Valencia

La provincia de Castellón presume de tener dos pueblos entre los 100 más bonitos de España, según la clasificación de National Geographic. El núcleo antiguo de uno de ellos, visto desde el mar, parece un islote. Y lo fue en el pasado, cuando los caballeros templarios borraron la estrecha franja de arena que lo conectaba con tierra firme.

La selección, realizada bajo los criterios editoriales de los miembros de la sección Viajes, se ha configurado en base a un recorrido por la España menos poblada y por sus principales pueblos, donde se encuentran algunos lugares catalogados como Patrimonio de la Humanidad.

Peñíscola es uno de los 100 pueblos que llegan para reivindicar su papel protagonista en la España rural. Algunos resultan verdaderos atractivos turísticos, mientras que otros son realmente peculiares o curiosos. Aun así, todos tienen en común dos características: su pequeño tamaño y su riqueza cultural y paisajística

La peculiar orografía de la costa de Castellón ha marcado el desarrollo y la belleza de este pueblo recostado junto a un castillo. Desde lo alto de la peña sobre la que se erige esta ciudad la fortaleza templaria domina la bahía de Peñíscola y el horizonte azul.

La edificación se levantó entre 1294 y 1307 y fue la residencia y biblioteca extraordinaria del papa Luna –Benedicto XIII por la Iglesia de Aviñón–, desde 1411 hasta su muerte en 1423.

Desde otra perspectiva se abre un núcleo abigarrado de callejuelas que desembocan en escaleras y, de vez en cuando, en una placita como la de San Roque o la del Mercado.

El paseo de Ronda, en la parte alta de las murallas de la plaza Santa María, ofrece vistas de las playas que abrazan el peñón, la Nord y la Sud. Otro mirador magnífico es el parque de la Artillería, desde el que se contempla toda la bahía. Anteriormente se ubicaban los cañones de la fortaleza, pero ahora se extiende un jardín botánico con palmeras, matas de espliego y flora del litoral castellonés.

Castillo de Peñíscola. Turisme GVA

Respecto al litoral, la Playa Norte es una de las playas urbanas más bonitas de España, según indica National Geographic. "Rápidamente se comprueba el efecto magnético que produce el impresionante castillo de esta localidad", escriben.

"Ante él, es casi imposible fijarse en la calidad de este arenal, condecorado con la Bandera Azul. La mera panorámica ya justifica cualquier viaje hasta uno de los pueblos más bonitos de Castellón, aunque no es la única razón para viajar hasta este lugar", prosiguen en su relato.

Rodajes

Hoy en día, Peñíscola puede presumir de haber protagonizado escenas de Juego de Tronos o, incluso, una serie entera, ya que El Chiringuito de Pepe se concibió para resaltar sus rincones en prime time.

Mientras que el viajero se aproxima al núcleo medieval, empiezan a aparecer carteles, indicadores y paneles que explican en qué filme aparece este mismo lugar, así como algunas de las curiosidades de su grabación.

Fijarse en estas anécdotas entretiene al visitante y justifica alguna que otra visita guiada con la que adentrarse en su patrimonio y entre sus calles.

Casco antiguo

A este peñasco medieval se puede acceder por cualquiera de sus dos puertas. El primero el Portal Fosc, que mejor preserva el aspecto medieval de la ciudad. Hasta el siglo XVIII fue la única entrada al recinto fortificado desde tierra, accesible por una rampa empinada que flanqueaba un arco con el escudo de Felipe II y después un puesto de guardia.

Tras cruzar el Portal Fosc, se llega hasta la plaza de Santa María, una pequeña explanada acotada por portentosos muros y un conjunto de casas que crean una estampa en blanco.

Vista panorámica de Peñíscola. Turisme GVA

Hacia el otro lado está el Parc d'Artillería, un museo al aire libre con sistemas defensivos, murallas e incluso con un polvorín. Aunque el punto más fotogénico es el pequeño portal del Mar, un acceso directo al Mediterráneo.

El otro acceso al casco histórico es el Portal de Santa María. Fue construido en 1754 para facilitar la entrada de carros y otros vehículos de tracción animal.

Pero lo que cualquier visitante debe admirar es la curiosa Casa de las Conchas, "una excentricidad de un matrimonio -el de Timoteo y Justa- que, en los años 50, decidieron vencer al hambre alicatando la fachada de su casa con conchas y así atraer a los turistas".

El paseo no se puede completar sin visitar el faro de Peñíscola, amarrado a una de la parte más alta de la ciudad.

El castillo 

El casco antiguo termina justo donde comienza la edificación más portentosa de este pueblo: el Castillo. Pero antes de entrar en él conviene acercarse a una estatua ubicada a un costado. Se trata del homenaje a Benedicto XIII, el Papa Luna. Fue  residencia del más alto pontífice de la iglesia de Occidente y esto lo convierte en un hito para el municipio. 

La primera parte de la visita a este monumento se adentra en los secretos de la Orden de los Templarios, que vio como su poder e influencia en todo el oeste peninsular se desvanecía mientras sus últimos miembros se parapetaban tras estos muros.

Castillo de Peñíscola. Shutterstock

Una vez se accede al patio principal, la figura de Benedicto XIII retoma el protagonismo. Desde aquí se recorren las estancias en las que vivió y en las que defendió su designación como Papa.

Lo que resulta curioso, según National Geographic, es "trazar una línea entre el Papa Luna y los últimos templarios, ya que todos ellos se parapetaron para defender sus creencias".

Playas

Peñíscola tiene playas sorprendentes. La más icónica, la Playa Norte, no solo presume de vistas y de Bandera Azul, aunque también de un paseo marítimo. Al otro lado del istmo espera la Playa Sur, de un tamaño menor, pero también marcada por la presencia del skyline medieval y por la proximidad al puerto.

Aunque según confiesa la revista, el gran secreto playero está al sur, donde se extiende el Parque Natural Sierra de Irta. Está repleto de senderos que se abren entre matorrales y pinos carrasco y destaca la abundancia de arenales salvajes que el Mediterráneo ha dejado esculpido.

Entre los más notables, destaca la Playa Basseta, la Cala Argilaga y las playas del Pebret y del Russo.