La 'arundo donax', la caña invasora que agravó la riada de Valencia y lo arrasó todo: quitar un kilómetro cuesta un millón
La Confederación Hidrográfica del Júcar asegura que su ámbito competencial se ciñe solo a erradicarla para ejecutar recuperaciones de riberas con vegetación autóctona y que su presencia no agravan las inundaciones.
"En Valencia se diferencian dos tipos de cañares: el salvaje, de porte espeso y desbordante, que adquiere grandes dimensiones a la orilla de los ríos, y el doméstico, que planta el labrador para fijar un margen y defender su terreno de la erosión, para marcar lindes, cortar vientos del mar y proteger de las heladas", citaba el entonces Ministerio de Medio Ambiente, románticamente, en su Inventario Español de los Conocimientos Tradicionales Relativos a la Biodiversidad. Así explicado, y a no ser de reparar en un pequeño recuadro en la publicación, la arundo donax, la caña, no pasaría por ser, como en realidad es, una especie voraz, como es preceptivo cuando se es una planta invasora.
"Cuando las cañas dejan de ser cortadas, a los 4-5 años brotan nuevas ramas de las yemas axilares, generando una gran 'maraña' y variando su fisonomía", continúa la publicación. Lo cierto es que en a finales de la pasada década, cuando se publicó el inventario, el labrador ya hacía tiempo que había dejado de utilizar las cañas salvajes para vallar campos o usarlas como guías de tomateras. Por eso la caña, incontrolable, se convirtió en un verdadero problema en cuencas de ríos como el Júcar o el Turia. Ahora, las imágenes de la devastación tras la DANA han dejado numerosas imágenes de los restos de la riada, preñados de restos de cañas que, junto con el agua, contribuyeron a arrasar con todo. Sobre todo, por la riada provocada por el desbordamiento del Barranco del Poyo.
Entre los motivos para erradicarla no solo se encuentra que es invasora y que impide que crezca la flora autóctona de ribera, al consumir más agua. Señala la Generalitat que "su abundancia de materia vegetal, por sus tallos y sus hojas hace que en caso de crecida del río, las cañas bloqueen el discurrir del agua haciendo más graves las inundaciones. Habituales son las imágenes de los ojos de los puentes sobre los ríos cegados por miles de cañas arrastradas por la corriente".
En 2021, la arundo donax invadía, según datos de la Conselleria de Medio Ambiente de la Generalitat valenciana, el 56% de la red fluvial valenciana. Unos siete mil kilómetros, según datos facilitados entonces por el gobierno autonómico. Una especie ya catalogada como una de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo, para la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y también, desde 2013, incluida en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras. Por tanto, hay numerosos programas para erradicarlas de los cauces... y del fondo de barrancos, como el del Poyo.
Limpiar un kilómetro de arundo donax cuesta la friolera de un millón de euros, según fuentes consultadas de toda solvencia, refrendados además por el dinero invertido, a lo largo de todos estos años, por entidades como la Confederación Hidrográfica del Júcar o la propia Conselleria de Medio Ambiente, que solo en 2021 invirtió 4,7 millones de euros para la eliminación de los cañares y regenerar las riberas del río en el Parque Natural del Turia.
Fuentes de la CHJ detallan a EL ESPAÑOL que el tratamiento es tan costoso porque "se realiza primero un desbroce y triturado de la parte aérea de la caña para después, una vez adecuado el terreno, proceder a la instalación de una cubierta de geotextil de polipropileno que permitirá agotar el rizoma -el tallo subterráneo- de la caña. Las lonas permanecerán en el terreno al menos 18 meses, el tiempo estimado y necesario para que la planta no vuelva a crecer". La DANA, además, ha arrasado con todas esas riberas que estaban en recuperación dentro de las numerosas actuaciones que se han ejecutado.
En 2023, la propia Confederación Hidrográfica del Júcar destinó más de 8 millones de euros en inversiones para mantener, recuperar y preservar los cauces fluviales bajo su competencia. Una parte importante de esos trabajos se destinaron a la "recuperación de bosques de ribera en cauces ocupados por especies exóticas invasoras, mayoritariamente Arundo Donax". Por entonces, la CHJ tenía en marcha 54 actuaciones de restauración fluvial repartidas en un total de 32 cauces de la Comunitat Valenciana.
En cuanto al ámbito competencial, las administraciones locales son responsables de mantener los tramos que discurren por sus términos municipales. En el año 2022, la Confederación "otorgó un total de 226 autorizaciones para realizar este tipo de actuaciones de mantenimiento y conservación en la demarcación", precisan las mismas fuentes.
¿Mala, o buena?
Incluso el Ministerio de Transición Ecológica, en colaboración con la Fundación Biodiversidad y coordinado por el Consorci de Ribera, financia un programa, 'Caña a la caña', para erradicar a la Arundo en la Cuenca Baja del Júcar. Está dotado con casi 4 millones de euros, a invertir entre los años 2022 y 2025. "El objetivo principal del proyecto es la reducción del impacto de las inundaciones de alta probabilidad en los municipios de la cuenca baja del río Júcar", explica la web del Ministerio.
Sin embargo, y en contra de los argumentos de la Consejería y del Ministerio y "a la creencia extendida, los daños producidos por las inundaciones no se producen como consecuencia del estado de los cauces, sobre todo si éstos están en su estado natural, sino por las ocupaciones del territorio realizadas en zonas inundables", explican a EL ESPAÑOL desde la Confederación Hidrográfica del Júcar.
Los daños producidos por las aguas en situación de avenida "dependen de dos factores: la velocidad y el calado de las aguas". Así, inciden en que "cuanto más limpio y despejado está un cauce, más velocidad y calado (puesto que no se produce la laminación) toman las aguas conforme avanza la avenida, aumentando enormemente los daños producidos aguas abajo". Es decir, que según la Confederación, a mayor limpieza, mayor peligro.
Por el contrario, "la existencia de vegetación, ya sea la caña común o especies autóctonas, tiene dos funciones principales en relación con las avenidas, una es sostener las márgenes de los cauces y otra es laminar los caudales", pues la vegetación "aumenta la rugosidad del cauce", y por ello, "baja la velocidad de las aguas, aumenta el calado y se producen desbordamientos en los terrenos que lindan con las márgenes, cumpliendo esta función de laminación, tal y como se recoge en el artículo 6 del Reglamento del Dominio Público Hidráulico". Por lo tanto, "mantener los cauces limpios es una medida contraria a la naturaleza propia de los mismos y solo contribuye a aumentar los daños producidos por las avenidas".
Las competencias
En cuanto al ámbito competencial, señala la CHJ que la Ley 10/2001, de 5 de julio, del Plan Hidrológico Nacional establece, en su artículo 28.4, que las actuaciones en cauces públicos situados en zonas urbanas corresponderán a las Administraciones competentes "en materia de ordenación del territorio y urbanismo, esto es, en el caso que nos ocupa, a la Generalitat valenciana o las entidades locales respectivas. Es decir, son las entidades locales o la propia Generalitat valenciana las que deben llevar a cabo actuaciones en cauces públicos cuando estos discurren en tramos urbanos, como es el caso de los barrancos".
Para ello, las entidades "deberán solicitar la correspondiente autorización del organismo de cuenca, por tratarse de actuaciones en zona de dominio público hidráulico. Además, en función de las restricciones medioambientales que pueda haber en las proximidades de la zona de actuación, es posible que se requiera el informe del órgano ambiental, ya que, en los casos de eliminación de la especie exótica invasora Arundo donax se requiere en ocasiones la utilización de maquinaria pesada".
No obstante, la normativa permite la posibilidad de celebrar convenios entre el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y las Administraciones autonómicas y locales para la financiación de estas actuaciones. "En la Confederación Hidrográfica del Júcar, en estos casos de eliminación de cañas, se priorizan aquellas actuaciones para las que existe un compromiso por parte de la administración autonómica o local para su posterior mantenimiento".
Así pues, "las competencias para la erradicación de especies invasoras, como lo es la caña común, y las competencias para la limpieza de vertidos sólidos son esencialmente de la Generalitat valenciana. Además, cuando se trata de tramos urbanos de río, la competencia también es suya, compartida con las entidades locales".
Por lo tanto, la CHJ asegura que "únicamente actúa para eliminación de la caña común cuando ésta deba ser sustituida por vegetación autóctona de ribera". Esto es así, asegura, porque el objetivo del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico es el de "conseguir el buen estado de los ríos y no, en cambio, la eliminación de cañas o prevención de incendios". En ocasiones, y siguiendo una serie de criterios técnicos establecidos por la Directiva Marco del Agua, "la presencia de cañas y la falta de presencia de especies autóctonas suponen un empeoramiento hidromorfológico del río. Es en estas ocasiones cuando actúa la Confederación Hidrográfica del Júcar".
Sin embargo, tal y como ya ha contado este periódico, el Plan General de Riesgo de Inundación vigente, del Ministerio de Transición Ecológica, publicado en 2023, precisa que el "encauzamiento, la adecuación y el drenaje" del barranco del Poyo, "competencia" de la CHJ, estaba pendiente, pues "no se han realizado o aprobado los estudios de viabilidad ambiental, de la viabilidad económica y social". Concretamente, actuaciones como la "adecuación y encauzamiento en el casco urbano de Aldaia y drenaje de caudales al barranco del Poyo".