Valencia

Juan Roig ha roto el mercado de las maratones de élite con la recompensa establecida para quien bata el récord del mundo en Valencia. Dará un millón de euros. Y esta cifra, según ha podido contrastar EL ESPAÑOL, se convierte no solo en el mayor bonus oficial de todo el planeta: también supera las contrapartidas privadas que se estima que están ofreciendo grandes maratones como Chicago o Berlín.

Por lo que respecta a las primas oficiales, el debate es inexistente. El millón de Valencia duplica el siguiente mayor premio. Se trata de los 500.000 dólares previstos en Seúl para los hombres. La capital de Corea del Sur ofrece menos en caso de plusmarca femenina: 300.000 dólares.

Cabe subrayar que Roig no hace distingos. Entregará también un millón si una maratoniana se convierte en Valencia en la más rápida del planeta. Así lo confirmaron este lunes a EL ESPAÑOL fuentes de la Fundación Trinidad Alfonso, la entidad con la que auspicia la prueba el presidente de Mercadona.

[Tariku Novales, el joven adoptado de origen etíope que ha batido en Valencia el récord español de maratón]

Por lo que respecta a las denominadas majors, el club privado de las consideradas "grandes maratones" de todo el globo, la que mejor paga el récord del mundo es Tokio con 264.000 dólares. Muy lejos se encuentran Berlín, con 50.000 euros; y Londres, con 21.500 euros. En el caso de Chicago, donde se batió el récord masculino vigente (2h00'35''), no consta ningún bonus oficial por batir el récord del mundo.

"No consta, pero se entrega", subrayan a este periódico fuentes conocedoras de los contratos que suscriben los maratonianos de élite. "Los atletas con posibilidades de batir un récord del mundo, tanto hombres como mujeres, llegan a acuerdos privados por cantidades que superan en buena medida las cifras conocidas", advierten.

Tal vez por ello Kelvin Kiptum escogió la prueba de Chicago del pasado mes de octubre para batir el récord del mundo, hito que parecía reservado para los trazados de Berlín y Londres en la categoría masculina. ¿Qué recibió a cambio el atleta keniata? La respuesta es una incógnita, pero las especulaciones del circuito de las mejores maratones del mundo coinciden en las horquillas.

Se estima que el bonus privado que podría haber recibido ronde los 250.000 euros, cantidad a sumar a un fijo de 300.000 euros por disputar la prueba, a unos 75.000 por ganar la carrera y a otros 50.000 por establecer el récord de la misma.

Cabe sumar también -esta cifra marca muchas veces la diferencia- el importe que brindan las marcas de los atletas. En el caso de Nike, la enseña de Kiptum, su preferencia son las carreras estadounidenses.

Cuadruplicado

Valencia, en consecuencia, podría haber cuadruplicado el extra por batir el récord del mundo de la maratón, y lo ha hecho además "de forma transparente", según subraya la organización, en busca de un claro efecto reclamo.

Reclamo para el propio Kiptum, que ya sabe lo que es correr en Valencia, donde detuvo el cronómetro en 2h01'53'' hace solo un año. En la presente edición, el etíope Sisay Lemma lo rebajó en cinco segundos. Completó los 42.198 metros en 2h01'48''.

Desde 2020 -con la excepción de 2021, cuando el viento dificultó la prueba- Valencia ha registrado cuatro de las mejores marcas de la historia, con tiempos por debajo de las dos horas y tres minutos. La llanura de la ciudad hace el trazado inmejorable, y, al mismo, Juan Roig suma ahora la mayor recompensa del planeta.

Por ello la ciudad, pese a que no se encuentra en el club privado de las seis majors, es una firme candidata a convertirse en el escenario del soñado hito de la maratón: que el récord del mundo baje de las dos horas.

No es la primera vez que una prueba ofrece una cifra astronómica. Dubai lo hizo en 2009 al ofertar un millón de dólares. El mítico fondista etíope Haile Gebreselassie se quedó cerca.

En los años 90 Nueva York ofreció el mismo importe si alguien bajaba de las dos horas, cosa impensable ahora y más entonces. La diferencia, en el caso de Valencia, es que se trata de un reto asumible para la élite de un deporte que ya sabe lo que es destrozar el cronómetro en esa misma ciudad.