Pocos artistas pueden presumir de una trayectoria tan sólida y, sobre todo, tan respaldada como Iván Ferreiro. Suena ya lejano referirse a él como el ex cantante de Piratas, porque hace más de 20 años que se embarcó en una aventura en solitario, pero muy bien acompañado por su hermano Amaro y una banda "móvil" con la que ha ido construyendo conciertos memorables y canciones que siempre quedarán para el tiempo y la distancia.
A pocos se les ocurriría darle una vuelta de tuerca más a su repertorio con un villancico. Más bien, una canción navideña que, además, versiona una de las mejores de la historia con este apellido. Pero Iván siempre ha hecho lo que ha querido; lo reconoce, pero le resta valor al hecho.
"Hay una falsa creencia de que en las compañías te dicen lo que tienes que hacer", explica a Treintayseis. "Ya hace un tiempo que lo que hace cada uno es cosa de cada uno, y los músicos hacen lo que quieren desde hace mucho", añade, para terminar entre risas refiriéndose a que la industria musical no puede "moldear" tanto a los artistas, "no saben de música lo suficiente".
Con Trinchera Pop ha conseguido, además del favor del público, el suyo es especialmente fiel, el de la crítica, con tres Premios Nacionales de la Música: Compositor del Año, Mejor Álbum Pop/Rock y Mejor Canción de Pop/Rock por En las trincheras de la cultura pop. "Cada año voy entendiendo mejor mi oficio", valora tras su larga trayectoria que arrancó en los años 90 con Piratas, donde sí que se encontraron con "algún elemento en concreto", pero al que siempre le ganaban "la batalla". "En mi caso, siento que el público quiere que yo haga lo que quiera, que les emocione lo que hago", concluye.
"Habría que hacer un villancico"
A la mochila de las 10 canciones de su último trabajo se ha unido recientemente Cuento de Hadas en Madrid, una versión de Fairytale of New York, de The Pogues, en la que Kirsty MacColl acompaña a Shane MacGowan.
"La idea fue de David Bonilla, de Warner, y de Amaro", explica Iván. Lo que empezó con la broma de "habría que hacer un villancico", una costumbre muy habitual en el mundo anglosajón, fue tomando forma. La elección parecía sencilla, ya que Iván reconoce que es "la única que me gusta". Tras "pensarlo mucho", Ferrán Pontón, de Egon Soda, y Amaro se pusieron a adaptar la letra, algo a lo que le dieron "muchas vueltas" y un proceso en el que contaron con la tutela de los herederos de MacGowan.
No sólo era una labor de traducción, sino de "adaptación": de dos irlandeses en Nueva York a dos gallegos en Madrid, es decir, al mundo gallego-español. Por ejemplo, tomaron decisiones como eliminar la cárcel que aparece en la primera estrofa como escenario del arranque (el drunk tank, la celda para borrachos, se sustituye por "el café Pavón" de Madrid).
A la hora de decidir con quién la interpretaría, lo tuvo claro: Guadi Galego. "Era de las que iba a entender la canción y además es mi cantante favorita", incide. La banda que les iba a acompañar era la suya, pero finalmente se construyó con nombres más que conocidos; Leiva o Santi Balmes, al conocer la grabación de la canción, querían formar parte del proyecto.
Una banda diferente
Así, la banda se fue conformando con nombres muy conocidos, pero en facetas más desconocidas para el gran público: Leiva, a la batería; Rozalén, a la bandurria; Santi Balmes, inmerso en la grabación de su disco, a los coros con Vega. Se unían otros como Mikel Erentxun a la guitarra acústica y Pablo López al piano. Ricky Falkner tocaría el bajo, Amaro Ferreiro la guitarra y Ferrán, la mandolina.
Finalmente, "una banda con músicos de otros lugares" para trasladar un "espíritu conciliador", ya que "la letra no es muy navideña", aunque sí lo fuera "el ambiente". Eso sí, una Navidad entendida como la entienden los Ferreiro, "más allá de la familia" y "con los amigos".
La satisfacción de los que participaron correspondió a que "a todos nos llaman siempre para lo mismo", por lo que era una oportunidad para cumplimentar otro rol, que jugaron con facilidad porque se trata de "gente muy solvente". El reto era, señala Iván, "pasarlo todos muy bien, disfrutar y divertirse". El resultado se puede ver en el videoclip que acompaña al tema; se hizo una versión de estudio el día anterior que sirvió para que cada uno se aprendiese su parte. Cada una de las tomas en directo quedaron tan bien que, finalmente, Ricky Falkner, encargado del "empaquetado" final de la canción, se quedó con la última que se grabó.
25 de enero, fin de gira en Vigo
El 25 de enero despedirá su gira de presentación de Trinchera Pop en el Teatro Afundación de Vigo. Una elección que no duda porque "es el mejor local para tocar"; a la afirmación se le añade una denuncia, que ocurre en esta ciudad y en otras: la inexistencia de salas de tamaño intermedio. "Desgraciadamente, hay pocas salas de aforo medio, de entre 700 y 2.000 espectadores casi no hay; de 2500, hay poquitas", enumera el vigués, que señala el aforo de La Riviera de Madrid como el adecuado: "Maravilloso".
La otra opción en la ciudad podría ser el Hall del Auditorio Mar de Vigo, con la gente de pie, pero confiesa que no le gusta "como suena", mientras el antiguo García Barbón sí que le da la "sonoridad" que requiere.
Sobre el escenario, Iván Ferreiro y su "banda móvil", ya que sus miembros se van intercambiando según los bolos que tengan unos y otros, han conseguido presentar un concierto que, tras ajustes y reajustes que han ido realizando durante la gira, está "funcionando muy bien", y están "súpercontentos" con el resultado.
La cita es a las 21:00 horas, aunque las entradas están prácticamente agotadas.
Vigo desde el retrovisor
El final será en su ciudad, Vigo, aunque desde los años 90 vive en el Val Miñor, "cuando el alquiler era muy barato y no vivía casi nadie". A pesar de lo que muchos piensan, confiesa que tiene "una buena relación con Vigo", aunque terminó "sobresaturado" después de vivir mucho la ciudad. De hecho, su pareja tiene un piso aquí y viene habitualmente a cenar, a ver amigos y hacer recados. "No odio Vigo, ni nada parecido, pero soy una persona que me gusta más el rural que las ciudades, que se han vuelto muy difíciles en los últimos años", constata.
En esta ciudad también está Andrés, su hijo, que actuó por primera vez en Vigo hace unas semanas con su banda Querido. En esa labor de padre ha tratado de mantenerse al margen con el grupo, "poca chapa les he dado, poco tengo que decir", asegura. Porque para él, la música es "un acto de libertad" en el que tienes que hacer "lo que te da la gana", no "lo que te diga tu padre". Le sorprendió, como a todo el mundo, esa faceta, pero se muestra orgulloso especialmente de que "entienda el oficio desde donde hay que entenderlo": consiste en trabajar, tomárselo en serio, pero divertirse.
"Le importa más la música que los focos o el brillo, como me pasa a mí. Ha entendido de qué va la cosa", añade, tras revelar que corresponde a lo que ha visto y ha vivido en su casa: "Me doy cuenta de que escuchaba y atendía más de lo que pensaba", dice entre risas. Sabe que tiene "mucho trabajo por delante; ser mi hijo no le facilita las cosas, es un peso, quizás una ventaja al principio, pero después hay que trabajárselo".
La gira la retomará en abril, pero en México. Después, es difícil de tratar de adivinar qué saldrá de su cabeza en forma de canciones. "En Trinchera Pop estaba aburrido del piano y la guitarra y estaba jugando muchos aparatos y juguetes que no sabía cómo funcionaban, y es divertido aprender", avanza. "Todo tiene que ver con jugar", incide, y en su caso trata de sentir que se divierte y de que se sorprende a sí mismo. "Experimentar, pero no significa que sea algo nuevo, pero sí que lo sea para ti, excitarte con lo que haces".
En resumen, "hacer canciones que me gusten a mí, bajar al estudio, grabarlas y tocarlas". Una filosofía de vida sobre la que nacieron las canciones que Vigo podrá escuchar en poco más de un mes.