Un David de Miguel Ángel con tacones y tanga reivindicando el amor libre o un Pensador convertido en pensadora. Son algunos de los ninots que forman parte de la primera falla de la artista Marina Salazar, creadora de la famosa "tetamundi" de la escenografía de Rigoberta Bandini para el Benidorm Fest.
La artista catalana se ha unido con el Estudio Chuky para plantar su primera falla en el municipio valenciano de Torrent, con la comisión Cronista Vicente Beguer. Bautizada como "Excultures", el objetivo es reinterpretar el arte clásico para crear una falla reivindicativa que pretende hacer reflexionar sobre la modernidad, la tecnología o las redes sociales.
Salazar es artista y diseñadora y compagina su taller con la docencia en la Universidad de Artes y Diseño de Barcelona. Su obra destaca por sus figuras, normalmente de porcelana, a las que da una segunda vida a través del color, la transformación y el hackeo, como ella misma define. Todo con un toque de sátira e ironía.
"Raúl Martínez, de Estudio Chuky, vio mi trabajo y me dijo que era una artista catalana haciendo minifallas", explica a EL ESPAÑOL. Colaboraron en algunos proyectos y se propusieron trabajar juntos para hacer una falla. Para Salazar, era "un sueño inalcanzable", pero que acabó convirtiéndose en realidad.
De la unión de ambos ha surgido una falla que representa una especie de museo en el que cuando se apagan las luces, "pasan cosas", según explica la artista y diseñadora. Las esculturas cobran vida para contar cada una de ellas una historia relacionada con el mundo actual.
El icónico David de Miguel Ángel, que representa el ideal de la belleza masculina, ha sido reinterpretado como miembro del colectivo LGTBIQ+. Con tacones y un tanga, se prepara para una manifestación. En su pancarta puede leerse "amarse entre iguales no es diferente".
A la Venus de Milo le han implantado unos brazos robóticos para que haga la peineta. "Nos manda a la mierda, como va a hacer la inteligencia artificial", afirma la artista.
El Pensador pasa a ser la Pensadora, en femenino, "porque las mujeres también piensan" y el Discóbolo está sobredimensionado porque "toma esteroides".
Como figura principal, la propia Salazar maquillando a Neptuno, una especie de "hada madrina" que con sus colores da vida a cada figura. Para crearlo, se hizo un escaneo digital a su cara.
"Es como una noche en el museo en la que las esculturas se han vuelto locas. Todas tienen pequeñas intervenciones de piezas modernas", destaca Martínez.
Ambos artistas destacan la libertad con la que han trabajado y agradecen a la comisión fallera su valentía y su respeto por el proyecto.
Además, vinculado a la falla, llevaron a cabo una obra social en la que participaron 17 artistas, que reinterpretaron la cabeza del David de Miguel Ángel. Recaudaron casi 3.000 euros que destinaron a Invisibles, una asociación que trabaja con personas sin hogar.
"Un sueño"
"Plantar una falla era un sueño", afirma Salazar, aunque reconoce que le da mucha pena que la obra acabe devorada por el fuego.
Desde la comisión fallera destacaron su apuesta un año más por proyectos comprometidos. Es la quinta ocasión en la que colaboran con Estudio Chuky, quienes fueron los encargados de la falla que se hizo viral por escenificar un beso entre dos mujeres falleras.
Marina Salazar es artista, diseñadora, doctoranda y fundadora de No Queda Tinte. Reside en Barcelona y se define como enamorada de la estética kitsch y de las figuritas de segunda mano.
Empezó su carrera artística hace siete años como hackeadora de pongos, restauradora de piezas y transformadora de objetos que recupera de tiendas de antigüedades. Su obra ha sido expuesta en galerías y eventos, como La Plataforma o Festival Misonny, además de haber participado en múltiples charlas y conferencias por toda España.
Uno de sus diseños más conocidos y virales fue la "Tetamundi" en la escenografía de Rigoberta Bandini de "Ay Mamá".