Valencia

Vivir en un barrio céntrico de la ciudad de Valencia ya no es lo que era antes. En tan solo ocho años, el barrio del Carmen ha dado un giro de 180 grados debido al incremento del turismo, y quienes lo sufren son los vecinos, hartos del ruido que producen las terrazas hasta medianoche y la suciedad que hay en las calles.

EL ESPAÑOL ha podido saber cómo vive el vecindario bajo el testimonio de Lluis Mira, presidente de la asociación Amics del Carmen"Se hace caso omiso a nuestras reivindicaciones", ha recalcado, en referencia a las denuncias interpuestas, las protestas a las que, dice, no haberles dado solución y a las instancias no atendidas por el Ayuntamiento.

El barrio del Carmen, que se sitúa en el extremo noroeste del casco histórico, es uno de los más conocidos de la capital valenciana por su encanto. Recibe su nombre de la iglesia y el convento del Carmen Calzado.

Aunque la oferta de restauración y locales es inabarcable, esta área de Ciutat Vella tiene mil años de historia y magníficos ejemplos de arquitectura medieval y un rico patrimonio artístico.

Pero no todo es tan bonito como parece. Habitar en sus calles es cada vez más complicado por el aumento de apartamentos turísticos, sobre todo los que no cuentan con licencia. Y, como consecuencia, aumentan los precios de alquiler de los inmuebles. Todo ello, además, produce la despoblación de residentes en la zona.

"Amics del Carme se ha caracterizado por combatir, con una firme perseverancia ante cualquier ayuntamiento, las actuaciones de mejora propuestas por el vecindario de toda Ciutat Vella", detallan en su portal web.

"El Carmen ha cambiado de manera galopante en los últimos ocho años", asegura Mira por su parte. Explica que muchos negocios familiares han bajado la persiana, como panaderías, ferreterías o tiendas de ropa; mientras que se expanden por la zona locales enfocados al visitante, como alquiler de patinetes o bicicletas, tiendas de souvenirs o consignas para el equipaje. 

Graffiti en una calle del barrio El Carmen "Out gentrificación". Asociación Amics del Carme

"En vez de mantenerse abierto el bar de toda la vida, al que le es difícil asumir el alquiler, cada vez proliferan más cadenas y franquicias", señala Mira.

"Un horno en la calle del Trench ahora es tienda de recuerdos turísticos. Una tienda de ropa interior en la calle de las Calabazas, transformada en consigna de maletas de turistas. Otro horno en la plaza de Santa Catalina, ahora es una tienda Hard Rock", infoma la Asociación.

Además, Mira cuenta que llegan familias que quieren construir un proyecto de vida, pero a los pocos meses se dan cuenta de que es muy difícil convivir: "Consiguen una casa en alguna plaza emblemática como el Negrito, pero con el ruido continuo que hay no pueden conciliar el sueño". "Está catalogada como zona acústicamente saturada", precisa.

Turistificación

El pasado 6 de mayo de 2024, los miembros del Consell Valencià de Cultura invitaron a la entidad vecinal para explicarles cómo ha afectado la presencia de turismo en el centro histórico.

La principal problemática es la turistificación: "Está transformando por vía múltiple y rápida los barrios de manera física, pero también los usos, las costumbres y, finalmente, nuestra esencia valenciana".

Imagen de la reivindicación vecinal frente a la construcción de apartamentos turísticos. EE

Reivindican que están asistiendo, "de manera manifiesta y clara, a la mercantilización de prácticamente cualquier elemento de la vida cotidiana, ya sea espacio (plaza, calle, monumento), una experiencia (hacer una paella, dormir en una barraca), una institución (el Tribunal de las Aigües) o actos populares (las Fallas). Todo esto forma parte de la turistificación, que provoca la desintegración de la identidad de los pueblos".

Su queja reside en que la renovación arquitectónica de edificios y solares abandonados ha servido, no para dar más oferta al mercado residencial sino, todo lo contrario, para sustraer casas residenciales del mercado inmobiliario y transformarlas en hoteles y apartamentos turísticos.

En cifras

Inside Airbnb es una plataforma que proporciona datos acerca del impacto que tiene el portal de alojamientos vacacionales Airbnb en las comunidades residenciales. En ella se observa la cantidad de alquileres de viviendas residenciales a turistas.

"Dependiendo del tipo de habitación y la actividad, un anuncio residencial en Airbnb podría ser más como un hotel, perturbador para los vecinos, quitando la vivienda y siendo ilegal", comunica la página.

De las 334 viviendas que se alquilan expresamente para el foráneo, el 93,4% son casas, mientras que el otro 6,6% restante pertenece a habitaciones privadas (22). Aun así, cabe especificar que hay muchas más plataformas, por lo tanto, la cifra real aumenta. 

Los puntos rojos muestran los apartamentos turísticos anunciados en Airbnb en el barrio del Carmen. Inside Airbnb

"La cifra varía según el mes en el que se haga la búsqueda, pueden aparecer desde 7.000 hasta 10.000 apartamentos", expresa el presidente de Amics del Carme. Asimismo, asegura que el 70% de los que se ofertan son ilegales.

Acerca de la actividad, Inside Airbnb estima el número de noches reservadas y los ingresos de cada anuncio durante los últimos 12 meses, además del número de opiniones. El promedio se sitúa en 115 pernoctaciones en el barrio, con un precio medio de 131 euros la noche.

Suspensión de licencias

Según indican fuentes municipales a EL ESPAÑOL, en lo que se lleva de año, los cuatro equipos de inspección de apartamentos turísticos ilegales han interpuesto más de 350 denuncias. Muchas de ellas en el Carmen.

El pasado junio, la Comisión de Urbanismo aprobó por unanimidad el dictamen favorable a la Modificación Puntual de las Normas Urbanísticas del Plan Especial de Protección de Ciutat Vella.

La iniciativa aprobada prohíbe las viviendas turísticas en cualquier edificio del centro histórico que tenga una vivienda residencial. "Queremos, puntualizó el concejal de Urbanismo, Juan Giner, que Ciutat Vella sea un barrio residencial y por esa razón hemos propuesto que no es compatible y no se abrirán apartamentos turísticos en los edificios donde viven nuestros vecinos".

Tal y como precisó Giner, "hay más de 19.000 viviendas con una población de casi 28.000 habitantes". En este sentido, afirmó que la propuesta que habían aprobado iba dirigida a "garantizar la calidad de vida de los vecinos, contribuir a la conservación de los valores patrimoniales del centro histórico y proteger el comercio tradicional".

Por último, señaló que cuando se apruebe la propuesta de ordenación, aquellas viviendas turísticas que en ese momento dispongan de la correspondiente licencia o autorización podrán seguir en funcionamiento, pero no se implantarán más viviendas turísticas ni tampoco se abrirán nuevas en edificios residenciales.