes reclamos para estas celebraciones.
Para ello, a los novios se les ofrece todo el repertorio para que elijan entre 15 y 20 favoritas y, en base a eso, ellos montan una set list que adaptan al gusto del consumidor, pero desde su experiencia; es decir, el orden, las que mejor les salen y otro tipo de canciones que se puedan adaptar a las elegidas. Además, hacen hincapié en que el mejor momento para que actúen es durante el aperitivo, para que la gente "se vaya animando y empiece a bailar".
Este año han notado cómo se ha multiplicado el número de bodas, fruto de las que se tuvieron que suspender por la pandemia y que se han desestacionalizado, además de que se les acumulan las fechas, como destaca Juan: "Últimamente nos hemos pasado el día diciendo que ‘no’ a fiestas y bodas porque eligen las mismos fechas". Sus plataformas de lanzamiento son el "boca a boca" y la plataforma bodas.net, una de las imprescindibles en España y que visitan todos los que se van a casar.
De momento, las fieles versiones de sus canciones favoritas son su especialidad, porque la aventura de escribir sus propios temas no parece que esté en el horizonte, aunque es un tema con el que les dan "mucha caña últimamente". "Con la cantidad de canciones que nos emocionan", asegura Juan, "no querría hacer una canción mía que fuese mediocre, además seguro que no me iba a gustar tanto aunque la hiciésemos nosotros".
Pero El Síndrome de Penny Lane y la relación entre Kike y Juan va más allá de los escenarios. Con el paso del tiempo se han convertido en amigos inseparables, casi hermanos, que se llaman todos los días para hablar, pedir consejo o comentar el día. Una relación que "no se va a romper jamás" y que seguirá si se da el caso de que la pareja musical deja de existir.
Mientras, sobre los escenarios, Juan y Kike siguen creciendo musical y personalmente, convirtiéndose en uno de los grupos de referencia para bodas y eventos. Dos que suenan como seis y que llevan la fidelidad personal a las interpretaciones de las canciones de siempre.