"En la Sala Sol de Madrid fue como si fuese el primer concierto de mi vida, como si volviese a 2008, cuando empezamos a tocar". Rubén Castelo es vocalista y guitarra de Maryland, el grupo vigués que en 2009 irrumpió en el panorama musical nacional. "Lo dije en medio del concierto, que estaba súper nervioso, algo que no me suele pasar al subir al escenario, casi al contrario, me encanta".
Eran las sensaciones de un grupo que se paralizó por la pandemia, como tantos otros. Los locales de actuaciones en vivo cerraron sus puertas, las restricciones hicieron estragos para todos, programadores, dueños de negocios y los que se suben al escenario. La vuelta a la actividad, además, fue "extraña", tocar para un público sentado, con mascarillas, con distancia social. "Era muy raro, dimos un par de conciertos y nos salió alguno más pero dijimos que no, era como un ‘parche’, tampoco quisimos presentar nuevos temas", explica Rubén a Treintayseis.
Ese concierto en la Sala Sol de Madrid el pasado 8 de septiembre fue el primero que daban con la pandemia y sus restricciones habiendo dado un paso al lado. En él presentaron su último disco, "Cataratas del paraíso", el quinto en general y el tercero en castellano, que salió a la venta el 18 de noviembre y que también había sido víctima del coronavirus. Y es que tenían reservado el estudio para finales de abril 2020, pero tuvo que retrasarse todo; en el mes de diciembre pudieron comenzar a grabar las baterías, con mascarilla.
El frenazo de la pandemia
El retraso conllevó cancelaciones de conciertos, fechas planificadas que se iban al traste al no tener el disco en la calle, algo que fue un común para todos los grupos, con una saturación posterior de grupos esperando para poder entrar a grabar en los estudios. "Sin pandemia, el disco hubiese salido en 2021", concreta Rubén. Así que, al contrario de otras ocasiones, el disco ya estaba más que rodado en la sala de ensayos, y tocaba por fin toca sacarlo a pasear.
Tras cuatro años sin editar un nuevo trabajo, pandemia de por medio, a Maryland, compuesto por Rubén y Pablo Castelo Moure, Erick Puccioni y Alex Penido, le ha cambiado la mirada que dirige al mercado musical. "Menos es más", resume Rubén. "Nos hemos dado cuenta de que no hace falta hacer 50 fechas, que puedes tener el mismo buen resultado haciendo 20; si algo sacamos en positivo de esta situación es eso, pensar las cosas antes de hacerlas, ver qué compensa".
Además, este es el segundo trabajo bajo el sello Subterfuge, una de las discográficas independientes pioneras de España, lo que les ha dado "más atrevimiento y confianza con ellos" tras pasar por Ernie Records, la productora gallega, cuando era todo "más cercano y familiar". Eso sí, destaca que, tras la pandemia, el mercado musical "se ha ralentizado mucho, se nota la lentitud de cada proceso".
11 temas con guiños cinéfilos
"Cataratas del paraíso" consta de 11 temas en el que, como siempre en la música de Maryland, no faltan los guiños cinéfilos, que salen de Rubén y Pablo, dos hermanos que reconocen en este nuevo mundo de plataformas online "aun compramos películas, y mucho". Pero también tiene espacio, como no, la pandemia. Volver a nacer fue el primer adelanto del disco y Rubén la comenzó a escribir tras el confinamiento, acompañada de un videoclip en el que el cantante de Maryland aparece por un bosque, con las manos atadas a una cuerda de la que alguien tira para hacerle avanzar. "Va con el sentido de la canción, a veces en el grupo y en la vida, necesitas que otros tiren de ti", explica. "En muchos casos hemos vuelto a nacer porque contamos desde la pandemia como punto de partida".
Este fue el primero de los cuatro adelantos del disco, el pasado mes de mayo, algo extraño en Maryland, que acostumbraban a lanzar uno o dos singles por disco y muy pegados a la fecha de la publicación del trabajo completo. "Somos muy fans de los discos, aunque ahora está de moda lanzar singles". De hecho, Rubén reconoce que él planteó "cero adelantos", ya que considera que así el disco pierde valor, la idea del conjunto de canciones que cuentan una historia y tienen un significado en esa unión. Finalmente, claudicaron porque "así está planteado el mercado y las plataformas", pero cree que "volverá la moda de antes".
De todas formas, Rubén reconoce que ese contacto con el público, esa forma de partir el trabajo discográfico, les ha ido dando pistas sobre la recepción final que tendría "Cataratas del paraíso" cuando saliese a la calle. "Cada adelanto tenía muy buena acogida en redes, nos fueron dando muy buenas sensaciones". Además, si en el anterior disco, "Resplandor", tuvo el tema Ave Fénix como estandarte, en este caso les costaba más elegir una sola canción, prueba de que era un trabajo más redondo.
Un pequeño chico de oro
Y cada single acompañado de un videoclip, en que destaca la historia de El chico de oro. Esta canción está dedicada a su sobrino y la idea se fraguó poco a poco, durante su viaje de luna de miel por Estados Unidos; de hecho, Mónica, su pareja, es la que está detrás de la cámara. En Chicago, Rubén tenía pensado adquirir un disfraz de zorro que había seleccionado desde su casa en Vigo, pero al llegar allí, ya no quedaban existencias. Una ardilla ocupó su lugar: "Me lo enseñaron y me encantó".
Así, ese disfraz era el protagonista de la historia de una ardilla que viaja por Estados Unidos, con paisajes del país que podrían formar parte de cualquier película del celuloide hollywoodiense más clásico. Ese mismo disfraz que viajaba en el maletero del coche y que Rubén se enfundaba cada vez que pasaban por un lugar que les gustase. En el videoclip solo aparecen tres personas: Rubén, un hombre con el que se hace un selfie en el segundo 42 del vídeo, un DJ de Los Angeles con el que contactó por Instagram y que estuvo encantado de participar, y su sobrino.
Con el pequeño chico de oro completaron la grabación ya de regreso en Vigo, él también con otro disfraz de ardilla. Un disfraz que tiene todavía más historia, y es que formó parte de una boda en Las Vegas en la que su pareja era un forestal.
Iconos de los 80 para toda una generación
El título El chico de oro es una referencia a la película del mismo título de Eddie Murphy de 1986; Fortuna y gloria, otro de los temas del disco, es una frase de Indiana Jones y el Templo Maldito; y el propio título son las famosas cascadas de la película Up. Y una de las canciones más especiales, el último adelanto del nuevo disco, es Mi emperatriz infantil, un título que transporta a toda una generación a Atreyu, Bastian y La Historia Interminable.
En este caso, está dedicada a Mónica: "Quería hacer algo para ella, algo especial para que quedase ese recuerdo en el disco", asegura Rubén, que también desvela que hay muchas más referencias cinéfilas a lo largo de todas las canciones, como sello de las composiciones de Maryland, aunque especifica que "hay que ser muy friki para pillar todas". "Aprovecho en los discos para meter este tipo de cosas, pero a lo mejor en este caso se me fue la mano", dice entre risas.
En todo caso, Maryland ofrece un viaje entre referencias al cine a través de once temas de power pop que tienen un destino, las cataratas del paraíso, y un mismo punto de partida: Vigo.