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Hay una receta típica valenciana, sencilla y saludable, que tiene como protagonista a uno de los frutos más populares del otoño: la calabaza, el postre tradicional de las abuelas valencianas.

La calabaza tiene una gran versatilidad y se puede utilizar tanto en platos salados como en dulces, pues tiene un sabor dulzón muy característico y es muy melosa. 

Una vez asada, tiene una de esas texturas que se disfrutan más con los ojos cerrados, sintiendo como se ponen en marcha todas tus papilas gustativas y es que se deshace en la boca como si de algodón se tratara.

La calabaza asada o carabassa torrà es uno de los platos tradicionales valencianos. No hace falta mucha preparación, sino solo una calabaza de buen tamaño y tener listo el horno.

En algunos pueblos valencianos, se llevaba la mitad de la calabaza al horno de pan, donde se aprovechaba el calor antes de que se enfriara del todo. De esta manera, se cocinaban con fuego de leña, a una temperatura más baja y se asaba poco a poco en el mismo establecimiento, consiguiendo un sabor realmente bueno.

De hecho, la imagen de una abuela portando calabazas a la panadería, acompañada por sus nietos, es una de las estampas típicas valencianas en otoño e invierno en muchos municipios, sobre todo de interior.

Receta sencilla

La empresa Naturverd, que se dedica a la comercialización on line de frutas, verduras y productos de la huerta mediterránea, explica en su web como preparar este plato rico en fibra y que refuerza el sistema inmunitario y previene gripes y catarros.

Lo primero que se ha de hacer es abrir la calabaza por la mitad. "Es complicado, ya que tiene una piel muy dura y se ha de contar con un cuchillo grande y bien afiliado", detalla la compañía.

Lo ideal es partir en dos la calabaza y que ambas partes queden igualadas. Hay quien prefiere asarla con las semillas y otras las quitan antes de ponerla en el horno. Realmente, es cuestión de gusto, ya que su presencia no cambia para nada el sabor.

El horno ha de precalentarse a 160º, especialmente con calor arriba y abajo, sin aire.

"La bandeja la cubriremos con papel para hornear, de manera que quedará protegida de las manchas que produce el jugo de calabaza al hervir", añaden desde Naturverd.

La pieza ha de hornearse durante una hora, aproximadamente, a 160-170 grados, mientras se va controlando el tiempo para quede esponjosa y no pasada. 

En cuanto se vea que la calabaza está dorada ya se puede sacar del horno y dejar enfriar.

Este postre se puede conservar en la nevera y calentarla un poco cuando se vaya a probar. Además, si no es muy dulce, se puede resolver el plato añadiendo un poco de miel al servir. El resultado es uno de los postres y meriendas más tradicionales, sanos y ricos de la cocina valenciana.

Propiedades

Desde hace unos años, la localidad valenciana de Cullera se ha convertido en un punto neurálgico en cuanto a la producción de calabazas en las comarcas valencianas.

De hecho, la superficie de cultivo no para de crecer y en 2021 existían cerca de 300 hanegadas dedicadas al cultivo, según confirmó La Unió de Llauradors.

Según la Fundación Española del Corazón, la calabaza es un alimento rico en agua y en fibra, con bajo aporte calórico, ideal para personas de sobrepeso y problemas digestivos.

Además, la calabaza contiene betacaroteno, un componente antioxidante, y fortalece el sistema inmunológico, según diversos estudios.

Se trata de un producto que está disponible durante todo el año en las estanterías de los mercados y por su precio resulta un alimento accesible para la mayoría de los bolsillos.

Según esta Fundación, "sus propiedades nutricionales son además un atractivo que la hacen indispensable dentro de una dieta equilibrada".

Es rica en fibra (soluble, que produce un efecto saciante y laxante), hidratos de carbono y potasio.

También contiene calcio, magnesio, vitamina A, C, E y betacaroteno, este último es el responsable del color anaranjado de la calabaza, y es un antioxidante que previene el envejecimiento celular y además tiene gran importancia en la dieta porque es un precursor de la vitamina A (también provitamina A).

Tipos de calabaza

Según la Fundación Española de Nutrición, la calabaza "destaca por su carácter digerible, pues entre sus componentes predomina el agua y carece de grasas y glúcidos". 

La más utilizada en la cocina es la calabaza común. La forma del fruto es muy variada (esférica y achatada, ovalada y alargada), al igual que el color de su corteza (anaranjada, amarilla, verde, blanca, negra e incluso morada). No obstante, su pulpa es generalmente anaranjada o amarillenta, y está repleta de semillas en su parte central.

Según la Fundación Española de Nutrición, las principales variedades son la calabaza de verano, de piel clara y fina y semillas blandas; con un periodo de conservación corto.

Dentro de esta variedad se encuentran: la calabaza bonetera (de color blanco, verde o amarillo), la calabaza espagueti (de color amarillo) y la calabaza rondín (variedad de piel naranja y carne blanquecina).

Mientras, la calabaza de invierno, es más dulce, pero más seca que la de verano, con menor contenido de agua y piel más gruesa.

Se conserva durante más tiempo que la de verano gracias al grosor de su piel.

Dentro de este grupo se encuentran la calabaza banana, la de cidra o zapallo (de pulpa gelatinosa e intenso color amarillo) y la confitera o de cabello de ángel (de forma y color variable), a partir de la cual se obtiene el cabello de ángel, utilizado como relleno en diversos productos de pastelería.

"Por citas de antiguos autores conocemos lo arraigado que estaba el cultivo de la calabaza entre los hebreos de la época de Moisés, así como en China y Egipto, antes de la era cristiana", detallan desde esta Fundación.

Por otra parte, entre los restos de tumbas incas precolombinas se han encontrado calabazas.

En Europa, se empezaron a cultivar en el siglo XV y con los años se ha convertido en uno de los frutos más populares entre las recetas de las abuelas valencianas.