A falta de exactamente un mes para que el municipio valenciano de Buñol se tiña de rojo con su mundialmente conocida Tomatina, los preparativos se aceleran y los más de 120.000 kilos de tomates, que por primera vez serán valencianos, se terminan ya de recoger para ir directos a las cámaras de frío.

De variedad pera y no aptos para el consumo por el tratamiento fitosanitario que reciben, estos tomates son de kilómetro cero, muchos de ellos ecológicos y con el punto de maduración perfecto para convertirse en la mejor munición de una fiesta que triplica en un día la población de Buñol.

Así son los tomates que durante este último mes se almacenan en cámaras de frío a distintas temperaturas para estar listos el próximo 28 de agosto, un día para el que la alcaldesa de Buñol, Virginia Sanz, espera "un 'llenazo'" por las calles del municipio valenciano, que vende 22.000 entradas en una jornada en la que todavía cuenta con algunas por vender.

Más de 2.200 indios, 1.800 japoneses, 1.800 estadounidenses… asistentes de decenas de nacionalidades confluyeron el año pasado en una Tomatina que este 2024 está en conversaciones para que sea retransmitida en directo por televisiones de India y Japón, además de por la televisión pública valenciana À Punt.

"Es un día de mucho disfrute y mucha suciedad", bromea Sanz, que esta semana visitó junto al concejal de Fiestas y Tomatina, Sergio Galarza, uno de los campos de la empresa Frutas Massanassa, que será la que surta de tomates por primera vez al pueblo valenciano, que hasta ahora había confiado, adjudicación mediante, en compañías de fuera de la provincia de Valencia.

La alcaldesa subraya que los tomates "no aparecen de repente en los camiones", como tampoco el montaje de una cita que suma ya 77 ediciones -contando la de este 2024- y en la que el consistorio se centra en poner "mucho orden entre tanto descontrol", pues el municipio pasa de los 9.800 habitantes a más de 30.000 personas.

Para el adjudicatario, Frutas Massanassa, la Tomatina es "una fiesta valenciana internacionalmente reconocida" y por ello Sergio Ribes, uno de los administradores de la empresa, explica a EFE que no dudaron en "pujar" por el contrato que se renueva año a año y que incluye llevar a Buñol más de 120.000 kilos de tomates, que estarán "en las mejores condiciones" el 28 de agosto.

¿Qué diferencia a estos tomates?

El jefe de ventas y producción de Frutas Massanassa, David Camarasa, explica a EFE que cultivan tomates de multitud de variedades, desde 'Muchamiel' a 'Corazón de buey', pasando por 'negro de Crimea' o 'cherry', pero para la Tomatina sólo pueden entregar los tomates pera, porque así lo dictaminan los pliegos de la licitación que, año a año, convoca el Ayuntamiento de Buñol.

Camarasa y Ribes insisten en que estos productos están hechos especialmente para la cita: tienen un tratamiento específico para que no hagan daño al ser lanzados, no son aptos para el consumo y desde ahora y hasta horas antes de la cita se guardan en varias cámaras de frío que ocupan 4.000 metros cuadrados y, según la madurez de cada uno de los tomates, se almacenan a más o menos temperatura.

"Hay cámaras de varias temperaturas. Faltan ya muy pocos por recoger y cada uno tiene un punto distinto de madurez. El que está más maduro, se guarda a una temperatura más baja para que no siga madurándose, sino que se mantenga, mientras que el que está menos maduro, lo almacenamos a una temperatura más alta para que siga madurando y cuando llegue la fiesta esté en su punto óptimo", afirma Ribes.

Son 120.000 kilos de tomates los estipulados por contrato, pero la empresa prepara alrededor de 150.000 kilos para que la calidad del producto sea la mejor y que sea una máquina la que escoja a los "elegidos" por el color y su madurez para que, como comenta la alcaldesa, Virginia Sanz, evitar que los tomates puedan llegar en mal estado por pasar demasiado tiempo en los camiones.

Kilómetro cero y ecológicos

No obstante, la baza de Frutas Massanassa es que estos tomates son de kilómetro cero, plantados en las comarcas valencianas de L'Horta Nord y la Ribera, a escasa media hora de Buñol, por lo que destacan que elegirán los mejores tomates, y los que puedan estar "mermados" de calidad los convertirán en abono para sus distintos huertos. No hay posibilidad de que los de la Tomatina no estén en las mejores condiciones.

"Nos dedicamos a grandes clientes y para nosotros es un orgullo estar en una fiesta así", comenta Susana Ribes, otra de los administradoras, que recalca que proveen todo tipo de frutas a empresas de catering, hoteles y colegios y que esto supone "un bonito reto" al que nunca se habían enfrentado: "El año pasado ya lo estuvimos viendo pero por la sequía no pudimos presentarnos".

Ribes también apunta que algunos de los múltiples campos que tienen por la provincia de València son plenamente ecológicos, mientras que siguen impulsando en su base techos solares encima de las cámaras de frío para rebajar hasta el ochenta por ciento del coste energético que tienen, lo que repercute en una mayor "competitividad" en el mercado.

Para la alcaldesa es una alegría que los productores sean valencianos y destaca que esta fiesta lleva detrás muchas horas de preparación y en la que toman parte muchos aspectos que pueden pasar desapercibidos, como la limpieza o la seguridad, pero que contribuyen a que esta sea una fiesta internacional y reconocida en todo el mundo.

De esa seguridad y del montaje se encarga el primer teniente de alcalde y concejal de Fiestas y Tomatina, Sergio Galarza, que subraya que el pueblo entero es un bullicio de gente disfrutando y "el impacto es enorme". Sin embargo, se marca un reto para los próximos años: "Ahora lo que tenemos que intentar es que se queden varios días, tres o cuatro, en nuestro entorno".