El pueblo más tóxico de Estados Unidos aún tiene habitantes: declarado inhabitable y borrado del mapa

El pueblo más tóxico de Estados Unidos aún tiene habitantes: declarado inhabitable y borrado del mapa Grok

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El pueblo más tóxico de Estados Unidos aún tiene habitantes: declarado inhabitable y borrado del mapa

Una pequeña comunidad que alguna vez fue próspera se ha convertido en uno de los lugares más peligrosos de Estados Unidos.

Read in english: The most toxic town in the United States still has inhabitants: declared uninhabitable and erased from the map

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Picher, una localidad que floreció gracias a la minería de plomo y zinc, terminó en ruinas debido a la contaminación extrema. La Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) lo declaró inhabitable, y la mayoría de sus residentes fueron evacuados. Sin embargo, a pesar de los riesgos, todavía hay quienes se niegan a abandonarlo.

Un legado minero convertido en desastre

A principios del siglo XX, este asentamiento fue uno de los mayores centros de extracción de plomo y zinc en Estados Unidos. Las minas subterráneas generaron empleo y atrajeron a miles de personas, convirtiendo la ciudad en un motor económico de Oklahoma. Sin embargo, la explotación dejó tras de sí enormes montañas de desechos tóxicos conocidos como "chatarras", cargados de metales pesados que contaminaron el aire, el agua y el suelo.

Con el tiempo, la exposición prolongada al plomo provocó problemas de salud devastadores en los habitantes. Niños con retrasos en el desarrollo, enfermedades neurológicas y altos índices de cáncer fueron algunas de las consecuencias. En 1983, la EPA incluyó a esta localidad en la lista de los sitios más contaminados de Estados Unidos y comenzó un programa de evacuación para trasladar a sus habitantes a zonas seguras.

A pesar de que la mayoría de los residentes se marcharon, algunas personas se rehusaron a dejar atrás sus hogares. Para ellos, este municipio sigue siendo su hogar, aunque las calles están desiertas y los edificios han sido abandonados. En 2008, un tornado arrasó con lo que quedaba en pie, destruyendo aún más la infraestructura. Ese mismo año, el gobierno estatal cerró la última escuela del poblado, marcando el fin oficial de su comunidad.

Hoy en día, esta zona deshabitada es un testimonio de los efectos catastróficos de la contaminación industrial. El acceso al área está restringido, pero quienes quedan desafían las advertencias y continúan viviendo en un entorno donde el agua no es potable y el suelo sigue envenenado.

Un caso único en Estados Unidos

Este excentro minero es un ejemplo extremo de cómo la actividad industrial puede borrar un pueblo del mapa. A pesar de estar en ruinas, sigue en pie como un recordatorio de los peligros de la explotación sin regulación adecuada. Mientras tanto, los pocos habitantes que resisten en este rincón de Oklahoma viven en un entorno que el resto del país considera inhabitable.