La Generalitat Valenciana tiene desde hace ocho años y medio a una gestora fantástica. Una mujer que se arremangó para garantizar el suministro de material sanitario durante la pandemia, que se empleó a fondo -y lo sigue haciendo- para que Volkswagen construyera en Sagunto la primera gigafactoría de baterías de coches eléctricos del sur de Europa. A mí el helicóptero no me eclipsa la gestión de Mako Mira.
Su fichaje como independiente fue un gran acierto de Ximo Puig, quien la incorporó a su Gobierno en 2015 como secretaria autonómica de Economía. También atinó Carlos Mazón el año pasado al convencerla para que continuara en su Ejecutivo.
Como reveló este jueves Juan Nieto en EL ESPAÑOL, la Agencia Valenciana Antifraude concluyó que una amiga de Mira se benefició en 2022 de un 'rescate VIP' en un helicóptero público. La aeronave acudió en su búsqueda y la trasladó directamente al helipuerto del Hospital La Fe, en contra de la opinión del piloto y del resto de técnicos que intervinieron en el servicio.
¿Obró mal al avisar a sus compañeros de Gobierno para que atendieran la llamada que ella misma había realizado al 112? Si así lo hizo, su intervención es reprochable. Pero tampoco perdamos la perspectiva. Los verdaderos responsables son quienes ordenaron el uso indebido de un servicio público para contentar a un compañero de la Generalitat.
Yo me pongo en el pellejo de Mako y creo que habría hecho algo similar. Tuvo durante horas a una amiga bramando de dolor por una doble rotura de tibia y peroné. Que avisara a los competentes de lo que le ocurría me parece humano y comprensible.
Lo que ocurrió a continuación responde al llamado "síndrome del recomendado", y la principal responsabilidad es de los directivos de ese ámbito. Ellos debían saber qué era y qué no lo correcto, y ellos decidieron cruzar los límites para contentar a una alto cargo que solo pretendía una atención correcta.
Este relato es el lógico, el que comparte el grueso de quienes conocen esta historia. Pero el ventajismo se está imponiendo a la sensatez en la batalla por el relato.
Se cuentan por decenas los socialistas que celebran este traspié mediático de Mira. Son los mismos que la consideran una traidora por haber continuado como secretaria autonómica de Carlos Mazón tras la derrota electoral de Ximo Puig.
Hay quien se alegra también en las filas de los populares, donde no todos ven con buenos ojos la decisión de Mazón de mantener en el gobierno a dirigentes de la anterior coalición de izquierdas. La mentalidad de estas personas es sencilla: cada dirigente que sigue tras el cambio de Gobierno resta un cargo suculento a un compañero de partido.
No seré yo quien niegue que, con la continuidad de Mira, el presidente Mazón buscó un beneficio político, una imagen de moderación y meritocracia. Pero no por ello la decisión fue menos acertada. Quien dude le puede preguntar a Volkswagen qué le parece que la Generalitat Valenciana haya mantenido en el cargo a Mira pese al vuelco electoral, habida cuenta del importante proyecto que gestiona. Están encantados.
Mako Mira lleva cien meses, más de 3.000 días, arreglando problemas para la prosperidad de la Comunitat Valenciana. Ha sido una gestora con el arrojo suficiente para tomar las riendas de la importación de material sanitario mientras otros se arrugaban en el momento más duro de la pandemia.
Y algo aún más valiente: lo ha sido para estampar su firma en operaciones impropias de la ortodoxia administrativa, cuando el comprador exigía el pago por adelantado a una administración pública nada habituada a esta manera de proceder.
Mako Mira ha sido referente en muchas cosas. Recuerden que fue también la primera en enseñarnos que una coalición de Gobierno no tiene por qué ser un romance idílico. En 2016 tuvo los arrestos de desobedecer a Rafael Climent (otrora conseller de Economía por Compromís) cuando este se disponía a desafiar a la Abogacía de la Generalitat restringiendo los horarios comerciales.
Mako ha sido y será, allá donde vaya cuando se confirme este mes su cese de la Generalitat, una solucionadora de problemas imprescindible en cualquier equipo.