"Menos garaje y mercería somos todo", responde Ana Belén Magdalena Varela (29 de julio, 1983) citando a uno de sus compañeros de trabajo y cuando se le pregunta por su proyecto, la Sala Kominsky, ubicada en Churruca, en pleno corazón de la movida viguesa.
Y es que 80 metros cuadrados de local dan para mucho en un proyecto que, este mismo octubre, cumplirá un lustro de vida. Prueba de esto último es que la sala viguesa celebra de media más de 80 conciertos al año y organiza también espectáculos de magia, teatro, baile, recitales, charlas, foliadas o, incluso, "pinchadas" de vinilos.
La artífice de la Kominsky reconoce que, aunque "nunca tuve -ni tengo- claro qué quería ser de mayor", sí se define como "muy nocturna", así que el camino para llegar a la rúa Irmandiños se abrió solo, sin planearlo, ni preverlo: "Siempre me gustó mucho la noche y la música en directo, pero antes de tener la sala trabajé siete años en el sector inmobiliario. Nada que ver", cuenta. "Tuve millones de ‘curros’ y pasé por la Facultad de Farmacia, pero siempre disfruté más de la vida social", confiesa la emprendedora viguesa.
La aventura comenzó en Cangas
Ana Belén -Ana, para todos sus conocidos y amigos- recuerda con humor cómo surgió la posibilidad de quedarse con un local que antes fue la Sala Magnética, también El Lolita, o el mítico Hanoi. "Me fui con una amiga a la playa de Cangas, un agosto. Yo acababa de empezar el paro, después de siete años sin dejar de trabajar; en junio. Perdimos el barco de vuelta a Vigo y la convencí para irnos a las fiestas de allí y tomarnos unas cañas", relata Ana. "Estábamos hablando de su negocio, de que lo quería traspasar. De pronto me vino a la cabeza que quería quedármelo yo. Lo tuve clarísimo", añade. Y es que la amiga de la hostelera viguesa era, por aquel entonces, la gerente de la Sala Magnética. "Ella flipó, claro. Me dijo que dejáramos de beber cerveza", recuerda, entre risas, Ana.
Un homenaje a Aline Kominsky
La emprendedora tuvo también claro el nombre que quería para su local. Cuenta que es una "fan" de los cómics, y que uno de los primeros ilustradores que la "enamoró" fue Robert Crumb. A través de él llegó a Aline Kominsky, su mujer: "Era una ‘crack’. Una tía muy potente, feminista, irreverente. Muy cañera. Ellos hicieron muchos trabajos juntos", dice Ana, con admiración. "El nombre de la sala es por ella", añade.
Precisamente, el colorido propio de los cómics mezclado con la estética "retro", las alusiones al espacio, o elementos de lo más variopinto confluyen en la Sala Kominsky. Muchos artistas encontraron, en los últimos cinco años, un hueco en sus 80 metros cuadrados para dejar su impronta: Avión fue uno de ellos. También su pareja, Marta. "Mi idea era que hubiera mucha información", dice refiriéndose a la ambientación del espacio. "Pero, digamos, llenarlo de cosas desde cero me parecía un poco superficial. Algunas pinturas ya estaban", añade.
Cuando se le pregunta por la estética conseguida para este singular local, Ana tiene claro que es "un cajón desastre", pues en él hay desde teles antiguas "donadas", pasando por sofás procedentes de un rastro, o esqueletos de la celebración de halloween que no volvieron a sus cajas.
El "resurgir" de Churruca
La intención de Ana, cuando reabrió el local, era que en la mesa de los DJ´s sonasen, sobre todo, los estilos Garage y Punk, pero reconoce que el "cambio generacional" de Churruca en los últimos tiempos y que fue positivo para la zona, cambió sus planes: "Ha empezado a salir gente muy joven y ha sido bueno para el barrio", opina. "Yo creo que Churruca estaba un poco de capa caída, pero en la pospandemia hubo un resurgir, con todo lo que ello conlleva. La música también ha cambiado. Aquí -en alusión a la Sala Kominsky- viene gente de todas las edades. Al hacer eventos diferentes, la clientela también lo es", añade.
Actualmente, la Sala Kominsky abre de martes a sábado desde las 20:00 horas y "hasta el infinito, lo que podemos", dice Ana. Todos los viernes y sábados se celebran los conciertos y, de martes a sábado hay DJ´s. Por esta sala han pasado artistas de Valencia, de Mallorca, de País Vasco o de Andalucía, pero también de otros países: Les Lullies, Adrián Costa o Cora son algunos ejemplos.
Ana, que "no tiene claro qué será de mayor" y no sabe cuánto tiempo durará la aventura al frente de su "cajón desastre", lo que sí asegura es que, como buena amante del ocio nocturno, lo disfrutará mientras sea posible.