Valencia acogió este domingo uno de los actos más emblemáticos de su tradicional Feria de Julio, la Batalla de las Flores, considerada la más antigua de las que se celebran en España.
Cerca de 1,3 millones de clavelones naranjas y amarillos sirvieron de proyectiles para la única batalla que se organiza en el mes de julio desde hace 133 años y en la que desfilaron 30 carrozas y nueve landós.
La primera contienda de este tipo tuvo lugar el verano de 1891 en Valencia por iniciativa del barón de Cortes de Pallás, presidente de Lo Rat Penat, a semejanza de los grandes festejos florales celebrados en Niza para el Carnaval.
En sus orígenes, los principales promotores de la Batalla de las Flores fueron las familias burguesas y adineradas de la capital del Turia, según destacó el ayuntamiento esta semana. Lo hicieron como una forma de lucirse y para celebrar la llegada del verano. En ese momento ya se lanzaban flores al aire, principalmente clavelones de colores llamativos como el naranja, el amarillo y el rojo.
Desde entonces y hasta ahora, la batalla se realiza en el mismo lugar, el Paseo de la Alameda, epicentro de la vida social en la época, a caballo, en calesas y en carrozas decoradas.
Este año, la tribuna de autoridades de la Batalla de Flors se tematizó inspirándose en el pabellón que el artista fallero de finales del siglo XIX y principios del XX, Carlos Cortina, creó en 1926 reconstruyó para la Feria de Julio. Un diseño que sustituyó al de estilo oriental que a su vez reemplazó al primero, de estilo árabe.
La alcaldesa de la ciudad, María José Catalá, destacó en los últimos días que "100 años después, la tribuna de autoridades se va a tematizar inspirándose en ese pabellón de Cortina, artista fallero de finales del siglo XIX y principios del XX, y se devuelve así a l'Albereda un símbolo de la Feria de Julio, una imagen icónica que desde el verano de 1972 no se ha vuelto a producir".
Junto a Carlos Cortina, en la construcción del pabellón trabajaron una gran brigada de operarios. El montaje de este nuevo pabellón se inició el viernes 4 de junio, inaugurándose el 25 de julio siendo alcalde Luis Oliag.
La empresa Valua ha sido encargada de realizar los trabajos. El público disfrutó de las tres cúpulas con la bandera de España y las regionales que volverán a coronar l'Albereda en la batalla floral más antigua de España.
Diseño valenciano
El pabellón, que se desmontaba una vez finalizada la feria, se componía de tres cuerpos de planta circular e independiente, unidos por cuatro entrepaños de cristal policromado.
Sobre una terraza de 14 por 33 metros y sostenido por pilastras, el pabellón tenía dos grandes escalinatas monumentales que daban acceso a las terrazas donde se celebraban recepciones, banquetes y bailes amenizados por la banda municipal y donde los invitados acudían vestidos de smoking cada noche.
Asimismo, la tribuna también tenía 12 farolas decorativas formadas por cuerpos femeninos de dos metros de altura con ramos de estilo valenciano en forma de racimo con cincuenta bolas de cristal que daban la bienvenida a los invitados.
Aparte de los muchos elementos decorativos y alegóricos en los que Cortina puso especial esmero, destacaba en el centro de la parte exterior de la cornisa un gran escudo de Valencia con guirnaldas, corona y adorno de flores.
En el remate de las cúpulas, a modo de linterna con tres metros de altura, ondeaba la bandera nacional con un asta de cuatro metros en la cúpula central y en las laterales dos banderas regionales dispuestas una a cada lado.
El gran salón estaba amueblado con mobiliario renacentista español, con cuatro sofás, doce sillones tapizados de terciopelo oro viejo con escudos de la ciudad bordados a los respaldos y una gran mesa presidencial.
Con el paso de los años, el pabellón fue objeto de elogios y seña de identidad y símbolo de la Fira de Julio hasta el año 1972, última fecha en la que se pudo disfrutar de él en l'Albereda. En 1964, el pabellón pudo verse en la película El fabuloso mundo del circo de Henry Hathaway, con John Wayne, Rita Hayworth o Claudia Cardinale, rodada, en parte, en el Parque del Retiro de Madrid.
En 1973 se trasladó a los Jardines del Real para su exposición, pero el abandono que sufrió y un fuerte vendaval en Viveros acabaron con la gran estructura en 1981.