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El Partido Socialista se ha volcado, en los últimos compases del ejercicio político de 2024, en la protección a la juventud y a la infancia en lo que tiene que ver con Internet y las redes sociales.

Por lo anterior, el Grupo Parlamentario Socialista ha impulsado una Proposición No de Ley tras la que se encuentran, entre otras, medidas como no recomendar la tenencia de un smartphone hasta los 14 años y postergar el acceso a las redes sociales a los 16 años. También que se prohíban prácticas como el scroll interminable o el envío a los terminales de notificaciones desde las distintas aplicaciones. 

Los expertos en psicología no son tan amigos de la legislación, como del acompañamiento parental y de la educación permanente para que los menores aprendan a usar las aplicaciones que ofrece Internet. Saber cómo relacionarnos de manera sana con y desde las redes sociales es, más que una asignatura pendiente, una materia que todavía no se contempla y urge confeccionarla. 

Ricardo Fandiño Pascual, psicólogo gallego -natural de Ourense-, es coordinador xeral de ASEIA, la Asociación para a Saúde Emocional na Infancia e a Adolescencia, y habla sobre todas estas cuestiones. 

Como profesional de la Psicología, ¿considera necesario posponer el acceso a las redes sociales y a los móviles hasta bien entrada la adolescencia? 

Primero, me gustaría ver en qué queda este proyecto para poder hablar de una manera más precisa. Entiendo que el objetivo es la protección de los menores de edad y esto es algo que siempre es positivo, pero, en todo caso, pienso que lo que tendríamos que modular son las expectativas que ponemos en este tipo de medidas. No van a sustituir otras muchas cosas que tenemos que hacer. 

¿A qué otras cosas se refiere?

Lo primero que tenemos que entender es que, a lo que antes llamábamos TIC´s -Tecnologías para la Información y la Comunicación- ahora son TRIC´s -Tecnologías para la Relación, la Información y la Comunicación-. Las usamos, todos, para relacionarnos: Menores y adultos. Por ejemplo, en los colegios hay aplicaciones para coordinar tareas que llevan incluido un sistema de mensajería interno. Éste puede ser regulado por adultos y, de hecho, es así. Otra cosa son las redes sociales de las grandes corporaciones que se regulan sin tener en cuenta las necesidades de las personas que las utilizan, entre ellas, menores de edad. Es lo que puede resultar negativo. 

¿Qué se podría hacer? 

Lo que me parece esencial es educar a las personas menores de edad y educarnos todos en la ética de las relaciones en las redes sociales. Todos, adultos y menores -ellos de una manera especial-, sufrimos esa falta de ética. Esta educación no se puede dar a golpe de proyecto de ley, sino a través de la presencia de personas adultas implicadas. El control parental está bien, pero tenemos que hablar de acompañamiento parental. La alfabetización digital solo se puede llevar a cabo con la presencia de adultos. 

No se trata solo de restringir el uso de redes y móviles. 

Exactamente. Los límites de uso están bien, pero si van acompañados de todo lo demás. De lo contrario, estaríamos descansando en una propuesta que estaría bien, pero que no nos solucionaría el problema de fondo. 

La asignatura de "aprender a relacionarnos con redes sociales" no es una asignatura pendiente. Quizá ni exista. 

Así es. Y está pasando entre la población adulta. En la infancia y en la adolescencia los efectos pueden ser todavía más dañinos y de tipo traumático porque el adulto, al final, tiene desarrollada una maduración que le permite soportar mejor, en principio, determinados daños. Por ello, la presencia de los adultos es clave cuando los pequeños se están iniciando con las tecnologías digitales. Esto es vital para introducir la capacidad crítica o la perspectiva moral sobre el contenido, hacer un buen uso o para saber por dónde se puede circular y por dónde no. No basta con una charla en el instituto de dos horas al año, sino que es un proceso en el que debemos implicarnos. Creo que muchas veces las tecnologías digitales son usadas por los menores en paralelo al uso que los adultos estamos haciendo de las mismas. No tanto en pantalla compartida, sino cada uno la suya. Pues bien, tenemos que dedicar más tiempo a compartir pantalla con nuestros hijos, hijas, alumnos... Las infancias y las adolescencias necesitan de presencia. No nos debe confundir que los más pequeños tengan capacidad técnica para manejar estas tecnologías con que sean capaces de incorporar sus contenidos correctamente. 

En todo caso, las relaciones e interacciones en redes sociales no deberían sustituir a las interacciones físicas y personales. 

A mí lo que más me preocupa en las relaciones a través de los medios tecnológicos y de Internet tiene que ver con la pérdida de noción de lo comunitario, con cierta tendencia a la individualidad y con la pérdida de lo que tiene que ver con el cuerpo como lugar de experiencia compartida. La empatía se puede desarrollar en las redes, pero es más difícil. El contacto es muy importante. 

¿Qué futuro les espera a las nuevas generaciones?

Pues te voy a dar una visión esperanzadora: Las nuevas generaciones van a terminar haciendo un uso de las nuevas tecnologías mejor que el nuestro. Ellos son los principales interesados en el desarrollo de un uso ético de las redes sociales por su propia supervivencia y por su propia salud. Cuando trabajas estos temas con ellos lo ves: Les interesan y hacen aportaciones muy interesantes. Incluso te enseñan muchas formas de utilizar las redes de una manera más segura y que a veces a los adultos se nos escapa. Poco a poco, tenemos que ir trabajando en ello. 

¿El acceso a las redes sociales y a Internet está relacionado con el bullying o la depresión a edades tempranas?

El uso de las tecnologías lo que genera es un escenario en el que, en caso de acoso, éste se puede amplificar pasando del aula o del parque, a algo más amplio en el tiempo. Esto intensifica el sufrimiento. Por otro lado, hablando de acoso, no debemos perder de vista que la amplia mayoría de situaciones en las que se produce es donde hay diferencias: Personas con riesgo de ser acosadas son personas "trans" y homosexuales por la transfobia y la homofobia, personas de diferentes razas, con problemáticas a nivel cognitivo... Casi toda la exclusión está relacionada con el cuerpo y es necesario compartir espacios con cuerpos diferentes en donde no existan jerarquías. Por otro lado, tengo la impresión de que estamos pasando de un paradigma de adolescentes rebeldes a un paradigma de adolescentes tristes. Están sobreexpuestos a modelos que suponen una exigencia muy grande para ellos. Una de las exigencias de las redes sociales es que te obligan a mirar y a ser observado continuamente, y ahí hay muchos elementos de decepción. 

Hay padres que compran un teléfono móvil a su hijo o hija por miedo a que se quede atrás o se sienta diferente o marginado, ¿ésto tiene sentido? 

Yo no generalizaría. Depende del niño o niña y de sus circunstancias. Lo que sí es cierto es que un móvil es un mecanismo de acceso a Internet de manera autónoma. Si le damos este dispositivo le damos la posibilidad de acceder a Internet ellos solos y en entornos en los que no estarían acompañados de un adulto. La eficacia es limitada en el caso de no dárselo porque lo que no vea en su móvil, en el caso de no tenerlo, lo podría ver en el móvil de su amiga o de su amigo. Esta opción de no comprarle el móvil está bien, pero los padres deben ser conscientes de que no por eso su hijo o hija no va a tener acceso a Internet o contacto con redes sociales. Van a tener que seguir haciendo esa parte educativa.