Cueva del Parpalló de Gandía.

Cueva del Parpalló de Gandía. TURISMO GANDÍA

Ocio COMARCAS

El mayor conjunto de arte mueble prehistórico de Europa se halló en esta cueva a una hora de Valencia

Su cronología abarca todo el Paleolítico Superior y lo componen más de 6.000 plaquetas de piedracaliza.

11 mayo, 2024 15:00
Valencia

Gandía es mucho más que una playa. Es una histórica ciudad valenciana que ha ocupado un papel destacado a lo largo de los siglos.

La ciudad de los Borgia cuenta con una impresionante cueva ocupada por humanos hace unos 23.000–21.000 años, en el Paleolítico superior, época en la que los humanos eran cazadores o recolectores y el planeta pasaba la última época glaciar conocida.

Se llama la cueva del Parpalló y se encuentra situada dentro del paraje natural municipal Parpalló-Borrell, un espacio natural protegido de más de 560 hectáreas.

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Este paraje de Gandía fue declarado por el Consell de la Generalitat Valenciana como Espacio Natural Protegido.

Está catalogada como Bien de Interés Cultural y, desde el año 2008, está en proceso de revisión por la UNESCO para ser declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad, según destaca el Ayuntamiento de Gandía en su página web.

Se encuentra a unos 400 metros sobre el nivel de la mar en la vertiente sur del Mondúber, un macizo montañoso de Gandía.

En la cueva de Parpalló se ha encontrado el mayor conjunto de arte mueble prehistórico de Europa, según destaca el municipio.

Su cronología abarca todo el Paleolítico Superior y "lo componen más de 6.000 plaquetas de piedracaliza con representaciones simbólicas y de animales".

Es por tanto uno de los "más importantes tesoros arqueológicos de la Península Ibérica" y la convierte en uno de los yacimientos más destacados del mundo.

En el Museo de Prehistoria de Valencia y en el Museo Arqueológico de Gandía (MAGa) se encuentran expuestas algunas de las mejores plaquetas de la cueva.

También se pueden contemplar reproducciones en el Centro de Interpretación Parpalló-Borrell.

La cueva

La entrada de la cueva se presenta como una gran grieta de 15 metros de alto por 4 de ancho.

Toma su nombre de un ave que solía habitar cerca de la cueva. En castellano se le conoce como avión (Riparia, riparia).

"Se diferencia del vencejo y de la golondrina porque el avión tiene el cuerpo negro y el vientre blanco, la golondrina tiene también el cuerpo negro y el vientre blanco pero la garganta de color rojizo, y el vencejo es totalmente negro", explica el área de Turismo.

Según esta información, la cueva del Parpalló empieza a ser ocupada por humanos hace unos 23.000–21.000 años en el Paleolítico superior.

Durante esta primera etapa, llamada Gravetiense, la ocupación de la cueva es escasa, pero ya aparecen restos de tecnología lítica y plaquetas grabadas.

"Hace unos 21.000 años empieza la etapa de ocupación más importante, al periodo conocido como Solutrense, hasta hace aproximadamente 17.000–15.000 años, coincidiendo con el periodo de máximo frío glacial. Es la etapa que más restos arqueológicos ha ofrecido y la de la máxima producción de plaquetas grabadas y pintadas".

Según la localización de los restos recuperados durante la excavación, se puede deducir que la parte este de la cueva sería la más utilizada para realizar tareas cotidianas.

La parte oeste sería la zona de rechazo de los instrumentos rotos y de los cuerpos de los animales después de ser consumidos. La parte central-interior y las galerías tienen la mayor concentración de plaquetas.

"Esta ocupación del interior de la cueva posiblemente estaría complementada con una ocupación exterior en la entrada en cabañas o tiendas", confirma el ayuntamiento.

Antes de ser descubierta como yacimiento arqueológico, la cueva era utilizada como refugio de pastores y rebaño.

Descubrimiento

El yacimiento fue descubierto por Joan Vilanova i Piera en unas prospecciones el 1872. Poco después publicó parte del material descubierto.

"Después de esta noticia, la cueva fue visitada por algunos aficionados e investigadores, como el naturalista Eduard Boscà o el Padre Leandro Calvo, que también recogieron algunos materiales arqueológicos".

Según la información que ofrece el municipio, en 1913 el abate Henri Breuil prospectó la cueva y encontró, aparte de piezas de sílex, la primera plaqueta grabada, que él interpretó como una cabeza de lince, pero que probablemente sea la parte posterior de otro animal.

Breuil solicitó excavar la cueva en 1914 pero desgraciadamente el estallido de la I Guerra Mundial se lo impidió.

El religioso francés mantenía buenos contactos con la prehistoria valenciana lo que le llevó en 1913 a visitar la cueva.

En 1929, empiezan las excavaciones bajo el patrocinio del Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación de Valencia, que duran hasta 1931.

Durante estas tres campañas de excavación, se recoge y estudia todo el material prehistórico, así como las borde 6.000 plaquetas grabadas que constituyen el conjunto de arte amueblo más importante de Europa.

El material excavado por Pericot ha sido revisado y estudiado posteriormente en numerosas ocasiones y ha servido para varias tesis doctorales, dando como resultado una secuencia cronológica sin interrupción de la prehistoria mediterránea peninsular de 15.000 años.

Los habitantes del Parpalló vivían de la caza especializada, de la recolección de plantas y frutos vegetales y, puntualmente, de la pesca pescados o moluscos.

Según el ayuntamiento, "perfeccionaron las técnicas de caza, sobre todo mediante el desarrollo de nuevas armas arrojadizas, como el propulsor y el arco. También se perfeccionó la fabricación de herramientas líticas y de hueso".

Para cazar ciervos y cabras, los vigilaban y seguían. No era fácil e implicaba una buena organización social y una red de vigilancia y control de los hábitos de la fauna.

"Los animales abatidos se trasladaban enteros a la cueva, lo que indica que los lugares de caza estarían cerca de la cueva".

No toda la carne era consumida al instante. Se conocían técnicas de conservación natural de los alimentos como el fileteado y posterior ahumado o secado al aire libre. También se consumía la médula ósea fracturando o hirviendo los huesos.

"Su ropa era fundamentalmente de cuero y pieles de animales. La presencia de objetos como agujas de coser o punzones nos indican la atención prestada al equipamiento personal".

Usaban objetos de adorno como collares, pulseras o capuchas. Estaban hechos de conchas, caracoles, huesos, asta, dientes de animales, piedra, madera y cuero.

Estas piezas se perforaban para fabricar colgantes. Los vestidos y los objetos de uso cotidiano, como las agujas, también se decoraban.