Nochebuena en Paiporta, la zona cero de la DANA: "Hay que pensar que estamos vivos y que nos reunimos todos hoy"
- Sandra Ferrandis, vecina de Paiporta, aprecia el valor de estar con los suyos esta Navidad. El pueblo prepara una cena solidaria para familias vulnerables.
- Más información: La labor de la ONG del chef José Andrés durante la DANA: más de cinco millones de comidas y 35 negocios reactivados
Es la tarde de Nochebuena, 24 de diciembre, y las familias ultiman sus preparativos para cenar con sus allegados. Pero en la zona cero de la DANA estas Navidades serán diferentes. La estampa que deja el paisaje del barranco del Poyo ya es muy distinta a la de años anteriores, aunque Paiporta se adapta a la nueva realidad como puede.
Este 2024 no hay luces ni guirnaldas ostentosas; en cambio, los balcones se visten de los lemas de la riada: "Gracias voluntarios" y "El pueblo salva al pueblo". Una virgen de color rosa, que parece rezar por las víctimas de la DANA, permanece intacta en uno de los extremos, mientras dos jóvenes se acercan a encender unas velas y realizar su propio velatorio.
A horas de celebrar la tradicional cena de Nochebuena, y sin haber vuelto a la normalidad, los vecinos se muestran resilientes. Más que nunca han aprendido a apreciar el valor de estar con los suyos. "Hay que pensar que estamos vivos y que nos reunimos todos hoy", cuenta Sandra Ferrandis, vecina de la localidad, a EL ESPAÑOL.
La familia Ferrandis perdió todos sus vehículos y sus caravanas en la DANA. Una planta baja quedó anegada: "Por suerte lo personal lo tenemos, lo material ya lo recuperaremos".
"Todos los años el día 24 quedamos todos los primos. Normalmente, nos reuníamos en el Vora Barranc -un local que quedó completamente destrozado, en uno de los extremos que dan al barranco del Poyo-, pero no se ha podido, obviamente. Pero a pesar de las circunstancias, hemos cambiado la ubicación y hemos almorzado juntos", agradece Ferrandis.
Paiporta resurge del fango poco a poco. El pueblo ha colocado un árbol de Navidad gigante, y los dibujos de niños y niñas decoran la valla que lo protege.
También han decorado el que es su "símbolo de la resistencia", el árbol que sobrevivió a la fuerza de la riada. "Es un emblema de Paiporta. La gente lo ve y les da esperanza", aseguran unos voluntarios.
Por las calles pasean vecinos de un lado a otro con bolsas y regalos. En Paiporta, sobre todo, y a puertas de la Navidad, los abrazos son el mayor regalo, la zona de confort entre conocidos y familiares.
Una de las iniciativas que reunirá a familias vulnerables esta noche es una cena solidaria que se celebra en el Ateneo Musical y Mercantil, justo al lado de uno de los puentes que da al humilde barranco.
Un equipo de 20 voluntarios de Somos Personas de la Ibermutua y de Gastronomía Solidaria han unido sus esfuerzos y preparan un menú para 152 personas afectadas.
También entregarán juguetes para las familias que se hayan quedado sin recursos y ambientarán la velada con música en directo, según Chema de Isidro, presidente de Gastronomía Solidaria.
También quedan por la zona muchos voluntarios que han decidido quedarse en el pueblo para ayudar. Algunos pasarán su Nochebuena lejos de su familia, pero es algo que "no les importa". Es el caso de Borja Marco, un sevillano que llegó el día después de la catástrofe y no ha vuelto aún a Andalucía.
Durante más de 50 días se ha dedicado exclusivamente a colaborar con World Central Kitchen, la ONG de José Andrés. En este punto de la localidad, se reparten 900 raciones de comida y 400 bocadillos cada día.
Este año Borja pasará la Nochebuena en casa de Manuel, un vecino. Explica que es la familia que cada día le acompaña a poner el himno regional valenciano. "Durante dos meses, todas las noches", asevera.
"Me ha invitado la mitad del pueblo a cenar con ellos", añade. Cada día visita a algunas personas mayores que también le dan de cenar.
Dos profesionales de Protección Civil de Extremadura viven una situación similar. "Me da igual pasar esta noche sola, lejos de los míos. Estoy aquí por ayudar y eso es lo que me importa", trasladan.
Al otro lado del puente, decenas de personas se reúnen a las afueras de un local que ameniza la tarde con música. "Nos hemos reunido todos los amigos del pueblo. No nos queda otra que intentar olvidar, por un momento, que lo hemos perdido todo. Celebramos que estamos vivas", lamentan Alba y Sandra, dos cuñadas que pasarán su noche en Valencia porque "aquí no se puede vivir".
Aun así, no han olvidado expresar su orgullo por los miles de jóvenes que acudieron a Paiporta durante los primeros días y les ayudaron "como podían".