El Ayuntamiento de Valencia ha dado el paso definitivo para poner freno a la proliferación descontrolada, y en algunos casos ilegal, de apartamentos turísticos en la ciudad de Valencia.
Tras ocho años de manos cruzadas, el gobierno de Mª José Catalá ya impuso una moratoria para regular desde la seriedad y el rigor los apartamentos turísticos.
Un trabajo que comienza su andadura y que estoy seguro será ejemplo para muchas otras ciudades, ya que encaja a la perfección la demanda de los vecinos sin menoscabar la actividad turística, tan importante para la ciudad.
No se trata de demonizar el turismo ni de frenar el desarrollo económico, sino de garantizar que este crecimiento se produzca de manera sostenible y respetuosa con los barrios y con los ciudadanos.
Con la regulación propuesta se busca, precisamente, el equilibro entre la actividad turística y el mantenimiento de una ciudad para los vecinos, para los comercios locales, de barrio, para mantener, en definitiva, la esencia de ciudad amable para los de fuera, pero sobre todo, para que sus ciudadanos no se sientan ni desplazados ni pierdan en calidad de vida.
De ahí que la regulación establezca varios niveles de “protección o candados”, como lo ha llamado mi compañero Juan Giner. Una primera limitación del 2% de viviendas turísticas en cada barrio, evitando la concentración masiva en ciertas zonas, y un segundo nivel de protección que prohíbe la implantación de nuevas plazas turísticas en distritos donde el número de plazas ya supere el 8% de la población empadronada.
Además, para evitar que las viviendas turísticas se concentren en una determinada zona de los barrios, se establece otro nivel de protección de las viviendas que establece que las viviendas turísticas no pueden superar el 5% del total de las viviendas de una manzana de viviendas.
Preservar la esencia
Esto permitirá preservar la esencia de cada barrio y garantizar que sus habitantes puedan seguir desarrollando su vida cotidiana sin los problemas que genera la saturación turística.
Precisamente para garantizar esa cotidianidad, la norma también se fija en garantizar la protección del comercio y establece un límite del 15% de viviendas turísticas en cada manzana, de forma que el 85% de los locales estarán destinados a otros usos terciarios: oficinas, restaurantes, bares, peluquerías, ópticas, farmacias, clínicas, etc.
Además, se han introducido criterios de ubicación estrictos: los apartamentos turísticos solo podrán estar en edificios completos o en aquellos donde la comunidad de propietarios lo haya aprobado expresamente, y se incentiva que puedan revertirse las viviendas turísticas en viviendas residenciales flexibilizando su compatibilidad siempre que se cumplan las condiciones de habitabilidad.
En València, apostamos por un turismo sostenible que genere riqueza sin generar desigualdades ni conflictos sociales. Queremos un turismo de calidad, que respete la ciudad y que aporte valor tanto a los visitantes como a los residentes.
La apuesta por la cultura, la gastronomía y las experiencias locales debe ser el camino a seguir para diferenciar nuestra ciudad como un destino turístico de referencia, sin caer en los excesos que han llevado a otras ciudades a situaciones insostenibles.
Nuestra ciudad tiene que seguir siendo un lugar en el que sus ciudadanos se sientan orgullosos de vivir. Regular los apartamentos turísticos no es una medida en contra del turismo, sino una acción a favor de València y de su gente.
El equilibrio entre turismo y habitabilidad es posible, y con esta regulación estamos dando un paso firme en esa dirección, porque entendemos que València no solo es un destino turístico, es, ante todo, el hogar de miles de personas que merecen vivir con dignidad y tranquilidad.