Cuenta la mitología griega que Ícaro voló demasiado cerca del Sol con las alas de cera que le proporcionó su padre para escapar del laberinto del Minotauro, y cayó al mar por el efecto su sobre las alas. La sed de aventura es inherente al ser humano, lo que conlleva dar rienda suelta a ese espíritu, tan icáreo como mortal.
En plena era digital, el hombre sigue perpetuando su relación con la naturaleza y se ve empujado, como un Ícaro del siglo XXI, a sobrevolar volcanes, a escalar pendientes o a someter al incansable mar, siempre con la ayuda de expertos monitores.
La búsqueda de emociones es uno de los muchos alicientes para quienes viajan en esta época del año y el mundo ofrece rincones para la práctica de disciplinas y deportes de riesgo que tienen como denominador común tres de los cuatro elementos aristotélicos: la tierra, el agua y el aire. Algunas prácticas, incluso, se llevan a cabo en varios medios.
Deportes de tierra
El trekking es quizá la disciplina más practicada por los amantes de la naturaleza. Dicen los que lo practican que "andar las montañas" es mucho más que un deporte, es una forma de vida, es la conversación constante con la naturaleza. El ascenso a montañas míticas de los Andes o del Himalaya, envueltos por su sobrecogedor entorno y sus maravillosas gentes, es algo difícil de olvidar.
La vieja Europa puede ser descubierta a través del mountain bike, siguiendo la corriente del regio río Danubio y visitar así, Alemania o Austria. Y cómo decir que no a disfrutar los maravillosos acantilados, el verde de los paisajes y el esplendor de la luz que nace en la tierra de Irlanda.
La espeleología es la única disciplina en la que pueden hacerse incursiones en lugares vírgenes, lo que se traduce, con cierta regularidad, en nuevos hallazgos. El Parque Nacional de Carlsbad, Nuevo México, el lugar ideal para "perderse" en los casi 200 Km² de parajes, coronados por increíbles estalactitas y estalagmitas.
Deportes de agua
El hombre siempre ha tenido la obsesión de desplazarse tanto en la superficie como debajo del agua, y ya desde tiempos remotos se practicaba el buceo para la recolección de perlas. El esnórquel es una variedad del buceo que poco a poco está ganando incondicionales.
Ambas disciplinas nos transportan a la belleza incomparable del fondo marino. Es simplemente espectacular poder "conversar con los delfines" que abundan en las aguas dulces y en los estuarios del Mar Mediterráneo.
Descender por algunos de los ríos que surcan la exóticas tierras de Colombia o México, puede convertirse en una de las mejores experiencias vitales. Lo cierto es que todo el continente americano ofrece al amante de los deportes acuáticos todo un abanico de posibilidades. En Norteamérica, más concretamente en el río Arkansas, son frecuentes la práctica de rafting y piragüismo.
La disciplina reina de las playas es el windsurf. Montar una ola y cabalgar sobre ella durante unos segundos es una de esas sensaciones que hay que experimentar en la vida. Además, cualquiera de las costas españolas nos invita, casi libidinosamente, a fundirnos con un bello atardecer y el fulgor de las olas.
Actualmente se ha puesto de moda en todo el mundo una modalidad que une la adrenalina del surf y la fuerza del aire: el kitesurf, cuya campeona mundial es la española Gisela Pulido. Este deporte consiste en aprovechar la fuerza del viento a través de una cometa que nos impulsará estando unidos a una tabla de surf.
Aprovechando esta propulsión habrá que crear figuras acrobáticas en el aire, de mayor o menor dificultad. El entorno natural y privilegiado de Tarifa, en Cádiz, es un lugar idóneo para desarrollar esta práctica deportiva.
Deportes de aire
Si el hombre ha tenido siempre la obsesión de desplazarse por el agua, lo de intentar volar es una fijación desde el principio de sus días.
Planear desfiladeros y valles, siempre con ayuda de un monitor, es sin duda la mejor de las maneras para contemplar la naturaleza en todo su conjunto y desde una perspectiva única. Ir en busca del amanecer perfecto y níveo en la línea del horizonte es algo que nos ofrecen disciplinas como el ala-delta y el parapente.
Y cómo no caer en la tentación de un viaje en globo, por ejemplo, sobre los exóticos bosques salvajes de Kenia, el destello de la ciudad en plena madrugada o al otro lado del mundo, en las antípodas australianas.
Los vuelos sin motor son actividades emocionantes que cualquier viajero podrá experimentar con la ayuda de monitores. Sobrevolar la planicie de la colorida campiña francesa o la multiforme costa californiana son alternativas muy válidas para el intrépido viajero.
Ícaro, prisionero de la tierra que pisaba, quiso aliarse con el aire en un viaje singular hacia el Sol, pero el fuego irradiado por el astro le llevó a precipitarse al mar. Los elementos naturales están así, en la línea de los sueños del espíritu de un ser humano ávido de sensaciones que sólo un viaje puede, a la vez, provocar y saciar.