A tan solo 30 minutos de la ciudad de Valencia se encuentra un fascinante poblado íbero. Fue edificado sobre un cerro con forma de meseta en la comarca de L'Horta Nord y hace apenas 20 años se descubrió un tesoro de plomo que ayudó a entender mejor su lengua.
Los íberos habitaron la fachada oriental de la Península Ibérica entre los siglos VI y II antes de Cristo. Sus rasgos culturales varían de un territorio a otro, pero los que residieron en la zona valenciana fueron denominados edetanos y contestanos.
Entre los términos municipales de Bétera y Moncada, concretamente en el reborde montañoso de la comarca de L'Horta Nord, se ubica el poblado ibérico amurallado del Tos Pelat, reconocido como Bien de Interés Cultural.
La primera noticia escrita del topónimo 'Tos Pelat' de la que se tiene constancia es de 1601. En unos libros de cuentas para la construcción del monasterio de San Miguel y los Reyes de Valencia, se hace alusión a su calidad de cantera.
Entre los hallazgos descubiertos se encuentra uno de los escasos signarios ibéricos conocidos, lo que supone un completo tesoro lingüístico: el signario del Tos Pelat. La labor y estudios del arqueólogo municipal, Josep María Burriel, han permitido situar estos restos en el mapa valenciano y darles especial relevancia.
Los íberos usaban tres escrituras diferentes para representar su lengua. Esta es un conjunto de fragmentos de la escritura ibérica nororiental con la variante dual (un abecedario utilizado en el siglo IV al III a. C.).
Los símbolos aparecieron en dos láminas de plomo enrolladas una dentro de la otra durante la campaña de excavaciones de 2003, en un contexto doméstico de la última fase del poblado. También salieron a la luz pinturas murales de color azul, blanco y rojo.
Aunque el estado de conservación del plomo cuando se descubrió era "deficiente" y la lectura de los signos "se hacía complicada", los expertos pudieron admitir "perfectamente" una interpretación "religiosa o votiva".
Los restos del poblado se encuentran estratégicamente situado a 9,5 kilómetros de la costa, a 17,5 kilómetros de la antigua Edeta -Tossal de Sant Miquel de Llíria- y a la misma distancia de Arse-Saguntum y es un yacimiento arqueológico visitable, integrado en la 'Ruta dels Íbers' de Valencia.
El Ayuntamiento de Moncada organiza visitas guiadas un día cada mes del año, aunque se pueden concertar reservas externas.
Hasta la fecha se han exhumado dos viviendas completas de carácter complejo, al contar con siete y nueve habitaciones, respectivamente; otras dos parcialmente y un tramo de unos 20 metros de calle.
Los íberos del Tos Pelat
El Tos Pelat estuvo ocupado desde el siglo VI al s. IV a. C. La ciudad -u oppidum- tuvo una extensión de tres hectáreas y, tras investigaciones, se llegó a la conclusión que pudieron llegar a vivir unas 600 personas.
Aunque queda mucha superficie por excavar se sabe que hubo calles, plazas y que, el barrio de la muralla, la actual zona excavada, pudo estar habitada por un grupo aristocrático, la clase dominante, a juzgar por las dimensiones de las casas documentadas y los hallazgos muebles.
La equidistancia respecto de las ciudades vecinas de Arse (Sagunto) y Edeta (Llíria) y las dimensiones del yacimiento, sugieren a los arqueólogos que El Tos Pelat pudo ser un "lugar autónomo" mientras estuvo ocupado.
A mediados de siglo IV a. C. el Tos Pelat fue abandonado definitivamente, de forma más o menos pacífica. No se conocen las causas ni donde se reinstaló la población, pero se deduce, gracias al registro de material documentado, que se llevaron consigo todos los objetos que pudieran ser útiles en una nueva ocupación.
Un ejemplo significativo que fundamenta esta conclusión es que no se ha encontrado ningún instrumento de hierro y los recipientes cerámicos localizados in situ han estado siempre incompletos.
"Las causas del abandono son un misterio, pero pudieron ser muy variadas, desde naturales a geopolíticas", según estudios del arqueólogo municipal Josep María Burriel.
Vida en sociedad
Los íberos constituían una sociedad jerarquizada, gobernada por una élite que organizaba la explotación del campo y controlaba las relaciones comerciales desde ciudades fortificadas.
La vida cotidiana se realizaba en casas donde no solamente se cocinaba, se comía y se dormía, sino que también se realizaban actividades artesanales y metalúrgicas, e incluso se manifestaba el culto a ancestros y divinidades.
La economía, por otra parte, fue agropecuaria, pues hay evidencias gracias a la presencia de abundantes restos carbonizados de cereales o uva, incluso de legumbres.
A diferencia de otros lugares íberos, en el Tos Pelat también hubo una explotación de los recursos marítimos: se hallaron restos de conchas de moluscos y vértebras de peces.
Este poblado destacó también por el comercio circunmediterráneo. Hasta el yacimiento llegaron ánforas feno-púnicas y cerámicas griegas desde el siglo VI a. C. al IV a. C.
En la actualidad, el paisaje que rodea el conjunto histórico se ha transformado considerablemente, ya que abundan los campos de cítricos. En el mismo lugar hasta principios del siglo XX, sin embargo, predominaban los cultivos de secano: viñas, olivos y algarrobos.
A pesar de los cambios en el entorno conserva vistas extraordinarias de la vertiente sur de la sierra Calderona y del golfo de Valencia, desde el Grau Vell de Sagunt al Montgó de Dénia.