Hay una verdadera joya histórica que está a menos de una hora de Valencia que forma parte del rico patrimonio romano de la Comunitat Valenciana.
Se trata del conjunto de la Cantera de Els Quatre Camins, también conocida como Llosar dels Francs, un yacimiento arqueológico ubicado a tan solo 500 metros de la villa romana conocida como Villa Cornelius, en la Partida dels Francs, en el municipio valenciano de l'Ènova, en la comarca de la Ribera Alta.
La villa fue descubierta por casualidad en septiembre del año 2003. Los trabajos previos realizados para la construcción de la vía del AVE que conecta Madrid con Valencia en el municipio de l'Ènova, junto al cementerio, hicieron posible este impresionante hallazgo.
Las crónicas de aquellos años detallan que, cuando se arrancaron los naranjos cultivados en esta zona, con el movimiento de tierras apareció mármol y restos de cerámica en la superficie.
Era "el descubrimiento de un nuevo yacimiento", según destacaron varios diarios. Las obras del AVE se interrumpieron y se realizaron excavaciones previas para poder sopesar la importancia del hallazgo.
En esos trabajos apareció esta villa, construida a finales del siglo I d. C., entre los años 65 y 75, por lo que su ejecución se inició en uno de los periodos de máximo esplendor del Imperio Romano.
Tras el hallazgo, se realizó una excavación arqueológica de urgencia, en 2004, dirigida por los arqueólogos Rosa Albiach, Elisa García-Prósper y Aquilino Gallego.
Los trabajos arqueológicos pusieron al descubierto una superficie de 3.000 metros cuadrados correspondiente a una villa rústica de época romana, con una zona de vivienda o pars urbana y un área artesanal y de almacenaje o pars rústica, dedicada al procesamiento del lino, propiedad de Publius Cornelius Iuniani.
Según desvelaron los trabajos realizados en estos 20 años por el Museo de Prehistoria de la Diputación de Valencia, los hallazgos epigráficos –restos de escritos- en la intervención arqueológica evidencian que Publio Cornelio fue un personaje rico y bien relacionado.
Al parecer, procedía de las gens más influyentes de la aristocracia local de Saetabis –actual ciudad valenciana de Xàtiva-, los Cornelii y los Iunii.
Restauración y estudio
La Diputación de Valencia, a través de su Museo de Prehistoria, ha participado todos estos años en el estudio, restauración y conservación de los materiales arqueológicos
descubiertos en esta villa.
En 2013, el Museo de Prehistoria de Valencia organizó una gran exposición dedicada a la villa descubierta fortuitamente en L’Ènova. Durante más de cinco años, arqueólogos y restauradores trabajaron en la recuperación de pavimentos, mosaicos y otros materiales únicos.
Entre las piezas recuperadas destacó el vidrio original de una de las ventanas de la finca, algo inusual por la fragilidad del material.
Esta villa rústica, dedicada a la explotación y el procesado del lino, estaba en el territorium de la actual Xàtiva, en la provincia Tarraconensis.
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Se construyó en una llanura aluvial, entre el río Sucro (Xúquer) y su afluente el río Magre, muy cerca de la Vía Augusta para facilitar el comercio de los productos procesados en la villa, según recoge la guía elaborado sobre esta exposición.
"Esta vía era el principal eje de comunicaciones desde Roma (Italia) hasta Gades (Cádiz) y atravesaba el territorio de Saetabis. Estaba en un entorno natural privilegiado, rodeado de montañas con abundante agua, flora, fauna y tierras fértiles para el cultivo".
Según los arqueólogos que trabajaron en su recuperación, los hallazgos epigráficos de la villa y el estudio de sus contenidos aportaron información sobre los habitantes y el papel que tenían en la casa.
En esta villa habitaron el dueño, su familia y la servidumbre, compuesta por libertos y esclavos. Se han podido conocer sus nombres por los epígrafes votivos y funerarios.
La villa tuvo cuatro siglos de existencia, desde su edificación a finales del siglo I DC hasta la caída de su techo y las paredes a mediados del siglo V DC.
Su evolución urbanística tuvo varios momentos, según concluyeron los estudios de la Diputación de Valencia.
Tras su fundación y más de un siglo de ocupación hubo una gran reforma que enriqueció decorativamente la casa. En el siglo IV DC se inició un proceso de degradación y cambió de uso hasta su abandono paulatino en el siglo V DC.
Durante la antigüedad tardía, la zona occidental de la villa se siguió utilizando con actividades agropecuarias, prolongándose como necrópolis hasta los siglos XI y XII.
La piedra elegida para el programa decorativo fue el mármol de Buixcarró o Saetabitanum, "considerado en Hispania como uno de los de mejor calidad".
Procedía de las canteras de Buixcarró (Barxeta, Valencia), situadas a 22 km de la villa.
"Este mármol se empleó en sus tres tonalidades, rosada, amarillenta y blanquecina, tanto en columnas como en pavimentos, umbrales y frisos, además de ser soporte para los textos epigráficos", revelaron los trabajos arqueológicos.
Gran parte de las inscripciones funerarias y votivas de la villa se hicieron con este mármol, tal como se ha constatado en numerosos hallazgos de yacimientos valencianos, hispánicos e incluso itálicos.
Además, "las habitaciones estaban decoradas con pinturas murales, de las cuales una parte se conservó in situ y la mayoría se encontró entre los derrumbes".
Los restos descubiertos por el equipo del Museo de Prehistoria mostraron motivos vegetales y geométricos enmarcados en paneles y cenefas, con una gama de variados colores, como rojo pompeyano, blanco, verde, ocre y negro.
Tras el descubrimiento, Adif protegió el yacimiento con una malla y lo volvió a enterrar. Pero quedan elementos vinculados a la villa de Publius Cornelius Iunianus que aún se pueden contemplar.
Cantera de mármol
Esta villa romana se encuentra muy cerca de la conocida como Cantera de Els Quatre Camins.
Estas canteras, según algunos estudios publicados, podrían considerarse las más importantes de época romana en la península ibérica. El mármol extraído de estas canteras fue la principal fuente de riqueza para la familia propietaria de la cantera y de la villa Cornelius.
El transporte de la piedra se realizaba a través de carriladas, surcos en las rocas que canalizaban las ruedas de los carros y que hoy en día aún se pueden observar estas carriladas en el camino que va de l'Ènova a Barxeta.
Los bloques se transportaban en carros de bueyes hasta la villa, donde los canteros o lapidarios los fragmentaban y les daban forma.
Con este mármol se creaban lápidas sepulcrales, monumentos y hasta losas para pavimentar el teatro romano de Zaragoza o los zócalos de la puerta románica de la Catedral de Valencia.
En los últimos 20 años, tanto el Consell Valencià de Cultura (CVC) como el Ayuntamiento de l'Enova han solicitado que se tomen las medidas oportunas para proteger el yacimiento y divulgarlo.
En 2004, solo un año después de su descubrimiento, el CVC recogió en un informe que "la carencia de vigilancia ha provocado el expolio del yacimiento, donde quedan algunos restos de consideración a la vista que podrían ser fácilmente objeto de nuevas expoliaciones".
20 años después, la mayor parte de la villa sigue soterrada.