Valencia

El exmarido de Mónica Oltra, condenado por abuso sexual a una menor tutelada en el centro donde trabajaba, era plenamente consciente de que no estaba bien entrar en el cuarto de las jóvenes cuando dormían. Tanto es así que él mismo lo dejó por escrito en un protocolo para sus compañeros del turno de noche poco después de los hechos probados. "La consigna es evitar entrar o estar en estos espacios", decía.

Así consta en el documento íntegro redactado por Luis Eduardo Ramírez Icardi, al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL. El mismo forma parte del sumario del caso que investiga si la exvicepresidenta valenciana instigó los informes públicos que desacreditaron a Maite, la víctima, a quien nadie creyó ni en el centro de acogida ni en las diferentes instancias de la Generalitat Valenciana.

La justicia, en cambio, condenó a Ramírez a cinco años de cárcel. "Una vez creía que se hallaba dormida, cogía la mano de la niña y se masturbaba con ella, fingiendo la menor dormir ante la vergüenza que le producía dicha situación". Así resumieron lo ocurrido los hechos probados de las sentencias contra el educador, tanto la del juzgado como la de la Audiencia de Valencia.

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Los hechos tuvieron lugar entre finales de 2016 y principios de 2017. La menor alertó de los mismos en febrero. Y pese a tal circunstancia, la dirección del centro Niño Jesús de Valencia lo le otorgó credibilidad. Confió en la palabra del educador, y le encargó, inexplicablemente a él, elaborar el mencionado protocolo ante el revuelo generado por la denuncia de la joven.

"Protocolos y modos de acción de los educadores de noche", se titula el documento, que data del 23 de marzo de 2017. "Pienso que los menores deben sentirse con el calor de acogida de una casa, de un hogar", exponía en primer lugar en el capítulo "principios generales de actuación". 

El mismo precisaba que los menores tutelados "deben poder tener también un ámbito de intimidad personal en su cuarto y con sus armarios, mesitas de noche y taquillas". "Esto es extensible a otros espacios como los servicios", agregaba.

La consigna

"La consigna es evitar entrar o estar en estos espacios como no sea necesario (sic), o por seguridad o por voluntad propia de los menores", aseveraba. Introducía excepciones precisas como "revisar cuestiones como las estufas, ventiladores" o que "los niños estén bien arropados y en sus camas".

Pero subrayaba que, con adolescentes como Maite T. M., que entonces tenía 16 años, el respeto al ámbito privado debía ser mayor. "En el caso de los más mayores, si dejan su puerta cerrada, lo realizamos solo en caso de pedido expreso o por sospecha de peligro", matizaba.

Lejos de cumplir con todos estos consejos, el propio Ramírez Icardi -aunque negó los abusos- reconoció ante los tribunales que le juzgaron que accedía con frecuencia a la habitación de Maite y que le realizaba masajes en la cabeza para que se relajara y se durmiera.