En una ubicación perfecta, con vistas al mar Mediterráneo y junto a otras espectaculares villas de la época destaca Villa Elisa. Es un palacete construido en Benicàssim (Castellón) en el año 1942 por Vicente Traver Tomás como residencia estival.
Según el portal de turismo de la localidad, la espectacular construcción perteneció a Elisa Carpi y de ahí su nombre. Carpi fue la esposa del conde Joaquín Bau, presidente del Consejo del Reino.
La villa que traslada al visitante al pasado tiene tres alturas, un gran porche y amplias terrazas. Tiene un total de 1.591 metros construidos.
Su patio trasero es de corte andaluz. En uno de los muros laterales del palacete todavía se puede observar un bajorrelieve de época romana, originario de Tortosa.
Además, en los jardines que rodean la villa se encuentra un ejemplar de ficus macrophylla de casi 6 metros de altura, declarado árbol monumental. Pinos, palmeras y ficus se alternan con más de 30 especies vegetales, en algunos casos originarias de otros países.
Desde 1982 Villa Elisa es de propiedad municipal y después de estar cerrada mientas se restauraba fue inaugurada en 2019. La obra de rehabilitación supuso una inversión de casi 2,5 millones de euros que fueron cofinanciados por la Diputación de Castellón y el Ayuntamiento de Benicàssim.
Se han conservado a la perfección las zonas nobles de la villa como los salones, el vestíbulo, la gran escalinata, la cocina o la capilla. Ahora acoge actividades culturales y sociales e incluso enlaces matrimoniales.
La ruta de las villas
Villa Elisa es una de las más destacadas de la conocida como ruta de las villas de Benicàssim. En el paseo marítimo hay 51 palacetes que datan de los tiempos de la Belle Époque, por lo que muchos llaman a esta zona el Biarritz valenciano.
A finales del siglo XIX y a principios del XX, tal y como explican desde Turismo de la localidad, un grupo de familias procedentes de Castellón y de Valencia eligieron Benicàssim como centro turístico, con el objetivo de crear y construir un conjunto de villas de gran riqueza arquitectónica.
La famosa ruta se divide en dos itinerarios, el primero, según la corriente artística predominante en el momento de construcción y el segundo, según el carácter de los residentes originarios.
Así pues, la ruta del Infierno debe su nombre a las escandalosas fiestas que se celebraban en las villas de esa zona, mientras que la ruta de la Corte Celestial se distinguía por la tranquilidad de sus calles. Ambas zonas quedan separadas por los jardines de Comín, conocidos popularmente como El Limbo.
Cada uno de estos palacetes cuenta una historia. Destaca por ejemplo, la de villa Solimar, con un jardín delantero con esculturas clásicas. Se hizo famosa porque las estrictas normas morales de la época obligaron a colocar las estatuas, que tenían el torso desnudo, mirando al edificio y de espaldas al paseo marítimo. Se ganó así el apodo de la villa dels culs.
Villa Ana destaca porque alojó a numerosos pintores y escritores y contó con la visita de la infanta Alicia de Borbón. Y villa Victoria ha trascendido por ser la que mejores fiestas ofrecía. Construida en 1911, fue después utilizada como biblioteca del hospital durante la Guerra Civil.
En total 51 villas, de las que 19 están señalizadas y cuatro poseen un nivel de protección integral.