Varias personas durante una manifestación por el derecho a la vivienda, a 19 de octubre de 2024, en Valencia. Rober Solsona/EP

Varias personas durante una manifestación por el derecho a la vivienda, a 19 de octubre de 2024, en Valencia. Rober Solsona/EP

Opinión TRIBUNA

La izquierda frente a su espejo de la hipocresía

Juan Carlos Caballero
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Este fin de semana Compromís y PSPV han tratado de encabezar un movimiento contra el problema de la vivienda en la ciudad de Valencia.

Vaya por delante el respeto a cualquier tipo de manifestación ciudadana, faltaría más, pero provoca sonrojo que sean partidos que han gobernado esta ciudad durante ocho años, los que pretendan ahora enarbolar esa bandera.

El problema de la falta de vivienda no es de ayer, ni del mes pasado, viene de lejos y la problemática con la que nos hemos encontrado al llegar al gobierno de la ciudad tiene como origen la falta de políticas de vivienda durante los ocho años de gobierno de la izquierda.

Y como en muchas otras cuestiones, frente a la pancarta, está la acción del gobierno de la alcaldesa M.ª José Catalá, que en poco más de un año ha sido capaz de duplicar las viviendas públicas que el Gobierno de Ribó entregó en ocho años.

Por tanto, comprendo y empatizo con los miles de valencianos que salieron el sábado a la calle. Para el Ayuntamiento de Valencia, la única manera de facilitar a los jóvenes el acceso a la vivienda y que pueda contenerse el precio del alquiler es que haya mayor oferta, que se movilice suelo municipal y que se construya vivienda de protección pública. Esa es la receta del equipo de Gobierno frente a la inacción y parálisis de los últimos ocho años.

En solo 18 meses hemos activado 954 viviendas en alquiler asequible. No solo eso, el próximo año se estarán desarrollando en Valencia 16 actuaciones que sumaran 14.000 viviendas nuevas, de las cuales 3.000 serán de protección pública. Los datos matan el relato.

Me provoca sonrojo que los líderes de Compromís y PSPV tengan la barra de ponerse la camiseta del derecho a la vivienda cuando se olvidaron de él mientras gobernaban. Así que el malestar que ha trasmitido la ciudadanía en la calle no es más que una enmienda a la totalidad a su nefasta política en esta materia.

Todo lo demás es demagogia. En Valencia, el problema de la vivienda tiene un nombre y apellidos: Gobierno de Ribó y Sandra Gómez, o lo que es lo mismo, Compromís y PSPV; incapaces de enfrentarse a su propio espejo tratan a la desesperada de buscar culpables para tapar su ineficacia y no asumir sus propios errores.

En este punto quiero recordar que fue el gobierno de PSPV y Compromís el que entregó la ciudad a Airbnb favoreciendo la proliferación de apartamentos turísticos, mientras que ahora criminalizan este tipo de alojamientos. Vuelvo a recurrir a la objetividad de los datos: el gobierno de Ribó autorizó un total de 4.500 apartamentos turísticos.

Ha tenido que ser el Gobierno de M.ª José Catalá el que ponga coto a la proliferación de apartamentos turísticos en Valencia, suspendiendo licencias para las viviendas de uso turístico situadas en comunidades de propietarios y en bajos comerciales, aumentado las inspecciones y los controles, y tramitando de oficio cortes de agua y luz para los apartamentos turísticos ilegales.

Además, hacer de este problema una cuestión política es un error, enfrentar a propietarios con inquilinos es una irresponsabilidad. Ni en una ni en otra vamos a caer.

La vivienda es un problema global agravado por los años de inacción política no solo en Valencia, también por parte del Gobierno de España. Hasta el Banco de España le da un tirón de orejas por la Ley de Vivienda y cuestiona precisamente la eficacia de su propuesta estrella de limitar los precios de alquiler para lograr una bajada de precios.

Una medida que se ha aplicado en Barcelona y que ha provocado precisamente que haya desaparecido la oferta de alquiler. Nuestro espejo no es Barcelona.  

Este gobierno lo tiene claro y ya lo ha demostrado: el problema de la vivienda se resuelve construyendo más vivienda.

En Valencia estamos ante la Legislatura de la vivienda. El ruido, la hipocresía y agitar la calle para utilizar de forma partidista este problema, que insisto, nos afecta a todos, se lo dejamos a la izquierda que ya sabemos que es donde se siente más cómoda. Trabajar y gestionar ya lo hacemos el resto