Imagen de la aldea a una hora de Valencia en la que solo viven 24 vecinos. EE

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La aldea que se debe visitar al menos una vez en la vida: está a una hora de Valencia y solo viven 24 vecinos

Valencia
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En Valencia hay una aldea que, por su entorno, se debe visitar al menos una vez en la vida: está a una hora del centro de la capital, en una esquina tranquila de la comarca de Utiel-Requena y solo viven 24 personas, según los últimos datos de población censada extraídos del INE.

El poblado se acuna en una zona de suaves lomas con huertas, almendros y carrascas en la comarca de la Serranía. Asimismo, se construyó en torno a la antigua ermita de San José, un templo pequeño, sobrio y elegante.

Se trata de La Loberuela, una pedanía de Camporrobles, y conserva huellas de una vida rural y tradicional. Desde el siglo XIX, este pequeño municipio ha albergado comunidades de agricultores y pastores, hasta contar con alrededor de veinte casas y 60 habitantes en 1857.

Se le considera, además, "un rincón ideal para relajarse y despejar la mente escuchando el viento entre los almendros y los campos de cereal". Por lo general, la arquitectura es tradicional, sencilla, sobria y de un blanco luminoso.

Sin embargo, ha sido testigo de un lento declive demográfico, con un pico de 172 residentes en 1950, que permitió la construcción de una escuela. En los años siguientes, la migración redujo significativamente su población y obligó a cerrar el colegio. 

Hoy en día este lugar ofrece una mirada a "un pasado casi olvidado", con los restos de viviendas trogloditas visibles en sus laderas. Estas casas excavadas en la roca -ahora restauradas- fueron habitadas hasta principios del siglo XX: un fascinante ejemplo de adaptación humana al entorno natural.

Una calle en La Loberuela. Víctor Eclipsado.

Una calle en La Loberuela. Víctor Eclipsado.

La Loberuela, con sus casas dispersas y la antigua ermita de San José, que en verano se convierte en un punto de encuentro para la comunidad, sigue siendo un testimonio vivo de tradiciones que resisten al tiempo.

Precisamente, las fiestas más destacadas de la aldea se celebran a principios de agosto con comidas de fraternidad y actividades infantiles y lúdicas.

Su nombre es de origen incierto. "Tal vez fuera lugar donde hace siglos, en la libertad del bosque, criaran los lobos a sus cachorros", según se explica en la página municipal.

Otra posibilidad hace referencia a las primitivas casas-cuevas en las que vivían algunos de los antepasados, pues tal vez por su pequeño tamaño fueron llamadas de esta manera.

Gastronomía

La cocina tradicional de La Loberuela es de alma manchega, como cada uno de los municipios que integran la iniciativa Tierra Bobal: sabrosa, contundente y también sorprendente, pues aprovechan todo lo que la tierra da.

Antaño la matanza permitía a las familias comer carne durante meses, mientras hubiera embutido, costillas y lomo en las orzas. Las frutas y verduras, frescas en temporada, y el resto del año, en conserva.

En casa, puchero. En el campo, almortas, migas ruleras, ajoarriero y gazpachos cuando había caza. Hoy por hoy se prefiere el embutido y el cordero a la brasa. Y en cuanto a los postres, el turroncillo o burrueco, el alajú, el bocaíllo o el arrope.