Raquel Mascaraque (Madrid, 19 de septiembre de 1991), periodista especializada en neurociencia, publicista y comunicadora, decidió un día compartir en TikTok cómo le cogía los rulos a su abuela. El curioso vídeo se hizo viral, y lo que comenzó como una anécdota, pronto le reportó casi medio millón de seguidores en esta red social – concretamente, 564.500-. Y es que la divulgadora pasó del "exterior" de la cabeza al interior para hacer entendible, siempre desde el rigor científico, por qué somos como somos y qué es lo que ocurre dentro de nuestra mente.
Esta madrileña es también colaboradora en el programa "Si amanece", de la Cadena Ser, y en Upeka, junto a Anne Igartiburu. En ambos casos la divulgadora habla sobre el cerebro y las emociones, especialmente, aquellas con las que nos sentimos más incómodos a la hora de experimentarlas.
Mascaraque visitó Vigo para presentar su primer libro "¡A cerebrar!", un trabajo pensado para que el lector se haga preguntas. La divulgadora, por su parte, trata de responder a cuestiones como "¿Qué sucede en nuestro cerebro cuando nos reímos?", "¿Y cuando nos rompen el corazón?" o "¿Cómo es el cerebro de una persona mentirosa?".
¿Qué la llevó a explorar el mundo de la psicología y la neurociencia?
A mí siempre me llamó la atención el comportamiento humano. Después de terminar de estudiar, comencé a trabajar en una empresa para llevar redes sociales y acabé desarrollando el departamento de Márketing y Comunicación. Fue en ese momento cuando empezaron a surgir dudas relacionadas con el funcionamiento de algunas técnicas y no de otras. Yo las llevaba más a lo emocional. Como cada cierto tiempo tengo que estudiar algo nuevo (ríe) pues me puse con el máster de Neuromarketing, que trataba esa parte de Neurociencia pero más orientada al día a día y a la hora de consumir.
¿Qué es lo que nos podemos encontrar en su primer libro, "¡A cerebrar!"?
Es, como dice el subtítulo, un viaje por tus emociones a través de la neurociencia. Lo que trato es de explicar qué le pasa al cerebro cuando sentimos amor, tristeza, culpa, alegría, tranquilidad… Reúne, además, toda la investigación que he hecho a lo largo de estos últimos ocho años. Hay también una parte del libro que son los "ceredatos" , es decir, datos curiosos del cerebro y que se pueden ir leyendo sin seguir el orden del libro. El libro lo completan los microcuentos, que al final suponen una forma de llevar esa emoción a tierra: Historias con las que te puedes reconocer de alguna manera. Es en definitiva una invitación para conocer el maravilloso universo que tenemos dentro.
¿Cómo ha sido el proceso de escritura del libro?
Es un libro que he escrito tal cual yo he ido entendiendo. He intentado hacerlo con muchas metáforas, ejemplos del día a día… Es un libro para entenderlo, porque, aunque habla de neurociencia, yo no soy neurocientífica. He buscado esa parte más llana de comprender un tema que, de otra manera, parecería muy lejano o complicado.
Hoy en día hay mucha información en redes y medios de comunicación sobre salud mental, en ocasiones, de voces que no están relacionadas con este ámbito de la salud. ¿Es importante aprender a filtrar?
Al final hoy en día con las redes sociales todo el mundo tiene un micrófono para hablar y opinar. Para mí el cerebro tiene todo mi respeto, y hay que tener mucho cuidado con lo que se dice porque le puedes cambiar la vida de una persona para bien o para mal. Hay que filtrar a quien escuchas pero, como divulgadores, también tenemos la obligación de formarnos bien y de citar lo que contamos. No hay una verdad absoluta y, a lo mejor, lo que me ha funcionado a mí, a ti no te funciona. Además hay que filtrar siempre a quién estás escuchando, contrastar y comparar. A mí a veces me ha escrito alguna persona diciéndome que un vídeo mío le ha cambiado la vida. Es una responsabilidad tremenda porque la mente humana es muy frágil y hay que tener cuidado con lo que se expone.
Da la sensación de que hay gente que hace terapia con frases de Instagram.
(Se ríe). Es que la terapia es un proceso difícil y duro y que requiere constancia. Quizá a los seis meses dices ‘¡qué bien estoy, he mejorado muchísimo!" y de pronto te encuentras mal y tienes que volver a empezar. Es un proceso, el de conocerse a uno mismo, que no vas a hacerlo a través de un post de Instagram o, incluso, a través de este libro. Lo que éste pretende es que tengas interés por tu universo emocional y que entiendas lo que pasa dentro de ti, pero para nada se busca una verdad absoluta. No hay un post o un libro que pueda hacer el trabajo por ti, aunque puede ser el principio del cambio.
Se ha apoyado en diversos investigadores para su libro… Es el caso de Paul Ekman, que trató las emociones.
Me he leído mucho sobre inteligencia emocional y he comprobado que hay otras teorías contrapuestas a la teoría de la emoción universal. Aquí expongo esa doble vertiente que no estoy viendo en libros de psicología. También hablo de estudios que se han hecho en resonancia magnética funcional del amor, pero en parejas monógamas, pero esto es algo que no se ha hecho, por ejemplo, para parejas de tres. La ciencia no ha resuelto algunos enigmas.
¿Cómo es el día a día de una divulgadora? ¿Nunca deja de formarse?
La verdad es que tienes que estar siempre leyendo mucho. Hacía años, por ejemplo, que no leía novela, y hace un par de semanas me compré una. El hecho de meterme en la historia con personajes me fascinó. Estos años solo he leído libros de otros investigadores, papers… Esto está evolucionando todo el rato. También tengo que hacer guiones, estudiar y tratar de hacerlo sencillo.
¿Dónde radica la fortaleza de los divulgadores?
Yo creo que es porque la gente entiende y conecta con ello. Cada vez hay más personas interesadas en el autoconocimiento y si encuentras una cuenta con la que conectas, te cuenta datos curiosos y en un lenguaje más llano…
Sobre esas emociones más "incómodas" que pone usted encima de la mesa, ¿el objetivo pasa por que no lo sean tanto?
Hay emociones que nos hacen sentir muy bien y otras más incómodas de experimentar, pero todas tienen una función. Aunque no nos guste hablar de la tristeza, de los miedos, de la vergüenza, son emociones que tienen una función y que no podemos dejar de lado. Las emociones hay que sentirlas, si no antes o después te acaban arrollando.