Noruega, tierra de los dioses Thor y Freya, es conocida por sus impresionantes fiordos y su exquisito salmón. Pero en la zona centro del país, una región llamada Oppland llama a la puerta de los viajeros para reclamar su atención.

Uno de los edificios del museo al aire libre ubicado en Lillehammer.



Esta provincia no tiene salida al mar, y un poco retiradas quedan esas tierras cuarteadas con sus miles de islas recortadas a la tierra, pero sus paisajes, su arte al aire libre y sus gentes hacen que la visita merezca la pena. Como en todo el país, el orden impera en cada rincón: montañas, lagos, flores, animales, arquitectura… Todo parece colocado estratégicamente para lucirse ante la mirada del visitante.



Las posibilidades en el corazón de Noruega también son infinitas



Como ciudades más importantes en esta zona encontramos, en primer lugar, Lillehammer. Situada a 180 kms de Oslo, es la capital de la provincia de Oppland. Custodiando el lago Mjøsa, el más grande del país y enclavada en el valle de Gudbrandsdal, es conocida por haber albergado las Olimpiadas de Invierno de 1994.

Una actriz interpreta su papel en el Museo Maihaugen.

Con una larga tradición deportiva, esta gran ciudad de 27.000 habitantes ha sabido conservar la esencia de la vida en el valle, creando en 1904 el museo al aire libre Maihaugen, donde se pueden encontrar edificios antiguos de la vida rural, así como otras construcciones, algunas de las cuales datan del año 1700. Para hacer más real la experiencia, forman parte del museo diversos personajes de la época, que interactúan con los visitantes y recrean sus actividades cotidianas: el campesino, la maestra de la escuela, las hacendosas amas de casa, los comerciantes. En el mismo recinto se puede visitar también el Museo Olímpico.

Museo Maihaugen.



Además, la principal calle comercial de la ciudad, llamada Storgata, situada en el centro histórico, es conocida por sus antiguos edificios, convertidos hoy en modernos comercios y alegres restaurantes en los que poder disfrutar de la rica gastronomía de la región.



Un poco más al norte, se encuentra la ciudad de Trondheim, la tercera más importante del país. Originalmente llamada Nidaro, nombre que mantiene su imponente catedral de estilo gótico, es destino de los numerosos peregrinos que cada año recorren el Camino de Trondheim para venerar la tumba de San Olav.

Catedral de Nidaro.

Se trata de una especie de ‘Camino de Santiago’ noruego en honor a quien fue rey de Noruega en el año 1015 y estableció como religión única el cristianismo, lo que finalmente le causó la muerte a manos de sus enemigos. Fue entonces cuando empezaron los milagros en torno a sus reliquias: se decía que su pelo y uñas seguían creciendo después de muerto.

Símbolo del Camino de Nidaro.

Después de una interesante visita a la catedral, a cuya parte más alta se puede subir para admirar las visitas de la ciudad después de 172 escalones, el turista no puede perderse un agradable paseo por el casco antiguo y el embarcadero, conocido como bryggen. Sus edificios de colores a ambos lados del río Nidelva son la estampa más típica de la ciudad, donde siempre se agolpan los viajeros para sacar desde el Puente Viejo la preciada foto.



Los pueblos que cautivan a los turistas



Más modesto, con poco más de 2.000 habitantes, el municipio de Lom se encuentra ubicado a los pies de los dos picos más altos del país (Galdhøpiggen a 2469 metros y 2464 metros en la cima del Glittertind). Su principal atractivo turístico es su Iglesia de madera (Stavkirke) construida en el siglo XII. Originalmente había en toda Noruega más de 1.000 templos cristianos medievales de este estilo tan peculiar, hoy en día solo quedan 28, y están protegidos por la Ley de Memoria Cultural.

Lom

Para adentrarnos más sutilmente en su gastronomía típica, una parada técnica para repostar en Skeid Kro (Bismo), alojamiento y restaurante, que desde 1949 combina con esmero la tradición de una cocina artesanal con las más novedosas técnicas culinarias.

Iglesia de madera de Lomen.



Pero si lo que preferimos es realizar actividades al aire libre, no podemos dejar de visitar Beitostølen: ski, senderismo, circuito multiaventura, cars, acampada, paseo en trineo de perros, rafting en el río Sjoa y, sobretodo, degustar su comida local: cerveza artesanal Valdres, guiso y embutido de reno, chorizo de alce, quesos típicos y no podía faltar el Rakfish, plato tradicional noruego elaborado con trucha asalmonada en salazón, que se fermenta por distintos períodos para obtener distintos matices en su sabor final.

Parque multiaventuras en Beitostolen.

Una excursión a realizar en los meses de verano, en el barco centenario Bitihorn por el lago Bygdin, nos da otra perspectiva del entorno, pudiendo efectuar diversas paradas a lo largo del recorrido para realizar una caminata o un paseo en bici.

Rakfish.



La ruta turística de Valdresflya nos adentra en el Parque Nacional de Jotunheimvegen, con sus pintorescos paisajes salpicados por granjas locales que hacen de sus 45 kilómetros toda una experiencia visual que solo se puede recorrer desde finales de junio hasta octubre.



Lillehammer, Trondheim, Lom, Beitostølen y tantos otros lugares. Noruega nos muestra en este recorrido por su interior su cara más desconocida, pero no por ello menos atractiva. Más allá de los fiordos, también se pueden tener unas vacaciones 10 en Noruega.