La salud mental ha tomado una posición muy diferente en la sociedad tras la pandemia. Se le ha comenzado a dar una visibilidad que no tenía y se ha empezado a desestigmatizar una parte de la medicina que en ocasiones se ha considerado una especialidad de segunda. No obstante, a pesar de los avances, el psiquiatra vigués Jacobo Torrón Vázquez-Noguerol asegura que aún queda mucho por hacer.
"Indudablemente esta es la parte buena de la pandemia, que se hable de salud mental y que se destinen fondos a investigación, pero los recursos eran tan insuficientes, estábamos tan mal respecto a otros países, incluso en Galicia respecto a otras comunidades, que las inversiones, que son fantásticas, siguen siendo insuficientes. Se sigue viendo que faltan psicólogos, que faltan camas. Estamos mejor, pero todavía falta", cuenta el experto.
Psiquiatra en la Clínica El Pinar, y miembro de la Asociación Gallega de Psiquiatría, Jacobo Torrón cree que promover una psiquiatría científica es también uno de los grandes retos de esta especialidad. "La salud mental se ha visto muchas veces como una pseudociencia, como si los psiquiatras no fuéramos médicos. Se está empezando a ver de otra forma pero aún así hay mucho por hacer, somos una rama de la medicina como es la ginecología, la traumatología o la neurología, y hacen falta más recursos", asegura.
Los jóvenes, en el foco
La crisis sanitaria hizo saltar las alarmas de la importancia de la salud mental en todas las franjas de edad, si bien, el foco mediático se puso fundamentalmente en la población más joven. Aunque el doctor Torrón explica que sí fue uno de los núcleos más afectados, el otro extremo también ha sufrido las consecuencias de este momento excepcional que se ha vivido de forma global.
Precisamente sobre ese foco, el de los jóvenes y menores, y la forma de visibilizar esta rama de la medicina, Torrón Vázquez-Noguerol se muestra contundente: "Hemos pasado del mutismo al ruido". Así, este doctor cree que es necesario comunicar, pero que requiere un especial cuidado el trato de la información, y no sólo por el efecto llamada o efecto Werther que se puedan relacionar con los suicidios o los actos violentos, sino por la manera de hacer visible la salud mental incluso en las series de ficción.
"No solo se habla de salud mental en los medios de comunicación, a mí me preocupan, por ejemplo, las series de televisión que hay de adolescentes con las que se sienten identificacos en unas edades en las que, además, son más vulnerables. Parece que que está todo el rato presente el acoso, el acosador, el que sufre, la víctima, y cómo se tratan de resolver esos problemas con autolesiones, consumo de drogas o incluso el suicidio", destaca el psiquiatra gallego.
"Cuando somos jóvenes nos identificamos con ideales que podemos ver, ya sea un personaje del deporte, un actor en una película o un personaje de una serie, a todos nos ha pasado, pero es que hoy en día ese personaje se corta porque fulanito no le responde a los WhatsApps. Al final, que te identifiques con estos modelos que presenta la ficción es tremendamente patológico", añade.
El teléfono móvil, "un arma" para los menores
Con el tiempo y los avances en materia de salud mental se le han ido poniendo también nombre a algunas conductas, como es el caso de bullying. ¿Se sobredimensiona un problema al categorizarlo? Jacobo Torrón cree que no y que, incluso, puede ser beneficioso. "Siempre ha habido acoso en los colegios, igual que siempre ha habido queme laboral o síndrome de burnout. El nombre no sobredimensiona el problema, lo que sí lo hace es nuestro estilo de vida. Las nuevas tecnologías hacen estos problemas más intensos", apunta el médico vigués.
"No es lo mismo fumar un cigarrillo que fumar una cajetilla. El daño no va a ser el mismo. Y tampoco es igual que te acosen durante la jornada lectiva de seis u ocho horas que si esto acaba y te siguen vacilando por grupos de WhatsApp, por redes sociales... es 24/7, y el daño tampoco es el mismo. Creo que esto sí que es lo que realmente está ocurriendo; es el problema, desde mi punto de vista, de la tecnología mal usada", añade.
Este psiquiatra compara el uso de teléfonos móviles con otras actividades no permitidas para menores de edad, como el consumo de alcohol o la conducción de un vehículo pesado. "No permiten beber alcohol hasta los 18 años porque el cerebro no está formado y tiene efectos perniciosos; tampoco se puede conducir hasta esa edad porque se entiende que el cerebro no está preparado para una adecuada toma de decisiones. Sin embargo, vemos niños de 11 años con teléfonos con los que pueden hacerse fotos desnudos, pueden acceder a porno, ver violencia, acosar o ser acosado", explica este médico que considera que se trata del principal "tóxico del momento actual".
El experto cuenta cómo hay países en los que el uso de las nuevas tecnologías ya se está regularizando, algo que, considera, debería llegar cuanto antes. "En Silicon Valley, donde empezó a introducirse las pantallas en las clases, ya hace años que las han quitado. Y recientemente salió una noticia de que en Suecia han dado marcha atrás también con estas iniciativas, y en las aulas han vuelto a los libros de texto", sostiene.
Cuando preguntar tiene un efecto protector
En los últimos meses han trascendido en medios de comunicación casos terribles de suicidios de jóvenes que, sin duda, generan un gran impacto en la sociedad, ante lo que muchas personas se preguntan: ¿Cómo se detectan las señales de alarma? En este sentido, Torrón Vázquez-Noguerol apunta que, en primer lugar, no hay que hiperresponsabilizar o culpabilizar a los padres. "Parece que tenemos que detectar señales de alarma, pero no siempre las hay. A veces, esto ocurre incluso por un acto impulsivo, algo que no es previsible", explica.
No obstante, en general, señala que "evidentemente tenemos que estar alerta cuando existen cambios comportamentales o conductuales en un niño o un adolescente". "Si es una persona que suele salir a hacer deporte y de repente deja de hacerlo, que suele quedar con amistades y de repente deja de hacerlo, que tiene cambios, por ejemplo, en el sueño o en el apetito, que deja de asearse, de cuidarse, son señales que nos orientan, y nos dicen que a nivel psíquico algo puede estar pasando", cuenta.
Jacobo Torrón hace hincapié en la importancia de perderle el miedo a preguntar. El médico vigués sostiene que muchas veces es difícil para los jóvenes abrirse a un familiar, por lo que pedir ayuda externa puede resultar muy beneficioso. "Es importante estar familiarizado y preguntar, algo que se ha visto que tienen un efecto protector", afirma.
Terapia electroconvulsiva, "tan segura como eficaz"
Si los jóvenes han estado en el centro del interés de la opinión pública en lo que a temas de salud mental se refiere, las terapias electroconvulsivas han ocupado también numerosos titulares en la comunidad gallega tras recibir un paciente este tipo de tratamiento sin el consentimiento de su familia. Algo que, según se ha conocido, fue autorizado por un juez al no estar el paciente en condiciones mentales para decidir.
Sobre el uso de este método, Jacobo Torrón, ratifica que se trata de un tratamiento "tan seguro como eficaz". "La electricidad para tratar problemas mentales se usa desde hace muchísimos años, pero las técnicas se han ido perfeccionando, hasta tal punto que es de primera indicación para embarazadas. Antes no había relajantes musculares, no se hacía bajo anestesia, y evidentemente tenía unas secuelas importantes, pero hoy se hace en un quirófano bajo inducción anestésica, con relajación muscular y es un tratamiento tremendamente efectivo y seguro", sostiene.
Además de este tratamiento, la Clínica El Pinar practica diversas técnicas vanguardistas para tratar algunas patologías, como la depresión resistente o el trastorno obsesivo compulsivo resistente, con estimulación magnética transcraneal. "También somos pioneros en disponer de una unidad de trastorno límite de la personalidad", apunta Jacobo, quien asegura que al contar con estas técnicas y esta unidad "son casos que vemos con mucha frecuencia".